“En la Argentina el aborto es un delito. Es un extraño delito donde casi nunca se condena a ninguna mujer por aborto, pero todos sabemos que existe. ¿Cuál es el problema de que exista? Que todo aborto se vuelve clandestino y en la clandestinidad el riesgo de vida y de salud de la mujer aumenta. El problema es más agudo de acuerdo a la clase social de quién practica el aborto. Si es de clase alta, lo hará en un centro de salud adecuado, en condiciones adecuadas y el certificado médico dirá que tuvo un aborto espontáneo y su salud estará garantizada”, afirmó el presidente Alberto Fernández en el cierre su gira europea en Francia.
Sus definiciones fueron realizadas ante los alumnos del Instituto de Estudios Políticos de París (Scienses PO París). Allí anunció que el Gobierno prepara un proyecto para despenalizar el aborto. “Voy a mandar una ley que termine con la penalización del aborto y que permita la atención de cualquier aborto en cualquier centro público”.
“Una mujer sin recursos toda su vida corre peligro. Y si zafa su vida, corre el riesgo de sufrir lesiones internas. Es parte de la discusión hipócrita que se tuvo con el divorcio; donde durante años discutimos si se podía volver a casar”, explicó el presidente.
Luego comparó aquel momento de la historia argentina (el divorcio fue aprobado durante el gobierno de Raúl Alfonsín), con este a través de su propia experiencia. “Salió la ley, mi mamá y Carlos (la nueva pareja de su madre) se casaron y los tres hijos fuimos testigos. ¿Para qué discutimos durante 20 años esto? Yo siento que con el aborto pasa algo parecido. Hay quien siente que legalizar el aborto lo vuelve obligatorio. No es obligatorio para nadie. Es un tema que debemos resolver desde el mundo de la salud pública. No podemos poner en riesgo la salud de la mujer que decide abortar”.
En esa línea aseguró que “no vivo en paz con mi consciencia sabiendo que una mujer tiene que realizarse un aborto, no tiene la posibilidad económica y termina en manos de un curandero que con una aguja la termina lastimando o matando”.
El nuevo proyecto será anunciado al inaugurar las sesiones legislativas del 1 de marzo y su objetivo central, será garantizar la salud de la mujer, su acceso universal a los Derechos Sexuales y Reproductivos, y a un abordaje que incluya la dimensión educativa y de Justicia.
Los tres funcionarios y funcionarias a cargo del tema son el ministro de Salud, Ginés González García; la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; y la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.
Cabe recordar que el proyecto de ley para despenalizar el aborto fue aprobado ajustadamente en la Cámara de Diputados en 2018 y rechazado en la cámara alta. La decisión del presidente, que fue anunciada antes de asumir su cargo en diciembre y reiterada ahora, indica que el peronismo avanzará con esta iniciativa.
Se trata de una fuerte decisión política, que tiene la oposición de la Iglesia Católica y otros credos cristianos, posición que fue manifestada por el Papa Francisco a Fernández durante la reciente visita al Vaticano. Si bien el tema no salió a la luz pública, trascendió que ese había sido uno de los reclamos del Pontífice argentino al presidente peronista. Pese a ello, y a haber obtenido el apoyo de la cúpula católica a la renegociación de la deuda, Alberto decidió regresar este tema a la agenda política, social y cultural.
La medida toma fuerza desde adentro del Ejecutivo por una serie de razones: la economía no tiene suficiente fuerza -ni la tendría según la enorme mayoría de los analistas durante 2019- como para transformarse en una herramienta de cohesión política, por lo que el peronismo decidió avanzar hacia el espacio cultural-político con la despenalización del aborto. Además de crear una corriente de identidad política, es un tema que moderniza la agenda política argentina, al darle solución a una demanda potente e histórica del colectivo feminista y resolver un grave problema de salud pública.
También, a diferencia del macrismo, el peronismo es una fuerza unida y en plena construcción del poder que sustente este ciclo, y seguramente logrará imponer su mayoría relativa para conseguir la aprobación de esta iniciativa. A su vez, generará divisiones en el arco opositor, donde conviven quienes promueve conservar el actual marco jurídico y los que piensan como el gobierno.
Fernández ha demostrado fuertes resultados en el campo internacional y tiene un intenso compromiso en la lucha contra el hambre, pero ninguno de esos factores resuelve el núcleo de una construcción política sustentable. El aborto, como la ley de divorcio durante la gestión del radical Raúl Alfonsín; la eliminación del servicio militar obligatorio en la administración de Carlos Menem; o la ley de medios o de matrimonio igualitario en la de Cristina Fernández de Kirchner; viene a ocupar ese rol organizador del relato. Es una apuesta de riesgo calculado frente a un escenario complejo y desgastante como será el de la renegociación de la deuda externa argentina y de las políticas macroeconómicas para intentar domar la inflación y salir de la crisis económica.
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