Casi sin palabras, a puro gesto, con cierta urgencia, el gobernador Juan Schiaretti ha firmado el pase hacia el peronismo triunfante. Distanciado de Cristina Fernández de Kirchner desde cuando era presidenta, en una relación fría y distante con Alberto Fernández, a quien no le brindó su apoyo mientras pugnaba por llegar a la Casa Rosada, no cabían demasiados argumentos para el cambio de paso que ensayó este jueves. Si algo conocen los peronistas, a diferencia de los dirigentes de otras fuerzas, es el funcionamiento y las lógicas del poder. Por eso, el mandatario cordobés hizo lo que tenía que hacer, esto es, subir al colectivo y buscar su asiento en una de las últimas filas. En este tiempo, no le quedaron otras opciones.
Fuentes del PJ local y nacional, consultadas por este medio, coinciden en que el gobernador se movió por necesidad: no podía seguir al margen de las políticas del gobierno nacional, ni del peronismo.
Algunos señalan el déficit de la Caja de Jubilaciones como el principal motor (ayer llegó la primera cuota de 478 millones de pesos, de los casi 3000 millones adeudados hasta febrero); otros al hecho de que Alberto Fernández ha decidido sostener su cabeza de playa dentro del PJ cordobés con Carlos Caserio, y que esa jugada del presidente, a mediano plazo, puede derivar en la perdida de todo el poder; y los menos, de que el gobernador ha leído que el escenario se modificó sustancialmente y no tiene aliados de peso para desarrollarse por fuera del peronismo de Alberto.
Su decisión es todavía debatida hacia adentro del PJ. No todos coinciden con la dirección que le dio al timón, pero nadie hace -ni hará- pública la disidencia, según afirman las fuentes del PJ consultadas. Creen que, a partir del conflicto de los productores agropecuarios por el aumento de las retenciones a la soja, el peronismo cordobés puede perder a parte de su base electoral y es lo que le han planteado algunos de los dirigentes de la mesa chica al gobernador. Los que remarcan este punto, son los que consideran como correcta a la estrategia del partido cordobesista y no quieren salirse de ese camino. El problema para esa construcción, es que Cristina Fernández de Kirchner, ya no es la antagonista.
Pero este es, además, otro tiempo político y económico. En términos generales, la sociedad argentina ha rechazado a Cambiemos a partir de su fracaso económico y la crisis que desató. Más allá del apoyo que Macri tuvo en la provincia y de su relación con él, el jefe del peronismo cordobés entiende que, sin salida de la crisis, no hay oxigeno para nadie, y ha comprendido -con alguna tardanza- que es necesario poner al peronismo local junto con el nacional para empujar hacía la puerta de salida y para gozar de los pocos beneficios que habrá en el corto plazo. Dicen que, “para muestra, basta un botón”: en los 84 días que lleva de gestión, Alberto aún no lo recibió, y recién ayer le giró unos pocos millones. Justamente, un peronista del ámbito sindical recordaba: “sino arreglábamos rápido, íbamos a terminar como (Eduardo) Angeloz en 1995, cuando (Domingo) Cavallo lo cortó el grifo de los recursos nacionales”.
Un dato clave que muestra la actitud y estilo del presidente, es que recibió al senador nacional Carlos Caserio, al secretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gill, legisladores e intendentes cordobeses, en la Casa Rosada, el día que el PJ mediterráneo regresaba al PJ nacional. Es una foto de que está decidido a reclamar un lugar para los suyos en la conducción cordobesa. Es decir, a condicionar el poder del gobernador. Es otra factura por la decisión de prescindencia que Schiaretti tomó el año pasado, en la elección contra Macri.
Esto revela que, si Fernández logra salir de la crisis, en 2021, el gobernador no será el gran elector. A partir de ahora, todo le costará el doble o el triple que hasta hace algunos meses. “La única verdad es la realidad” decía el ex presidente Juan Domingo Perón. El titular del Ejecutivo Nacional depende de la evolución del contexto, esto es, de la realidad, pero si esta mejora o adquiere una dinámica favorable, Schiaretti irá dejando retazos de su enorme poder político en cada día que le resta hasta 2023.
El 5 de marzo de 2020, el peronismo nacional coronó el proceso de unidad iniciado en mayo del año pasado por Cristina Fernández de Kirchner. Mientras que el PJ cordobés verá el inicio de una etapa diferente, donde el cordobesismo se diluirá para darle cabida a una visión integradora. Esto, irremediablemente, marca el comienzo del final del período abierto por el ex gobernador José Manuel De la Sota y el propio Schiaretti en diciembre de 1998.
Una parada brava (para Fernández y para Schiaretti) se producirá en pocos días (el 29 de marzo) en Río Cuarto, cuando Hacemos por Córdoba, con todo el peronismo unido, intente retener el gobierno de la segunda ciudad de la provincia. Justo en el corazón de la Pampa Húmeda. Si el intendente Juan Manuel Llamosas triunfa, será la victoria del peronismo unido. Si pierde, será un fruto de su gestión. Las elecciones locales se resuelven, la mayoría de las veces, por factores puramente locales, pero cuando hay cambios de ciclo socio-políticos en el escenario general, suele haber olas hacia adentro de la comarca. Eso es lo que pasó en Marcos Juárez, cuando emergió Cambiemos, en 2014. Será una oportunidad para ver si el conflicto con el campo tiene posibilidades de horadar el naciente mito de “la solidaridad” que intenta desarrollar en el gobierno el presidente Fernández y al que se ha sumado, con sus matices, el gobernador Schiaretti.
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