EL RECORTE A LOS JUBILADOS – La habilidad de un Chivo (el sobrenombre de Agustín Rossi) bastó para mostrar todas las debilidades de un presidente que parecía marchar en tren rumbo a la restauración del modelo neoliberal. Los gobernadores del peronismo le dijeron que sí a casi a todo apenas regresó de Estados Unidos el mes pasado y 23 de ellos firmaron el Pacto Fiscal, el acuerdo de responsabilidad fiscal, la reforma previsional y la reforma laboral. Un combo atado con alambre para cambiar de ciclo, esto es desde el modelo populista de sustitución de importaciones a un nuevo ciclo neoliberal. Anoche, la situación en el gobierno nacional era de crisis porque no aparecía el modo de conseguir el objetivo.
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Para ello, el presidente les prometió a los gobernadores sumar recursos coparticipables a sus provincias y pagarles el déficit de las cajas de jubilación hasta que armonicen en 2019 y los mandatarios provinciales aceptaron reducir Ingresos Brutos y bajar los juicios contra el Estado Nacional a cambio de un pago en cuotas de esas deudas. Pero el huevo de la serpiente que nadie podía digerir sin ser picado era el tijeretazo al bolsillo de los jubilados. Todos dijeron, glup, y firmaron. Sabían que podían ser picados por la serpiente que se habían tragado, pero lo hicieron. Ahora están las consecuencias: la opinión pública no soporta que el pato de la boda sean los “pobres” jubilados y en apenas dos o tres días, el paso firme se transformó en un lamento. La serpiente nació en los estómagos de los gobernadores y de la noche a la mañana, todos piden más o cierran el teléfono a los negociadores oficiales. Ayer, el gobierno levantó la sesión porque no sólo no conseguía mantener el quórum, sino que podía haber perdido la votación.
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El día menos pensado es, entonces, producto de un grueso error de cálculo y del voluntarismo político del presidente, sus CEOs y de gobernadores peronistas que quieren sacarse de encima, como por arte de magia, un ciclo económico del cual fueron parte para subirse a un nuevo proceso político, que conlleva una receta económica dolorosa. Están convencidos que el peronismo y los representantes del ciclo anterior deben ser enterrados. Algunos como el cordobés Juan Schiaretti lo hacen por convicción, otros como el tucumano Juan Manzur por oportunismo y necesidad. Sin embargo, aún así, ni unos ni otros fueron buenos negociadores en un contexto sin crisis, dado que la razón de la sobrevivencia debería haberse negociado a “otro precio”. Esto quiere decir, que tanto en economía como en política, la negociación existe y es algo totalmente lícita, habitual y necesaria. El problema está planteado en el cómo. Uno de los datos que deben cargarse necesariamente en la hoja de ruta, es cómo resolver el planteo del opuesto. Eso, hasta ahora no existió.
El presidente, montado en la victoria electoral de octubre, interpretó que era el momento de avanzar sobre la ciudadela populista. La rodeó como indican los manuales -persecución judicial, propaganda de las bondades que el mundo predice de esta nueva etapa, etc.-, pero eligió chocar a fondo con el país populista en el territorio del bolsillo de los jubilados. Por cierto, el menos indicado. Es un escenario que le traerá al gobierno muchos costos políticos y económicos: en principio, puede obligarlo a sacrificar a la reina, esto es a la gobernadora María Eugenia Vidal. Si en la mesa de diálogo de gobernadores y diputados,que convocó de urgencia para resolver en el fin de semana, tiene que pagarles a los jubilados un bono de emergencia para que no pierdan el 8,8% que el gobierno quiere ahorrar, Buenos Aires se quedará sin plata. Y el distrito bonaerense sin fondos es un problema político irresoluble, a tal punto que la reina puede terminar en mendiga. Es difícil que Vidal siga adelante con el juicio para que le restituyan el Fondo del Conurbano, porque en ese caso terminaría poniendo en crisis al gobierno nacional, pero… El segundo problema, es que si no reduce el déficit fiscal, no habrá Argentina versión Macri porque el endeudamiento sin costo no es eterno y del otro lado del escritorio hay banqueros, no filántropos. Y el tercero, es que si la batalla de los jubilados termina con tanta sangre derramada, muchos pueden preguntarse qué queda para la reforma laboral. Muchos soldados es probable que empiecen a dudar de continuar en el frente.
Dicho de otro modo, la Argentina neoliberal para nacer requiere de un enorme sacrificio de los jubilados, de la reducción del costo laboral “argentino” (léase menos salarios y prestaciones salariales indirectas) y el achique de los estados provinciales. Si el único plan del gobierno es este, serán años turbulentos los que vendrán.
Entonces, el 14 de diciembre puede ser (si no lo sortea convenientemente) el día en que el gobierno mostró su lado débil. También puede ser el día en que la oposición populista le haya asestado un bloqueo del que no pueda salir con facilidad o incluso, quede empantanado. La de ayer, como tantas confrontaciones de la historia Argentina, no fue definitoria, pero es un pre-aviso de que este no es un país que vaya a aceptar mansamente los proyectos excluyentes.
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