El gobierno provincial y Juan Schiaretti son más optimistas que el más optimista de todos. Si el optimismo oficial cotizará en Wall Street sorprendería al planeta por el valor que alcanzaría. No se puede negar que la confianza es alta o bien, la corrida hacía adelante es de alta velocidad.
Lo concreto es que Córdoba abrirá el turismo de modo formal el 4 de diciembre, permitiendo el libre tránsito dentro de la provincia a los cordobeses, y luego, el 1 de enero de 2021 será el turno del resto de los argentinos y turistas internacionales que se la jueguen y viajen hasta aquí.
Como viene ocurriendo desde que pasaron los primeros dos meses del aislamiento social obligatorio, Schiaretti pone la responsabilidad en manos de los “otros”: Todas estas actividades tendrán un estricto protocolo y apelo a la responsabilidad social de los empresarios y prestadores de la actividad turística, de los intendentes y jefes comunales, del equipo de salud de la Provincia y de nuestros turistas para cumplir el protocolo (sanitario). De ellos depende que tengamos una temporada sanitariamente correcta o no”. En ningún momento mencionó al gobierno provincial ni a él mismo, ni a la policía, ni a nadie del Estado. Empresarios, intendentes, jefes comunales, equipo de salud, y “nuestros turistas” serán los responsables de “cumplir el protocolo”.
La ventaja del Sur pobre es que puede ver lo que pasa en el Norte rico europeo. Las aperturas turísticas del verano en el viejo continente terminaron en un salvaje rebrote o segunda ola, que arrancó con mayor intensidad que la primera. No hay que pensar que ocurra algo diferente aquí, sobre todo luego de observar la casi total falta de capacidad de control del Estado en rutas y espacios económicos que se flexibilizaron hasta ahora.
Si bien, el gobernador dijo que recién a partir del venidero 20 de noviembre, los cordobeses que tienen residencias de descanso en localidades diferentes a las que viven habitualmente, podrán visitarlas, la realidad es que hace al menos un mes que decenas de cordobeses se mueven sin que haya controles en las rutas o que estos sean mínimos. Hay fiestas en casas y partidos de fútbol en canchas de toda la ciudad.
Por cierto, el discurso del gobernador parece expresar una realidad paralela, donde nada de lo mencionado sucede, y recién sucederá una vez que lo habilite el gobierno; o bien, de un elevado cinismo, en el que una vez que una parte de la población impone una conducta o posición dominante, más allá de si es lo adecuado para la salud pública o no, el Ejecutivo lo acompaña, simulando que no lo vio mientras sucedía y, obviamente, sin reconocer esa simulación. A cambio, por “hacer la vista gorda”, pone la responsabilidad en los otros y espera no verse salpicado por el drama de la pandemia.
La liberación del turismo se hizo en acuerdo con el gobierno nacional y cámaras empresarias. Pero se hace con una baja calidad de cuidado y prevención, sólo para favorecer la actividad económica, a la que se le brindarán cuantiosas ayudas. Sin embargo, esas subvenciones llegan casi sin control o condicionamiento alguno. No es incorrecto apoyar la actividad económica, sobre todo con una crisis como la existente en la actualidad, pero se trata de recursos de todos los cordobeses que parecen no tener contrapartida alguna, salvo la puesta en marcha de la rueda económica. Por mucho menos, en los planes sociales, se demanda a la población que la recibe una serie de reglas a cumplimentar proporcionalmente mayores.
A su vez, es previsible que la circulación de gente realimente la epidemia y el trabajo de los equipos de salud. El virus va a hacer viajes recreativos a los lugares turísticos.
Llamativamente, el gobernador fue claro cuando dijo que “a la pandemia la vamos a terminar en el planeta, y también en nuestra Argentina y en Córdoba, cuando llegue la vacuna, esta es la realidad”. Si esto es así, no se entiende porque habilita la temporada turística en “modo libre total”. Revela un discurso y un plan bipolar, ya que inevitablemente traerá complicaciones no deseadas. Por lo tanto, como la vacuna, en el mejor de los casos comenzaría a aplicarse en algún momento del mes de enero, por el momento, lo más probable, es que haya que afrontar un verano con una elevada propagación de la enfermedad.
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