El secretario Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) del Ministerio de Desarrollo Social, Gabriel Lerner, afirmó que “en nuestro país, un 10% de los chicos de 5 a 15 años desarrollan al menos una actividad laboral y en el área rural ese porcentaje se incrementa sustancialmente llegando a casi un 20%”.
En tanto en las adolescencias, la explotación laboral “se agudiza: 3 cada 10 chicos y chicas desarrollan actividades productivas y cuando miramos en las zonas agropecuarias esto nos lleva a 4 cada 10 niños. Es decir, casi el 44 por ciento de los chicos adolescentes que están en medios rurales desarrollan actividades productivas”, indicó Lerner.
Estos datos fueron presentados ayer por el responsable de la Senaf durante el Encuentro Nacional de Sensibilización para la Erradicación del Trabajo Infantil, realizado de manera virtual y organizado por esa secretaría del Ministerio de Desarrollo Social y las de Articulación de Política Social y la de Abordaje integral de la misma cartera y el Ministerio de Trabajo, a través de la subsecretaría de Políticas de Inclusión en el mundo laboral.
En cuanto a la intensidad de la jornada que desarrollan los chicos y chicas, Lerner distinguió que “tampoco acá es homogéneo”.
A modo de ejemplo, dijo que “mientras en los niños muy pequeños algunas minorías desarrollan jornadas muy intensas de actividades productivas que desplazan la actividad educativa o desplazan las posibilidades de juego, en la adolescencia se intensifica el tema de jornadas intensas de trabajo, que en algunos casos los asimila prácticamente a un tipo de vida cotidiana de la del mundo laboral adulto”.
También aludió al perjuicio que causa el trabajo prohibido en los niños y adolescentes en lo concerniente a la inclusión educativa.
El responsable de la Senaf indicó que “en las zonas urbanas el 87,5 % de los adolescentes tienen alguna participación en el sistema educativo, en las áreas rurales la inclusión en las escuelas de los adolescentes se reduce fuertemente al 75%. En las zonas urbanas el 28 % de los adolescentes que trabajan no van a la escuela y el 16,5 de sus pares mujeres tampoco van a la escuela”.
Lerner advirtió que en cualquier explotación laboral en la infancia, sea en actividades de mercado, de autoconsumo (generalmente en medios rurales) o en trabajos domésticos (especialmente niñas y adolescentes), se vulneran fuertemente un conjunto de derechos que reconoce la Convención y las leyes del país.
“Se vulnera el derecho a la educación, al esparcimiento, al juego y también se vulnera el derecho a la salud. Especialmente la salud mental, ya que los menores asumen tareas para las que todavía no han alcanzado el grado de madurez mental suficiente para ese tipo de responsabilidades”, explicó. “En última instancia se vulnera el derecho a ser niño”, señaló.
Según el funcionario en nuestro país la explotación laboral de niños y adolescentes “está muy asociado a la población más pobre y con recursos muy bajos”, aunque advirtió que “hoy con los altos niveles de pobreza ese porcentaje también se extendió a una parte muy importante de la población”.
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