Por culpa de la pandemia de coronavirus, por primera vez en la historia, el santuario de la Difunta Correa, en la localidad de Vallecito, en la provincia de San Juan, está totalmente cerrado. El lugar quedó desierto salvo con los cuidadores del predio.
En el santuario hay una enorme cantidad de kioscos, asadores, y un gran hotel. Pero todavía están los autos, camiones, motos, y bicicletas que depositaron los promesantes. Cada objeto es una historia, porque la mayoría considera que la Difunta Correa es milagrosa. Incluso, hay feligreses que llevaron al Vaticano algunas pruebas de lo que a cada uno de ellos le sucedió.
La Difunta Correa es para “creer o reventar”.
Hace un tiempo en Vallecito, a 63 kilómetros de San Juan capital, se recaudaron más de 10 millones de pesos por una subasta de 190 automóviles, 300 motos, 450 bicicletas, y seis kilos de oro, producto de donaciones que realizaron los promesantes en los últimos años. Ahora se proyecta iluminar la ruta que une el lugar de la Difunta con San Juan. La última subasta en la Difunta fue en 2005 y ese dinero se utilizó para hacer refacciones en Vallecito.
La historia que le atribuye a esta sanjuanina capacidad de hacer milagros, se originó hacía 1840. Cuenta la historia, que Deolinda Correa, llevando a su pequeño hijo, salió tras su marido, que había sido alistado por uno de los ejércitos que participaban de las guerras civiles de la época y falleció de hambre y sed en el desierto. La mujer fue hallada muerta, debajo de un algarrobo. Sin embargo, el niño, había sobrevivido amamantándose de la leche de su madre. Ese episodio originó una fuerte devoción popular, que creció con el tiempo y llega hasta nuestros días.
Por ejemplo, en la Semana Santa de 2019, hubo más de 50 mil promesantes y el presidente de AFA Claudio Chiqui Tapia participo de una cabalgata que arrancó en San Juan y concluye en Vallecito. Tomaron parte 5 mil jinetes.
En la Fiesta del Sol, en 2018, se le hizo un homenaje a la Difunta con más de 300 artistas en el escenario. “Fue una fiesta brillante que nos dejó con mucho orgullo a todos los cuyanos”, dijo en aquella oportunidad el gobernador de San Juan, Sergio Uñac. En aquella cabalgata estuvo Jorge Rojas y agrupaciones gauchas de Chile y Uruguay.
ESTO PASA EN EL SANTUARIO
Un hombre de unos cuarenta años se desliza de espalda para llegar al santuario de los 72 escalones, una mujer lo hace de rodillas después de haber caminado dos kilómetros y otro joven avanza arrastrándose apoyándose con los codos. Ellos llegan hasta la Difunta Correa para cumplir con una promesa. No les importa si se lastimaron, se cansaron o se rompieron la ropa. El ex administrador del lugar, Daniel Rojas, explica que aquel que le “pidió algo a la Difuntita y le hizo una promesa, la tiene que cumplir”.
En Tilcara, provincia de Jujuy, en la preparación para el Mundial de México 1986, se cuenta que algunos jugadores argentinos prometieron que, en caso de consagrarse campeones, irían a San Juan, a agradecerle a la Difunta. Con el tiempo, algunos jugadores dijeron que nadie había hecho esa promesa. Sin embargo, Rojas recuerda que quienes juraron volver fueron el ex presidente de la AFA (Asociación del Futbol Argentino) Julio Humberto Grondona y el DT de aquel equipo, Carlos Salvador Bilardo.
Previamente, en 1978, después del título logrado por Argentina, varios futbolistas de aquel conjunto de Cesar Luis Menotti llevaron camisetas, pantalones y otras prendas. Uno de ellos, fue su arquero, Ubaldo Matildo Fillol.
Rojas apunta que incluso, el extinto presidente de AFA, antes de jugar el Mundial de Sudáfrica 2010, prometió volver con el título, visitar a la Difunta e inaugurar el estadio de San Juan. En la casa de gobierno junto al ex gobernador José Luis Gioja ante el aplauso del público firmó una camiseta argentina y con letras mayúsculas escribió: “Volveremos” y prometió “que vamos a cumplir lo prometido”. Todo eso está documentado en los diarios de San Juan y Mendoza. Grondona ni la selección del ’86, nunca fueron por la Difunta Correa.
“LAS PROMESAS SE CUMPLEN”
Daniel Rojas le aconseja a los que están al frente de la AFA que, en la próxima visita de la Selección Argentina a San Juan, “se den una vuelta por Vallecito, que está a 60 kilómetros y la Difunta los va ayudar. Argentina no puede ganar un título y eso me duele. Por eso repito, las promesas se cumplen…”
Acá en Vallecito recuerdan que Diego Armando Maradona le pidió a la Difunta dar la vuelta olímpica con Boca en 1980 y el astro envió la camiseta firmada por él.
Oscar Ruggeri también fue un promesante y por eso está la casaca de San Lorenzo en un cuadro con su firma y el “gracias Difunta”.
Ramon Ángel Diaz, en silencio, llegó hasta el santuario, entrego la camiseta de River y del Yokohama Marinos de Japón. Rojas recuerda que dejó hasta dinero, pero el riojano prefirió pasar inadvertido.
Héctor Ártico, aquel de Talleres y River, trajo sombreros mexicanos porque también hizo una promesa.
Marcelo Gallardo despues de su debut en River como futbolista, acercó una foto autografiada y la camiseta de su primer partido.
También hay casacas, fotos, pantalones y plaquetas de jugadores que pasaron por Independiente, Racing, San Lorenzo, San Martín de San Juan, Independiente Rivadavia de Mendoza y de equipos de La Rioja y Catamarca.
El orgullo, sin embargo, de Vallecito, está en una gran vitrina del Museo. Allí están los guantes de Nicolino Locche (“qué pesados son”, dijo “El Intocable”, ya enfermo, cuando se los acercaron); el pantalón que Carlos Monzón lució cuando logró el título de campeón Mundial frente al italiano, Nino Benvenutti; y hasta la toalla del cantante Sandro después de su transplante renal.
Pero hay muchas cosas más, como miles de trajes de novia, armas, radios antiguas y un tapiz de la “última cena” valuado en más de 60 mil dólares. Está en una caja de seguridad, como las alhajas y el dinero que entregan los promesantes.
Un hombre donó un camión Scania y otro un auto BMW; los dos porque sus esposas se salvaron de enfermedades terminales. El agua llegó de Caucete a Vallecito porque donó la cañería el ex ministro del Interior, Aníbal Fernández, quien es muy devoto de la Difunta Correa.
Un día, recuerda Rojas, un futbolista de Belgrano de Córdoba donó varios kilos de azúcar, pero se negó a dar su nombre.
Cada año transitan por los 72 escalones para llegar al santuario más de un millón de personas. Los domingos a la mañana se brinda una misa con un sacerdote. También hay decenas de negocios con imágenes y velas.
Una escena que conmovió, fue verlo al actual presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, de rodillas, escalar los 72 escalones para agradecerle a la Difunta. El dirigente había hecho la promesa de que si era electo presidente de la máxima institución del futbol argentino iba a subir de rodillas hasta el santuario. A los pocos días estaba en Vallecito, dejando una camiseta de la selección nacional. Tapia es sanjuanino y sus familiares viven a dos cuadras de la cancha de San Martin de San Juan, club del que es hincha desde chico.
Daniel Rojas le contó a ENREDACCIÓN: “Tapia siempre dona cosas, y por ahí en alguna cena o almuerzo llega de improviso para entregar algún regalo. El presidente de AFA es muy solidario con todo San Juan”.
Se hacen infinitas las historias de promesas cumplidas e incumplidas. A las subastas llega gente de muchas provincias. Hace unos años, un mendocino que tenía mucho dinero empezó a comprar bicicletas y se las regalaba a los chicos pobres. “Gastó mucha plata”, recordó Rojas, pero se negó a dar su nombre. Por eso, avisa: “Las promesas se deben cumplir, y si a la selección nacional le va mal, es que se olvidaron de la Difunta”. ¿Sera tan así?
—
>> Si estás de acuerdo con el periodismo crítico y comprometido, te invitamos a asociarte a ENREDACCIÓN, el sitio de noticias con información de Córdoba: INGRESÁ AQUÍ.