El “problema argentino” no es ni nunca fue económico ni financiero. El “caso argentino” es considerado en el mundo entero como una verdadera paradoja, es decir resultados falsos o fallidos sobre la base de presupuestos lógicos o correctos. Somos un país que teniendo todo (recursos humanos calificados, agua dulce, petróleo, producción de alimentos masiva y una profunda cultura de integración de lo diferente) al mismo tiempo nos suicidamos periódicamente. Tuvimos el Terrorismo de Estado más sangriento de toda América; luego el Default de deuda soberana más grande del Siglo XX; y luego votamos mayoritariamente una Presidente que terminó juzgada como la organizadora de la corrupción más grande de la historia, con un criminal de lesa humanidad como jefe del ejército y el asesinato de un fiscal de la república que investigaba los crímenes de la AMIA. Luego votamos un gobierno neoliberal que en tres años nos llevó a los índices de inflación del 2002 y a duplicar la deuda externa del país sin ningún crecimiento económico. Pero no nos desesperemos. Al mismo tiempo los argentinos tenemos cuatro premios nobeles, dos de la paz y dos de ciencias duras. Somos el único país de América que exporta reactores nucleares, fabricamos satélites y tenemos alto desarrollo en ingeniería genética y en inteligencia artificial. Ese es nuestro extraño país. Es la película entera.
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SEGURIDAD CIUDADANA Y CORRUPCIÓN
El argentino del 2018 entiende que su principal preocupación es la seguridad ciudadana y coloca a la impunidad de la corrupción como un tema de menor importancia.Este orden cambiado de valores y prioridades es parte central del problema argentino. Más aun cuando se considera que la inseguridad ciudadana se soluciona con aumentos masivos de penas o con mayores armas a la policía. El argentino debe entender que el“problema argentino” es la impunidad de los de los delitos del poder (políticos y económicos). Allí radica la causa principal de la inseguridad y de la desigualdad en el ingreso. En la desigualdad de la ley.
La corrupción está en la base de la paradoja argentina. La corrupción tiene un costo económico calculado en un PBI cada diez años. La corrupción es causa central en la inseguridad ciudadana. ¿Con que razón los delincuentes de la calle van a respetar la ley si los delitos del poder nunca son castigados? La corrupción está en la base de la desigual distribución de los ingresos que hay hoy en la Argentina. El índice de Gini va en paralelo con los índices de corrupción.
“El partido de los economistas” no tiene capacidad ni voluntad para hacer un análisis sistémico del caso argentino. Sus análisis son siempre lineales y reduccionistas. Todo se reduce a cifras y montos. Es por eso que han fallado siempre las previsiones económicas para la Argentina. Porque niegan y desconocen que la premisa de base de la paradoja Argentina es la corrupción como una estructura de construcción de poder político, económico y judicial en la Argentina. Esos tres sectores del poder en Argentina funcionan con alta corrupción. Mientras no se reconozca esa premisa de análisis ninguna política económica dará resultado en la Argentina.
LA FALTA DE CASTIGO
En Argentina un proceso por corrupción dura 14 años y tiene solo un 4% de índice de condena (Informe CIPCE 2009). En la causa de los cuadernos de la corrupción, con pruebas que el argentino ha visto en vivo y en directo por televisión, no hay ninguna prisión efectiva. Sólo 20 prisiones preventivas. En Brasil con dos años de procesos judiciales hay más de 170 políticos y empresarios con condenas de cumplimiento efectivo en base a pruebas de menor valor procesal de las que existen en Argentina.
Eso tiene un solo nombre: Impunidad de la corrupción. Y los argumentos de que una sentencia firme solo existen con un pronunciamiento de la Corte Suprema, son falsos y una burla a las víctimas de la corrupción que es la propia Sociedad. El articulo p 8.2 “h” de la Convención Americana sobre Derechos Humanos exige una sola instancia de apelación y no 2 o 3 apelaciones como se da en la Argentina. Los derechos de las víctimas de la corrupción, que tienen el mismo valor jurídico que los derechos del imputado, son desconocidos por el proceso penal argentino. La víctima de la corrupción, que es la sociedad, tiene dos derechos constitucionales: Que se castigue al corrupto y que se recupere lo robado. Derechos de la victimas desconocidos en la Argentina con falso y cínico argumento de que los derechos del imputado de la corrupción deben protegerse aun en perjuicio de los derechos de la víctima a que se recupere lo robado.
LOS DERECHOS DE LAS VÍCTIMAS EN LOS DELITOS DE CORRUPCIÓN
La sociedad es la victima de la corrupción y más allá de que la letra de la legalidad procesal penal en Argentina diga y declare defender los derechos de las víctimas, en los procesos judiciales por corrupción en Argentina la victima que es la sociedad, carece de todo derecho. Nunca se ha logrado recuperar para la sociedad el dinero robado por la corrupción. Ahora existe un hecho nuevo: Comienza a aparecer la responsabilidad en la trama de corrupción Argentina, la responsabilidad de las empresas que pagaron sobornos a la clase política para obtener obras o servicios públicos. Es claro que esos pagos que las empresas hacen a los políticos no salen de sus bolsillos sino de “sobreprecios” de las obras o de los servicios adjudicados.
Pero se debe recalcar que la responsabilidad en el recupero de los bienes habidos por la corrupción es de las empresas y no solo de los empresarios.
La responsabilidad penal solamente la tienen las personas físicas pero la responsabilidad civil abarca a las personas jurídicas que son las empresas que participaron en este festival de corrupción que vivió la Argentina en los últimos 12 años. Que nació durante el menemismo con las privatizaciones, pero que alcanzó su máximo esplendor con el gobierno Kirchnerista.
Es claro que el Gobierno actual nada ha hecho por cambiar este esquema de impunidad de la corrupción. Puede ser por incompetencia o puede ser por complicidad con las empresas con las que el gobierno de Cambiemos tiene una larga tradición societaria.
EL GOBIERNO DE CAMBIEMOS NADA CAMBIÓ, PERO AÚN PUEDE HACERLO
Una sola ley hace falta. Siguiendo la técnica de los Tratados de los Derechos Humanos debe reformarse en una sola ley el Código Penal y el Código Procesal Penal en materia de delitos y procesos de corrupción y de lavado de activos.
No con aumentos masivos de penas sino con agravantes punitivos. No nos interesa el chofer sino el ministro. Y que claramente se declare de conformidad al artículo 8 de la Convención Americana, que la sentencia firme es aquella pronunciada por el Tribunal de Segunda Instancia. Y esa sentencia es de cumplimiento efectivo.
En tercer lugar derogar el irritante privilegio del no pago de ganancias por parte de los jueces.
Estas medidas son de sencilla instrumentación jurídica. Sólo exigen valentía política y un claro diagnóstico de que la “paradoja argentina” no es un problema económico ni financiero sino cultural, político y moral. Y sobre todo entender que no nos merecemos estar nuevamente frente a la falsa opción de Macri versus Cristina.
*Juan Carlos Vega es ex presidente la comisión penal de la HCDN. Abogado defensor de Victor Saldaño ante la CIDH en el caso 12.254.
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