Al momento de escribir este artículo (18:16 del 20/02/2024), el presidente Javier Milei ya ha likeado 367 posteos en la Red X. Según el seguimiento de un sitio Web independiente que monitorea la actividad de su perfil en X, este martes ha pasado nada menos que 2 horas y 17 minutos escribiendo posteos, poniendo likes o reposteando posteos de otros usuarios. En el ranking de las primeras 10 cuentas más likeadas por el presidente, figura sólo un medio (@lanacion y @lanacionmas), el resto corresponde a usuario individuales. La más utilizada de las cuentas en su cruzada por X de este martes, fue @lanacion con 22 likeos, seguida de @TraductorTeAma con 16.
Hay que admitirlo, el presidente dedica una media de dos horas en X, la red de su admirado Elon Musk, como revela el periodista de El País, José Pablo Criales, en un artículo que se titula “Milei, el ‘tuitero en jefe’ que despide, insulta, disciplina y persigue”.
Señala Criales, con acierto, en su artículo, escrito a partir del intercambio del presidente con la cantante, actriz y empresaria, Lali Espósito (32), que “las redes sociales de Javier Milei se han convertido en la agenda oficial de su Gobierno. (…) Solo durante la última semana, el ultraderechista ha compartido más de 2.000 posteos, entre elogios de sus seguidores e insultos a sus detractores. A través de X, y siempre a partir del me gusta a algún perfil anónimo, Milei ha adelantado cambios en su gabinete, despedido a funcionarios y alentado una cacería de brujas contra los diputados que se opusieron a sus grandes proyectos legislativos. En la lista de víctimas están desde Lali Espósito hasta al presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab”.
Como contracara de su exposición en X, Milei apenas ha salido de Buenos Aires para recorrer el resto del país. Hasta ahora lo hizo dos veces en 72 días, una media de un viaje cada 36 días. El primero fue forzado por las circunstancias, después de una tremenda tormenta que afectó a Bahía Blanca el sábado 16 de diciembre con un saldo de 13 víctimas fatales. Allí se vio al presidente vestido con ropa de fajina en una reunión con el intendente Federico Susbielles y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof; y luego en una visita a un centro de evacuados, en el que apenas tuvo contacto con la gente que estaba allí. El segundo viaje lo realizó este lunes 19 de febrero, dos meses y dos días después, a Corrientes, donde fue reconocido por un club liberal de esa provincia.
Justamente, en Corrientes, en un tramo de casi cuatro minutos de su intervención de alrededor de una hora, Milei explicó por qué había decidido confrontar con Lali Espósito, pero en ese contexto, repasó una parte de sus ideas y objetivos, y desgranó parte de su arsenal ideológico neofascista y del sistemático agravio de las instituciones y los derechos humanos a caballo de un discurso violento.
Textualmente, el presidente expresa lo siguiente en Corrientes:
“Hay gente que no entiende algunas cosas que hago. Si yo, de repente, decido discutir con una artista popular, el problema no es el artista popular. Ustedes se imaginan que yo me ponga a hablar de (Antonio) Gramsci y de cómo interactúan la educación, los medios de comunicación y la cultura… Me pongo a hablar de eso y es un bodrio. Nadie me va a dar ni cinco de pelota. Además, nadie me lo va a preguntar, a nadie se le ocurre preguntarme semejante cosa. Ahora, si mediante una discusión de estas características te traigo a la mesa todos los excesos que cometen gobernadores e intendentes con los recursos usurpados al sector privado (es otra cosa)”.
“(…) Porque no dejo de pensar que el Estado es una organización criminal y violenta que se financia con una fuente coactiva de ingresos, llamada impuestos. Si entienden que los impuestos son un robo y nunca un político va a poder gastar en lo que ustedes quieren y de la manera que ustedes quieren… Porque, además, aun cuando la gastaran en lo que ustedes quieren, el solo costo de transacción es un problema; y, además, tampoco conocen sus preferencias, por lo tanto, eso no va a ocurrir. Pero, además, esos recursos que a ustedes se los robaron, el político los utiliza para transformar la cultura”.
“Es decir, utiliza artistas para venderles a ustedes el pescado podrido de la política. Les están robando el dinero para además lavarles el cerebro. Lo mismo que hace la educación pública, lo mismo que hacen los medios de comunicación”.
“Esto, a mí, me sirvió para dejar de manifiesto como el señor (gobernador de La Rioja, Ricardo) Quintela decía que no tenía plata, pero gastaba una fortuna pagando recitales de artistas que no hubieran podido cobrar eso en situación de mercado (con lo que hay un agravante adicional, que alguien debería explicarlo); y, además, esos artistas, militaban una determinada idea y se dedicaban a ensuciar, por ejemplo, a los que adhieren a las ideas de la libertad, por lo cual esos artistas dejaron de ser artistas para convertirse en agentes de propaganda política que son financiados robándoles la plata del bolsillo a ustedes”.
De acuerdo a sus dichos, Milei cuando afirma que el Estado “roba” al cobrar impuestos, está en abierta confrontación con la Constitución Nacional, que dice que el Estado se financia, entre otras vías, con los impuestos que cobra. También desconoce el conjunto de leyes educativas que impulsan la educación común, pública y gratuita, y en particular, la primera de ellas, sancionada por uno de los presidentes a los que se remite y admira, Julio Argentino Roca, en 1884. Con ello, se carga al principal impulsor de la educación pública en Argentina, otro presidente liberal, Domingo Faustino Sarmiento.
Mientras que, cuando afirma que los medios de comunicación lavan el cerebro, no sólo los “demoniza”, sino que pasa por encima de los derechos de libertad de expresión y de información que tienen todos los habitantes del país, entre otras razones, porque los tratados de DD.HH., americanos y universales, tienen rango constitucional.
Para completar semejante vendaval discursivo y de violaciones a derechos que constituyen la base de la convivencia democrática en Argentina, el presidente cree que los artistas, por cobrar por su trabajo, son “agentes de propaganda política”. Es decir, no admite el disenso ni el derecho de libertad de expresión que cualquier habitante argentino posee a partir de la vigencia plena de la Constitución Nacional.
Milei parece actuar de este modo porque intenta poner en marcha una revolución de derecha luego de su victoria electoral del año pasado y considera que las instituciones -la Constitución, las leyes, los poderes de Estado, las provincias, los gremios, las organizaciones de la sociedad civil, etc.- son un decorado al que hay que desmontar sin importar el modo. Cualquier fuerza política tiene el derecho de cambiar leyes en la medida en que no se violen derechos a partir de ello, pero también resulta trascendente hacerlo dentro del sistema institucional democrático.
El fracaso del tratamiento de la Ley Ómnibus en el Congreso habilitó a que la ira del presidente cayera sobre todo el sistema político, al que extorsiona por vía directa, con sus acusaciones -muchas de ellas, como cuando dice que hay corrupción, que en su condición de presidente no pueden ser solo palabras, sino que debieran convertirse en denuncias penales- y la interrupción -muchas veces ilegal-, de las transferencias de recursos a las provincias; y del ejército de trolls que lo acompaña, metiendo la situación socio-política y al sistema democrático en una olla a presión, que más temprano que tarde, tendrá sus expresiones violentas.
Dentro de ese marco, su definición como “anarco-capitalista” y su consecuente desprecio del Estado, dejan de ser una anécdota para convertirse en una cuestión relevante. Milei es el representante del poder financiero global en la dirección política de un país de escala media como Argentina. El poder financiero global necesita de la inexistencia de regulaciones o su mínima expresión para poder concretar sus negocios. Para que no haya regulaciones no tiene que haber Estado o como máximo, una débil expresión de él. A partir de sus actos y manifestaciones, el señor presidente no sólo parece dispuesto a arrasar con todo, sino que, mientras lo hace, también le encanta relatarlo a través de X.
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