El director lo acompañó desde su despacho hasta la puerta de ingreso. Luis Juez estaba partido al medio. “Nunca hubiera imaginado que Luquitas podía llegar a estar acá”, le decía mientras ambos caminaban lentamente.
El tío agradeció, estrechó la mano del director y caminó hacia el estacionamiento oficial, donde había dejado su vehículo.
Antes había estado algo más de una hora con su querido sobrino Luquitas, el mismo que acababa de caer detenido. Lo sorprendió la policía en la ruta que va a Alta Gracia, cuando llevaba consigo 40 dosis de éxtasis, una droga de diseño que en los últimos años ha sido responsable de varias muertes en fiestas electrónicas, boliches, conciertos, festivales en todo el país.
La causa judicial que se abrió como consecuencia del operativo es instruida por la Fiscalía de 1º Turno de Lucha contra el Narcotráfico, a cargo de Marcelo Sicardi. El joven Juez fue imputado por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
La situación del muchacho era complicada, lo suficiente como para que todas las gestiones del fundador del Frente Cívico y aliado de Mauricio Macri en Córdoba no lograran impedir que durmiera esa noche en la UCA. Y probablemente varias más.
Aún con ello, este muchacho de 29 años puede detentar el singular orgullo de haber sido el único preso de toda la provincia de Córdoba en haber recibido visitas en su lugar de detención, desde que éstas fueran suspendidas preventivamente el 16 de marzo, al inicio de la pandemia.
Es decir, a casi ocho meses de un aislamiento y confinamiento total, donde ningún preso ni presa de ninguna de las cárceles de Córdoba ha podido abrazar sus seres queridos, Lucas Martín Juez, sobrino del ex senador y hoy diputado, hijo del actual vocal del Ersep y ex concejal Daniel Juez, pudo el lunes por la tarde, recibir a su querido tío.
Los datos sobre la visita (¿”clandestina” podríamos llamarle?) fueron aportados por personal penitenciario de la Unidad de Contención del Aprehendido, la famosa UCA, una cárcel de tránsito adonde se amontona a los presos recién detenidos, con la intención de luego “derivarlos” a otras cárceles.
Aunque de muy buena fuente, la versión necesitaba ser confirmada de primera mano, algo que ENREDACCIÓN logró ayer, al establecer una brevísima comunicación con el padre del detenido.
Consultado por la situación procesal de su hijo y por la designación de un abogado defensor, Daniel Juez fue bastante escueto.
– Hablá con Luis, que es el que lo ha visitado ayer.
– ¿Luis lo visitó ayer en la UCA?
– Si, ayer fue Luis.
CÁRCEL INFIERNO, PERO CON HABITACIÓN VIP
Con una capacidad declarada y certificada de 200 plazas, en la noche del domingo -cuando ingresó Juez sobrino- había alojados 709 presos. Esto hace que los pabellones estén atestados de personas, y que los internos deban dormir amontonados: los más afortunados arriba de un colchón compartido con otro interno; los menos, directamente en el suelo.
La UCA fue el primer epicentro de brotes de Covid en las cárceles cordobesas, ya que semejante hacinamiento no hizo posible que se cumplieran las cuarentenas ingenuamente propuestas y dispuestas por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos ni por la Justicia misma.
Ante el brote de la enfermedad y el hacinamiento, el director de esa cárcel, Matías Ceballos decidió trasladar a varias decenas de presos hacia Bouwer, llevando con ellos el Covid hacia el mayor complejo carcelario de la provincia. Desde allí luego se esparció -vía traslados- a Cruz del Eje y Villa María. Y ahora también al Complejo Esperanza. Historia conocida.
Pero en el caso de Lucas Martín Juez, no fue necesario que soportara lo que soporta cualquier preso común de la provincia. “El pibe es el único detenido de la UCA con visitas, celular, y está alojado solo, todo eso autorizado por el director Ceballos”, contó indignado un oficial del Servicio Penitenciario que trabaja en esa cárcel.
Para que no se mezclara con el resto de los malvivientes, Lucas Juez fue alojado en la enfermería, un lugar cómodo, alejado del resto de la población penal, en una habitación con dos camas donde permanece solo y con libertades y privilegios que otros presos no tienen. Por ejemplo, el uso del celular.
Alguien que podría describir ese lugar con absoluta precisión es Eduardo Prestofilippo, conocido como “El Presto”, aquel grotesco “libertario” que fue detenido por entorpecimiento de un procedimiento judicial y tenencia de arma de guerra hace poco menos de dos meses, cuando se lo investigaba por amenazas de muerte contra la vicepresidenta. Con la misma suerte que Juez sobrino, Prestofilippo no tuvo que codearse con el resto de los detenidos, sino que le fue reservada esta habitación VIP, alejada de todos los pabellones, donde atravesó sus días de detención rodeado de “cierto confort”.
Ese mismo nivel de comodidad es el que hoy puede “disfrutar” Lucas Juez, quien hasta hace poco se desempeñó como funcionario del gobierno de Macri, según consta en el Boletín Oficial. Allí trabajó desde el 1º de junio de 2017, nombrado por decreto [ https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/171909/20171005?busqueda=1 ] que lleva la firma del ex jefe de Gabinete Marcos Peña. Lo designaron Coordinador de Despacho, Trámites y Protocolización del Ministerio de Modernización, cartera a cargo de Andrés Ibarra. Su designación fue bajo Función Ejecutiva Nivel IV, con un básico que a valores actuales es de 73 mil pesos. Probablemente de bolsillo hayan sido unos pesos más.
VISITA ESPECIAL
Parte de esos privilegios fueron los que el lunes por la tarde le permitieron disfrutar de una visita, negada para el resto de los mortales en la provincia y en casi todo el país. “Te lo confirmo. Vino a verlo y estuvo algo más de una hora con él”, contó la misma fuente, señalando que antes de salir, “el visitante” permaneció largos minutos conversando con el director Ceballos, aparentemente muy interesado en garantizar condiciones de detención VIP.
El encuentro del diputado con su sobrino acusado por narcotráfico se concretó después de las 19, fuera del horario dispuesto para visitas de abogados, que es de 8 a 12 y de 14 a 17, tal como lo prevén las disposiciones reglamentarias. Y además, ni siquiera tuvo lugar en las salas expresamente dispuestas para estos encuentros, con un vidrio entre preso y abogado, sino que por disposición del director Ceballos fue en la enfermería, es decir, la habitación VIP que le asignaron al interno. Con ello, mal podría argumentar el diputado que su visita fue en condición de “abogado” de su sobrino. Los hechos se encargarían de desmentirlo de inmediato.
Casualmente esa misma noche Luis Juez difundió en Twitter una breve declaración, desligándose de su sobrino, al aclarar que Lucas Juez “no tiene absolutamente ninguna relación con el Congreso Nacional ni con ninguna repartición del Estado”. Y fiel a su estilo, expresó: “Las demás explicaciones las deberá dar él primero ante la Justicia y después ante su familia”.
Lo cierto es que Luis Juez pudo visitar a su sobrino en su propia “celda” y fuera de horario, cuando las visitas están prohibidas desde hace ocho meses en todo el país. Lujos que no se puede dar ningún preso de la provincia. Ni tampoco ninguno de sus familiares.
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