Desde hace años, se viene observando una política claramente anti obrera en Argentina. Este proceso, comenzó durante el gobierno nacional anterior. El mismo, encontró muy buenos alumnos en distintas provincias y municipios, donde allí se replicaron las mismas medidas.
El gobierno nacional anterior se caracterizó por atacar el poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras (buscando poner techos salariales, entorpeciendo las negociaciones paritarias entre las partes signatarias de Convenios Colectivos de Trabajo, y en otros casos permitiendo que existan actividades estatales y privadas que no tengan directamente paritarias), como así también avanzar sobre derechos y conquistas históricas. También se fomentaron distintas formas de flexibilización laboral.
Se estigmatizo ante la ciudadanía, a los trabajadores y trabajadoras estatales (refiriéndose hacia ellos en reiteradas oportunidades, con términos descalificatorios y discriminatorios).
Se persiguió a dirigentes sindicales por defender a sus representados (hombres y mujeres), por defender a la actividad, por defender al Convenio Colectivo de Trabajo, por defender al salario, y que se plantaron como se debe hacer cuando se busca avanzar sobre el gremio con políticas nefastas desde el poder político.
Hubo casos de dirigentes sindicales que se doblegaron ante el poder político, consintiendo -por acción u omisión- que se avance sobre el poder adquisitivo de los trabajadores y las trabajadoras, permitiendo que se avance sobre el Convenio Colectivo (derechos y conquistas), no luchando como un verdadero sindicalista lo debe hacer, demostrando así, de que lado del mostrador estuvieron parados.
De todas formas, habiendo cambiado el gobierno en la Nación, diera la sensación de que quedan resabios en Argentina de esa clase política rancia, nefasta y anti obrera, que sólo busca perjudicar al trabajador y hacer miserable su vida por todas las formas que puedan.
Hay políticos que quizás piensan que, por ganar una elección, pueden hacer en la función pública lo que quieran a su antojo, y en muchos casos hasta violar con algunas medidas o decisiones, derechos humanos, como así también derechos constitucionales y laborales.
Hay políticos que se acercan en sus acciones más a formas de gobiernos dictatoriales, que democráticas como la que tenemos en la República Argentina; debiendo ser esto un importante llamado de atención para el pueblo en su conjunto.
Las conducciones sindicales deben no solo fijar posición frente a gobiernos anti obreros, sino ante dirigentes políticos que, desde el poder, tratan a la clase trabajadora como el enemigo a vencer.
Durante el gobierno nacional anterior, hubo dirigentes sindicales como Hugo Moyano, Pablo Moyano, Pablo Micheli, y otros, que se plantaron ante los ataques que se hicieron sobre los trabajadores y sobre los gremios.
En la actualidad, es necesario que el movimiento obrero, demuestre estar a la altura de las circunstancias, que defiendan a sus representados, que defiendan el salario, que defiendan los derechos y conquistas adquiridas, y a la vez que demuestren solidaridad con otros gremios que reciban embestidas de gobernantes anti obreros.
La pandemia no sólo dejó expuesto a los gobiernos que avanzan sobre la clase trabajadora (como si la odiaran), sino también nos demostró cuales son los dirigentes sindicales que luchan, y cuales son los que se esconden.
Estos son tiempos en donde los dirigentes sindicales deben comenzar a aparecer. No deben seguir ausentes, como viene pasando en algunos casos.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista.
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