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[Historias de 64 casillas] Lo difícil de conseguir tablero y piezas en el más allá

Víctor Korchnoi. (Foto: Gentileza).

Desde siempre la humanidad se ha preguntado qué hay más allá de la muerte. La angustia de sabernos finitos nos ha llevado a cobijarnos en la idea de un paraíso, de una existencia plena de felicidad eterna. Nadie ha vuelto para contarlo, salvo aquellos que, como nuestro connacional Víctor Sueiro, llegaron hasta el final de un túnel donde una hermosa luz, pero al parecer muy cegadora, también, les ha impedido darnos detalles del lugar.

 

Sin embargo, y aunque usted no lo crea, algunos entusiastas del ajedrez y de la parapsicología han intentado aportar indicios sobre esta cuestión, y entre otras cosas descubrieron que en el más allá no es tan fácil conseguir un tablero con sus respectivas piezas. Con ese dato, muchos ajedrecistas, con razón, rehusarían entrar al Valhalla de 64 casillas si se les niega jugar unas partidas.

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Tranquilos muchachos amantes de los trebejos. Es difícil, pero haciendo buena letra se consiguen tableros en el paraíso.

“Al principio pensé que se trataba de una broma”, contaba el gran Víctor Korchnoi cuando le dijeron que el gran maestro húngaro Geza Maroczy, quien llevaba fallecido más de 30 años, estaba disponible para jugar.

Esta es una de las historias más extrañas del ajedrez mundial. Involucra nada menos que a Víctor, “el Terrible”, uno de los “campeones sin corona”, extraordinario ajedrecista que nació en Leningrado en 1931 y murió en 2016 en Wohlen, Suiza. Y del otro lado del mostrador, está Geza Maroczy, maestro húngaro nacido en 1870, en Szeged, y muerto 1951, en Budapest, considerado uno de los mejores jugadores a comienzos del siglo 20, y valorado por su gran aporte a la teoría de aperturas.

Epec

La partida se jugó entre 1985 y 1991, por intermedio de un médium, sólo que Maroczy al comienzo de la partida le pidió a Korchnoi si podían jugar mentalmente ya que no disponía de los elementos para el juego. “Me pidieron que no usara tablero ni piezas, ya que Maroczy no disponía de ese material. Sin embargo, un año más tarde me dijeron que podía estudiar la posición en un tablero, ya que Maroczy se había hecho con uno”, cuenta Korchnoi en su libro El ajedrez es mi vida y algo más.

Pero retrocedamos un poco. Vamos por el comienzo de esta historia.

¿CON QUIÉN TE HUBIERA GUSTADO JUGAR?

Siempre nos gusta jugar con la idea de… ¿qué hubiera pasado en un partido entre La Máquina y el River de Gallardo? O ¿entre el Brasil del 70’ contra Argentina del 86’? 0 ¿quién hubiera ganado: Bobby Fischer o Garri Kasparov?

Algo así le preguntaron a Korchnoi en 1985, cuando las tres “K” reinaban en el juego ciencia (Kasparov, Karpov y Korchnoi). Quien le acercó la inusual propuesta fue Wolfgang Eisenbeiss, un suizo, doctor en Ciencias Económicas, presidente de la Sociedad Suiza de Parapsicología y amante del ajedrez.

“¿Con quién te hubiera gustado jugar una partida?”, le preguntó Wolfang y Korchnoi sin saber bien por dónde venía la cosa dio tres nombres: el genial cubano José Raúl Capablanca, el estonio Paul Keres, otro campeón sin corona, y el húngaro Maroczy.

El hungaron Geza Maroczy.

“Una semana después (Eisenbeiss) me volvió a llamar: ‘No hemos encontrado a Capa ni a Keres ahí fuera’ (!!). Pero, Maroczy nos ha respondido. iTe toca jugar!’ ¿Qué es lo que estaba pasando? El señor Eisenbeiss, gran aficionado al ajedrez, había decidido llevar a cabo un experimento relacionado con una partida de ajedrez. Para demostrar la existencia de un alma independiente del cuerpo y, como consecuencia de ello, la posibilidad de que un alma migrara al cuerpo de una persona viva. ¿Qué significaba aquel ‘no hemos encontrado a Capa ni a Keres ahí fuera’? ¡Qué sus almas habían migrado a nuevos cuerpos! Me han preguntado a menudo si creía en la migración de las almas, pero… ¿por qué debería creer en ello? Me escogieron para ser objeto de un experimento sin preguntarme lo que pensaba del tema. Pero a la gente que insistía, les explicaba que había leído mucho sobre este fenómeno, y me inclinaba a creer”, añade Korchnoi en su libro.

Para elegir al médium, nexo con el más allá, Eisenbeiss se propuso dos condiciones: que fuera confiable y que no supiera nada de ajedrez. Esto último estuvo totalmente acreditado ya que el organizador del match tuvo que enseñarle a Robert Rollans, el psíquico finalmente elegido, la notación ajedrecística para poder transmitir las jugadas.

Incluso, para demostrar que no era un engaño (aunque, obvio que fue acusado de fraude), Eisenbeiss le pidió al historiador Lazlo Sebestyen que investigase la vida de Maroczy, pero sin decirle la razón. Sebestyen pensaba que se trataba de una investigación biográfica, pero la idea era poner a prueba al espíritu del ajedrecista húngaro.

Según señala el escritor Martín Arriaran en una nota publicada en 2014 en el sitio “Al filo de la realidad”, y citada en el blog del gran historiador de ajedrez Antonio Gude, al alma de Maroczy le hicieron 90 preguntas. La idea era acreditar la identidad del maestro fallecido cotejando datos de su biografía que sólo el verdadero Maróczy podía conocer.

Así, a través del médium le preguntaron a Maroczy por una partida suya contra un casi desconocido italiano de apellido Romi, en el torneo de San Remo en Italia, en 1930. La respuesta fue sorprendente: dijo que él no recordaba haber jugado con un Romi, pero sí con un Romih. Indagando, el historiador contratado por Eisenbeiss descubrió que el tal Romi era un inmigrante eslovaco que llegó a Italia en 1918 y que su apellido no había perdido la “h” cuando jugó con Maroczy.

Otra de las preguntas cuya respuesta dejó perplejos a los mentores del experimento fue en relación al torneo de Karlsbad de 1929 en el que Maroczy había participado. Citó a cada uno de participantes de la competencia y dijo que el ganador había sido Aaron Nimzovitch: “Un individuo excepcionalmente desagradable”, transmitió el maestro húngaro a través del médium.

En el mundillo ajedrecístico se sabe que Nimzovitch (un enorme jugador y teórico, además) tenía el ego del tamaño de un Tiranosaurio y carecía del más mínimo pudor para elogiarse a sí mismo. Por el contrario, a Maroczy la historia lo recuerda como un hombre modesto, calmo, de carácter amable y cortés.

Pero cómo lo habrá sacado de las casillas Nimzovich al bueno de Geza que este lo retó a duelo de pistola mientras disputaban un torneo en Bled, en 1931. Nimzovitch, como soldado que huye sirve para otra partida, se rehusó a andar a los tiros.

Otra a de las preguntas que se le hizo al ánima de Maroczy fue por una curiosa partida en la que Capablanca, en el mismo torneo de Karlsbad, perdió una pieza en la apertura jugando contra el maestro Fiedrich Saemisch. “Aquel día Capablanca estaba muy nervioso. Tenía un lío con una princesa georgiana, Olga fue el nombre que nos dio. Ella estaba sentada en el auditorio, pero se dio la circunstancia de que la esposa de Capablanca acudió ese mismo día a Karlsbad a ver el torneo”, filtró Maroczy, lo que no es descabellado porque el cubano demostraba su maestría no sólo en el tablero sino también en sus conquistas amorosas.

LA PARTIDA

Korchnoi, que ganó la partida tras 47 jugadas, llevó las piezas negras y planteó la Defensa Francesa. Tras la contienda, declaró que Maroczy jugaba un ajedrez “pasado de moda”. “Jugó la apertura de manera débil, con lo cual yo no estaba seguro de estar compitiendo contra un jugador fuerte. Pero el final de la partida se puso complicado y tuve que esforzarme, incluso, para no perder”, admitió el maestro “viviente”.

La partida duró casi ocho años, debido a los compromisos deportivos de Korchnoi, a los achaques de salud del médium y debido a que a veces Maroczy o tenía compromisos ineludibles en su estancia etérea o no estaba disponible para jugar. Al final, luego de rendirse, Maroczy le mandó sus felicitaciones a Korchnoi y se despidió deseándole muchos éxitos en su carrera ajedrecística.

“No sé a ciencia cierta contra quién jugué, si era Maroczy, Kasparov u otro. Creo que no era Kasparov, porque gané”, señaló el gran Víctor poniéndole una pizca de humor a tanto relato de ultratumba.

* Juan Carlos Carranza es periodista especializado en ajedrez.

Bonus track: la partida del más allá:

https://www.chessgames.com/perl/chessgame?gid=1486372

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