Después de recorrer los 180 kilómetros que la separan de la capital cordobesa, a la vera de la ruta 9 surge San José de las Salinas, un poblado con más de 600 pobladores que se ofrece, a partir de la inauguración del Gran Hotel, como la puerta de entrada para la Reserva Salinas Grandes, en el Departamento Tulumba.
El salar, que ocupa alrededor de 200.000 hectáreas y se expande por las provincias de Córdoba, La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero, se muestra hoy como un destino turístico de gran atractivo para quienes disfrutan el contacto con la naturaleza.
Fieles a la costumbre de optimizar nuestra estadía en el lugar y, en coordinación con personal del hotel, armamos un viaje con dos noches de estadía para cumplir con los paseos imprescindibles para conocer ese inmenso mar sin horizonte.
Como el ingreso al hotel es a las 14 horas, sugerimos manejar los tiempos para que el horario del almuerzo nos encuentre en Quilino y, como manda el manual, degustar allí el clásico cabrito. Teníamos el dato: “vayan al Quincho El Gordito José” y allá fuimos. Agradecidos por tan buena sugerencia, nos pusimos al día con ese sabor único de nuestra gastronomía y retomamos la ruta hacia nuestro destino final, ubicado a poco más de 25 kilómetros de allí.
Puntual, a las 17 la guía que nos llevaría a ver la puesta del sol en la Salinas inició su recorrido seguida por los autos de los huéspedes. Por caminos de tierra y después de ingresar al establecimiento La Industrial Salinera que trata la sal que allí se recoge, llegamos a nuestro destino. Nos adentramos a más de 200 metros de la costa y, con la certeza que nuestros calzados no se hundirían en el fondo todavía húmedo de la laguna, nos aprestamos para presenciar una maravillosa puesta en escena de la naturaleza.
Llegamos al lugar indicado pasadas las 17.30 y desde ese momento, hasta las 18.20 cuando el sol comenzó el último tramo de su despedida, el lugar fue ganando en matices y sombras. El blanco que encandila fue dejando paso a los diversos tonos rojizos de un sol que comenzaba a buscar su nuevo destino en nuestras antípodas que, según se puede ver en distintas publicaciones científicas, es la provincia de Anhui en la República Popular China. Según los buscadores, Anhui, es un territorio dominado por montañas y bosques, una región pobre que tiene como principales actividades la agricultura y la minería de hierro y carbón y en la que viven casi 60 millones de habitantes en 139 mil kilómetros cuadrados.
Volviendo a nuestro paseo, la inmensidad del salar va trocando su fisonomía a medida que el sol pierde tamaño y entonces los teléfonos y las máquinas de fotos se apropian del lugar para inmortalizar ese momento único en que el sol desaparece de nuestra vista. Unos minutos más para que el resplandor sea un recuerdo anticipan el final de nuestro recorrido. Es el momento indicado para empezar a volver. Las sombras del inminente crepúsculo, no tardarán en llegar y el momento impone unos buenos mates en el patio del Hotel.
El segundo día arranca con un buen desayuno, posterior concentración en nuestros vehículos frente al hotel y a las 10.30, otra vez puntual, nuestra guía nos llevará al mar blanco para una caminata de varios kilómetros que termina en las vías sobre elevadas en donde, tiempo atrás, quienes recogían la sal, la depositaban en los transportes que la llevaban para su tratamiento.
A medida que avanzamos en el salar, siempre por senderos ya establecidos para evitar hundir nuestros pies sobre el fondo barroso del lugar, la intensidad del blanco, producto del sol del mediodía, va ganando presencia. Desaparecen las sobras de nuestros cuerpos y el blanco, furioso, inunda nuestra visión. Un espectáculo sin igual, no hay horizonte y lo único que nuestros ojos pueden divisar son los restos de los antiguos transportes y refugios que se usaban, hace ya algún tiempo, para transportar el noble producto.
El regreso hacia nuestros vehículos se hace lento, nuestras miradas tratan de ver dónde termina el mar blanco y, no hay forma, es imposible, la inmensidad es el signo de este paisaje.
De regreso pasamos por los piletones gigantes donde el agua se va evaporando al compás de las temperatura de la zona para dejar lista para su tratamiento la sal que se después se distribuye, básicamente, en el sector gastronómico.
El regreso a San José, pasado el mediodía, nos obliga a tener un plan para cumplir con el rito del almuerzo y no desperdiciar ni un minuto de nuestra estadía.
Aquí vale detenerse en un aspecto, pese a todos nuestros esfuerzo por conocer el Refugio de Vida Silvestre Monte de las Barrancas, ubicado en el centro del salar, no pudimos hacerlo. Nadie nos supo indicar si el lugar estaba abierto, si el guía estaba en condiciones de guiarnos o, sencillamente, si el camino estaba en condiciones. Este punto es algo que Turismo de la Provincia y el mismo hotel deberían solucionar para darle mayor atractivo al paseo.
La Reserva que no pudimos ver, nos cuenta un atento empleado del hotel, es un bosque con fauna y flora nativa y allí habitan flamencos, gatos del monte y suris, entre otras especies. Pero, siempre al decir de nuestro anfitrión, el lugar califica como un verdadero muestrario de la flora autóctona ya que se pueden ver chañares, quebracho blanco, mistol y algarrobo, por citar a los más conocidos.
Bueno, entonces, la visita a la Reserva quedará para una próxima oportunidad, ahora nos quedamos con el salar y sus encantos de lugar único y atractivo.
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María Fernanda Belza
21 mayo, 2022 a 21:16
Hola !!! somos de Neuquén y deseamos conocer las salinas, solamente es a través del hotel?, poca información en turismo provincial, recomiendan no ir en el auto particular pero la excursión es con el auto particular, no se entiende. Si pueden aportar algún dato se los agradeceríamos ya que es muy escasa .. Gracias. María Fernanda
Gastón Márquez
21 mayo, 2022 a 22:13
la gente del hotel es estructurada, soy de neuquen tambien y seremos un grupo de 6 personas y todo lo que consulto me dicen habria que hablarlo con el gerente. Quiero diagramar antes de viajar pero no hay forma de hacerlo, flojo el servicio considerando sus precios
Adriana
4 mayo, 2023 a 22:03
Hola Gastón!
Si te sigue interesando ir al salar en Cordoba, podes ir de visita, y la mejor propuesta es alojarte en el hotel. Es el mejor alojamiento de la zona.
Las excursiones que realizan desde Las Salinas Gran Hotel, se hacen en vehículo particular de cada pasajero, dado que se trata de preservar el entorno del salar ya que es un área natural protegida, y no se llevan colectivos de gran porte para hacer las visitas, por el peso de los vehículos, entre otras razones.
El consejo es siempre ingresar con un guia, dado que el terreno es muy blando y es fácil quedarse empantanado si no conoces. Dado que además hay lugares sin señal de celular, es riesgoso aventurarse solos. Las camionetas tampoco pueden ingresar. Se hunden y hay que sacarlas con tractores , y eso puede costar muy caro.
Por otro lado, al ingresar caminando corres el riesgo de desorientarte y perder el rumbo.
En el monte que rodea la laguna, que es hermoso, habitan numerosos animales, viboras como yarara y coral, roedores, zorros, pumas y muchisimos pájaros .
La verdad es que la gente del lugar tiene sus razones para tomar recaudos y sugerir ingresar con guía o por lugares autorizados.
Saludos!
Gastón
5 mayo, 2023 a 00:39
Adriana estuve y la verdad no recomiendo el destino. Todo fueron trabajas y desinformación. Lo corren al turista. Es preferible que cierren al turismo el lugar antes que tratarlo así.