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La CGT necesita una nueva conducción

Hector Daer y Carclos Acuña en la reunión de la CGT.

Desde hace demasiados años, la clase activa y pasiva de la República Argentina, está huérfana de una dirigencia sindical en general que defienda sus derechos, especialmente en la C.G.T. nacional.

Durante un largo tiempo, los activos y pasivos de este país, hemos rechazado la pérdida de independencia política partidaria de las organizaciones sindicales de nuestra Nación,  al igual que en la C.G.T. Nacional.

Dirigentes gremiales que llevan décadas conduciendo  y en otros casos ocupando otros cargos en sindicatos y en centrales obreras (excepto algunas excepciones). Muchos de ellos, solo han apuntado a posicionarse personalmente con algún dirigente o partido político, en desmedro de las consecuencias que esta nefasta actitud les provocó y les continúa provocando a quienes supuestamente dicen representar.

Salarios de hambre, paritarias miserables, pérdidas de derechos y conquistas adquiridas, flexibilización laboral de hecho dentro de sus propias actividades, pérdida del poder adquisitivo de sus pasivos, obras sociales con menores prestaciones médicas (intervenidas en muchos casos), y una organización gremial puesta al servicio del antojo político partidario, y por encima del de quienes sostienen a través de sus aportes todos los meses, la existencia y el funcionamiento de ese mismo sindicato.

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Se viene dando a causa de ello, un proceso de desafiliaciones masivas en gremios de distintos puntos del país, producto del hartazgo de la clase trabajadora respecto de su propia dirigencia gremial. Hartos de ver que el Sindicato, termina siendo una estructura que se usa en beneficio de sus autoridades o de sus grupos de obsecuentes, pero no en beneficio de las bases en su conjunto. Hartos de ver que el Sindicato, en ciertos casos, parecieran ser propiedad de los dirigentes, familiares y amigos (lo que para nada es así).

Lo que sí está claro, es que se necesita un urgente recambio generacional no solo en la mayoría de los gremios, sino especialmente en la C.G.T.

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Una Central Obrera con tanta historia, con un poder realmente tan importante, con la fuerza necesaria para defender derechos y conquistas de los activos y pasivos argentinos,  como así también, luchar por nuevas conquistas. Se ha transformado en una cáscara vacía de contenido, sin gestión alguna.

Ver dirigentes de la C.G.T. más preocupados por sacarse fotos  con dirigentes políticos (de todos los partidos, como fue como con el Ex Presidente Macri, o ahora con el Presidente Alberto Fernández), que por estar más cerca de las necesidades de las bases obreras, es un resumen de cómo estamos.

La C.G.T., no ha logrado ninguna nueva conquista ni para los trabajadores, no para los jubilados. No aborda las verdaderas problemáticas de los activos y los pasivos.

No han logrado a través de medidas concretas: eliminar definitivamente la aplicación del impuesto a las ganancias a trabajadores y jubilados, recuperar la cláusula gatillo para todas las paritarias, bregar por nuevos marcos legales laborales (por ejemplo: una ley nacional contra la violencia laboral,  una ley nacional de alimentación saludable para la clase trabajadora), no se ha trabajado para combatir el trabajo no registrado (millones de argentinas y argentinos fuera del sistema) junto al Ministerio de Trabajo, no han luchado para que ningún trabajador ni jubilados tenga ingresos por debajo de la canasta básica total (y dejar de estar por debajo de la línea de la pobreza), entre muchas otras cosas más.

Hay incluso, quienes proponen sumar a la C.G.T., a los movimientos sociales. Hay que rechazar y repudiar enérgicamente estas iniciativas descabelladas. ¿Acaso la C.G.T., no debería velar para que las personas que están en los movimientos sociales, tengan trabajo genuino? Pretender incluir los movimientos sociales, sería como apoyar de hecho la reforma laboral, la flexibilización laboral, lo que realmente es una verdadera vergüenza y que no debe aceptar por parte de los sindicatos, y por sus propias bases.

Somos muchos, quienes creemos que el sindicalismo argentino puede ser lo que los activos y pasivos queremos, a través de una importante herramienta: la democratización sindical.

En Córdoba, la Agrupación 29 de Mayo del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba (que integro), presentamos a nuestro Consejo Directivo (para debatir posteriormente en una asamblea general con las bases), el primer proyecto de democratización del Estatuto Orgánico de nuestro  Sindicato. Entre otras propuestas que hacemos: se eliminan las reelecciones indefinidas; se modifica la conformación del Consejo Directivo,  usando a tales fines un sistema similar al que se da en los poderes legislativos (es decir, de acuerdo al número de votos que obtiene cada lista que compite en la elección, será proporcional el número de cargos que ocupen, garantizando así la constitución de un Consejo Directivo de unidad y en el que haya representación de todos los sectores del gremio conduciendo); se incorporan a la conducción en tres cargos de forma exclusiva a afiliadas o afiliados pasivos (Secretaría de Previsión Social, Sub Secretaría de Previsión Social y segunda Sub Secretaría de Administración), entre muchas otras iniciativas más.

Hay que ir pensando, en la presentación, tratamiento y aprobación de un proyecto de ley que modifique artículos de la Ley Nacional 23551 (Asociaciones Sindicales), cuyo punto principal sea poner fin a los mandatos indefinidos.

La democracia sindical, no sólo es votar en elecciones.

La Argentina es una República.

Uno de los presupuestos de la República, es la periodicidad en los cargos. Esto se da en la política partidaria (un mandato y la posibilidad de una reelección, como pasa en los cargos de intendentes, gobernadores y presidente). Pues los Sindicatos y la C.G.T. nacional, no son un Estado paralelo. Son partes de esta hermosa República Argentina.

Si en la política hay límites a los mandatos, también lo debe haber en el sindicalismo.

Esto garantiza una verdadera democratización,  la renovación generacional, la oxigenación, y sobre todo recuperar un sindicalismo que se acerque más al modelo que llevaron adelante históricos del movimiento obrero argentino,  que fueron representativos de sus bases, que lograron los derechos y las conquistas que hasta el día de hoy, tienen millones de activos.

Necesitamos una dirigencia obrera, que haga más política sindical, y menos política partidaria.

Necesitamos una renovación en la dirigencia sindical, comenzando por la C.G.T. Nacional.

Creemos que uno de los dirigentes sindicales que ha demostrado estar a la altura de las circunstancias para conducir la C.G.T. Nacional, es Pablo Moyano (Sindicato Camioneros).

* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista.

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