Mariela Elizabeth Chávez es sargento de la Policía cordobesa y es obesa. Ingresó a la fuerza policial hace diez años y se desempeña en el Centro de Control Operativo (CCO) de la Unidad Regional Departamental San Justo, en San Francisco. Denunció en el Tribunal de Conducta Policial a su jefe, el comisario inspector Rubén Caporali y al jefe de personal de la Unidad Regional San Justo, Ariel Figueroa, por ejercer “mobbing” contra ella por su obesidad y discriminación por su condición de mujer.
La denuncia de la mujer fue presentada ayer por la mañana, en la capital provincial.
Reclama que “el Estado debe adoptar formas positivas para erradicar cualquier tipo de discriminación hacia la mujer (profundizada la misma en razón de una enfermedad)”. Y agrega que “concurro, ante el Tribunal, para que no sea una mera denuncia, sino para se tome conocimiento de los padecimientos personales que sufro de parte de los citados jefes y se desplieguen medidas de acción positiva, erradicando el acto y el ente emisor del mismo”.
Explica que el “mobbing consiste en una agresión psicológica con una dirección específica hacia la víctima con una intencionalidad subjetiva y perversa de generar daño o malestar psicológico, su destrucción psicológica y/o su egreso de la organización empresarial. Se trata de un proceso destructivo sutil que tiende a desacreditar o dañar al trabajador; es un atentado a la dignidad, a la salud física y psicológica del trabajador”.
La sargento tiene 34 años, dos hijos, y es oriunda de la misma ciudad de San Francisco. En el contexto de la denuncia, señala que padece un problema de hipotiroidismo, que sería el causante de su enfermedad.
Chávez revela en el escrito al que accedió ENREDACCIÓN que “en reiteradas conversaciones extraoficiales con el personal, el mismo Caporali pone de manifiesto un claro distanciamiento (por llamarlo de alguna manera) al personal que cumplimos funciones en las dependencias no operativas, denominadas “oficinas”. Lo cual no es cierto, porque desde mi función específica, el control de móviles, de cámaras de seguridad y del botón antipánico, son funciones complementarias e inseparables de las operativas cien por ciento”.
A ello agrega que “(Caporali), siempre de modo despectivo, se manifestó en contra de las persona que comen carbohidratos, exponiendo su postura en cada oportunidad que puede”.
“Similar comportamiento tiene el comisario Ariel Figueroa. En este sentido, a comienzos del presente año, comenzó a llamarme “gordita” de una forma llamativa, inadecuada y que no era para nada amigable o (en condición) de compañero de trabajo, en especial por no tenerle confianza y porque al provenir de otro destino, no tengo relación alguna”.
Más adelante detalla una serie de episodios en los que describe el trato discriminatorio que sufre:
-Hace aproximadamente dos meses, el comisario Figueroa, quien siempre se encuentra con el comisario inspector Caporali, llama al teléfono de emergencias “101”, donde es atendido por la sargento primero Ximena Oviedo, a quien le dice: “Decile a la gorda esa que saque el móvil a la calle”. Esto lo dice en razón de que me encontraba realizando la descarga de datos de los móviles que tienen sistema de cámaras. Luego, ese mismo día, un poco más tarde, se hace presente Figueroa, quien es entrevistado por Oviedo, quien le expuso que esa no era forma de llamar a una persona, que yo tenía nombre. (La repuesta fue el) silencio del jefe”.
Decile a la Gorda esa que saque el móvil a la calle” (Figueroa a la cabo Oviedo, en referencia a Chávez).
-El día 28/07/2020, me encontraba recargada (en un operativo), de 12:00 a 16:00, en el acceso Norte a la ciudad de San Francisco, denominado acceso “Maipú”, instalado por el COE de esta ciudad, del cual participamos personal policial, de salud y municipal en forma conjunta, justamente con el fin de detectar ingresos anómalos a la ciudad y evitar la propagación el COVID19. Aproximadamente, a las 14:00, se hace presente en control de acceso, proveniente de la ruta provincial N° 1, en sentido N-S, un automóvil color blanco, marca VW Gol, por lo que el personal municipal encargado de puesto, Rubén Álvarez, se acerca al mismo. Al llegar al lugar, observo que se baja la ventanilla del rodado, detectando que se encontraba el comisario Inspector Caporali acompañado de una mujer rubia. Comienza a hablar con el Señor Álvarez luego de saludarme desde el interior del auto y comenzar a gesticular, cosa que le resté importancia porque no pensaba que se trataba de mí la conversación. De todas formas me extrañó que el personal municipal estuviera tanto tiempo hablando con el Señor Jefe. (El auto donde viajaba Caporali era) un móvil policial y había una mujer que estimo es civil y no pertenece a la fuerza. (Luego) se retira del lugar el móvil conducido por el oficial jefe y se me aproxima Álvarez, notando que se encontraba enojado y sin que le preguntara algo me dijo que le realizó todas las preguntas debidas, pese a que se identificó como jefe policial, porque de manera despectiva y dirigiéndose hacia mí le dijo: “Viste cómo en la Policía las mantenemos bien alimentadas”. (Álvarez) me comentó que esto le cayó muy mal, porque lo hizo burlándose de una condición, que no podía tratar así a los compañeros de trabajo y que dicho trato no era el debido”.
Viste cómo en la Policía las mantenemos bien alimentadas” (Caporali a un empleado municipal, en relación a Chávez).
Sobre el último incidente, la policía cuenta que “en un primer momento lo asimilé y no dije nada. Luego de terminada mi función y al regresar a mi casa irrumpí en un llanto profundo por la denigración a la que me encontré y me encuentro sometida y en especial por lo expuesto –ante civiles–, de parte de un jefe, de mi condición. Esto lo hablamos en mi familia y decidimos que no se puede permitir porque nos hace mal a todos, por ser reiterativo y direccionado. En definitiva es un acto discriminatorio por mi obesidad”.
Posteriormente, relata que “es cierto que soy obesa, poseo esta enfermedad la cual se encuentra relacionada con el hipotiroidismo diagnosticado y el hecho de estar excedida en mi peso no me pone contenta sino que es una lucha diaria constante, cotidiana por luchar contra dicha enfermedad, necesitando control excesivo y tratamiento multidisciplinario al que no puedo acceder. No es que quiera ser gorda, no me alegra ser obesa, pero lucho mucho por no serlo”.
Y argumenta que “una persona que se encuentre atravesando por una enfermedad como la mía, no se le puede hacer este tipo de denigraciones públicas (lo que es más grave aún), ni privadas, sean civiles, como lo es en el caso (relatado) o sean con personal policial”.
LOS AMIGOS DEL JEFE
Mariela Chávez dice también que “no soy la única persona que sufre este tipo de estigmatizaciones/discriminaciones, sino que son varios compañeros de trabajo, en su mayoría mujeres, quienes no formulan denuncia por temor a posteriores represalias de parte de la superioridad”.
En ese sentido, precisa que “Caporali se jacta de tener como amigos a vocales de Cámara penal de la ciudad de San Francisco y a compañeros de promoción en el Tribunal de Conducta Policial, a quienes no conozco, y que estarían a cargo de tramitar temas relativos a las altas jerarquías”.
Finalmente agrega que “estas afirmaciones le dan un halo de impunidad y protección del que no tengo yo, ni el resto del personal subalterno”.
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