La escritora y ensayista Beatriz Sarlo reconoció ayer que no debió haber dicho que le habían ofrecido la vacuna contra el coronavirus “por debajo de la mesa”, cuando en realidad la habían convocado para una campaña de difusión masiva para generar confianza en Sputnik V, y admitió que se “autocritica fuertemente” por haber hecho esa declaración.
Sarlo hizo aclaraciones en una radio luego de haber declarado como testigo ante la Justicia Federal en el marco de una causa en la que se investiga si hubo desvío de vacunas a personas a las que aún no les correspondía recibirlas.
La autocrítica de la escritora llegó en horas de la tarde, luego de que se replicara por los medios su declaración testimonial y el contenido de los correos electrónicos a través de los cuales su editor, Carlos Díaz, director de la editorial Siglo XXI, le acercaba la invitación para formar parte de la campaña, que iba a llamarse ‘Yo pongo el hombro’ pero que nunca llegó a implementarse.
En su declaración testimonial, ante la jueza María Eugenia Capuchetti y a instancias del fiscal a cargo de la investigación, Eduardo Taiano, Sarlo aseguró que la convocatoria para vacunarse le llegó por intermedio de Soledad Quereilhac, esposa del gobernador bonaerense Axel Kicillof.
Sarlo debió declarar ante la Justicia Federal porque a principios de febrero había dicho en el programa “A dos voces” del canal TN que le habían ofrecido la vacuna contra el coronavirus -la Sputnik V- “por debajo de la mesa”, y eso le valió una convocatoria a testimonial por parte de Capuchetti por pedido de Taiano.
Bajo juramento de decir verdad, la ensayista relató que “a fines de enero” la contactó su editor y que por lo que ella entendió “desde provincia de Buenos Aires estaban vacunando para lograr fotos que persuadieran a la gente”, ya que en “ese momento todavía había cierta duda de la efectividad de la vacuna”.
“Eso llegó como invitación desde la provincia de Buenos Aires, a través de la esposa del gobernador de Buenos Aires, Soledad Quereilhac. Díaz me dijo que la idea era legitimar la vacuna a través de figuras públicas. Yo soy de Capital, no estaba anotada en el registro. Como Soledad (por Quereilhac) fue alumna mía, ella se puso en contacto con mi editor. Yo no tendría problemas en ponerme la vacuna, pero no quería que la vacuna se transforme en un ‘toma y daca’, por vacunar a una persona conocida”, aseguró.
La declaración fue muy escueta, Sarlo estuvo poco más de media hora en los tribunales federales de Retiro, en Comodoro Py, pero aportó al expediente los mails en los cuales su editor la invitaba a sumarse a una campaña que no llegó a ejecutarse porque la sociedad se volcó confiada a la vacuna Sputnik V, sobre todo luego que se difundiera por todos los medios que sus características y efectos de inmunización habían sido publicadas en la revista científica británica The Lancet.
Los mails son elocuentes y dejan por escrito que se trataba de una iniciativa pública, que se haría de cara a la sociedad (incluso ese era el objetivo, persuadir para que la gente perdiera el miedo a vacunarse), y no ‘por debajo de la mesa’, como había dicho la escritora y ensayista.
“Me llamó Soledad Quereilhac porque está colaborando con la campaña de concientización para que la gente se vacune. Me pidió una mano para contactar alguna gente, empezando por vos. Es una campaña bien pensada (o sea, no le van a dar un uso político berreta, pero claramente es la campaña a favor de la vacunación de la provincia de BA)”, le anticipaba el editor Díaz a Sarlo en un mail del 22 de enero.
Sarlo –que hasta ese momento no había querido hablar de su declaración como testigo- le concedió una entrevista al programa “Mejor País del Mundo”, de Radio con Vos, y entonces se rectificó. “Me autocritico fuertemente: no debí decir por debajo de la mesa. No ratifico que fue por debajo de la mesa”, reconoció.
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