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Cultura

Franco Verdoia, el cineasta cordobés estrena una película sobre abuso infantil

Franco Verdoia. El realizador nació en Las Varillas. La ciudad también está presente en "La Chancha". Foto Gentileza.

“La chancha es la historia de una herida, y de qué pasa cuando una persona encapsula un dolor durante toda la vida, por condicionamientos sociales, porque justamente de eso no se habla”, dice Franco Verdoia del otro lado del teléfono dispuesto a conversar sobre su nueva película. Sin descuidar la complejidad del tema, el realizador cordobés retrató una situación de abuso infantil desde la mirada de la víctima cuando ya es adulto. Por eso, la describe como honesta y necesaria, “porque aborda un tema del cual es fundamental ocuparse y del que no debería dejar de hablarse nunca”.

Por la cuarentena obligatoria, el estreno del film que protagonizan Gabriel “Puma” Goity y Esteban Meloni, será el próximo jueves 28 de mayo por Cine.ar. Cuando se desató la pandemia, Verdoia se resistía a la idea de presentar su trabajo en una plataforma online. “Después de tantos años de trabajo, para un realizador ver su film en la pantalla grande es el final deseado. Luego comprendí que si estas eran las circunstancias, tenía que aprovecharlas y entender que, tal vez, había una razón. Hoy estoy fascinado y agradecido, porque si se estrenaba normalmente, la cantidad de espectadores hubiera sido mucho menor. De esta manera, llegará a todo el país con más difusión que en los cines, porque la verdad es que la gente ha dejado de ir a ver cine nacional, y más este tipo de películas: independientes, intimistas y de autor”, cuenta. La chancha, filmada en La Cumbre, es su tercer largometraje, pero el primero que dirige y escribe solo. Los anteriores, La vida después (2015) y Chile 672 (2006) fueron en conjunto con Pablo Bardauil.

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Aunque se fue de Las Varillas hace veintiséis años, todos los días mantiene alguna comunicación telefónica con su pueblo natal. Se instaló en Buenos Aires para desarrollar su vocación en teatro, cine y fotografía. Hoy, a la distancia, confiesa que sus obras son una forma de volver.

¿Por qué querías contar esta historia?

De alguna manera parte de una circunstancia personal, un acontecimiento que me generaba preguntas: ¿Qué le pasa a una persona que fue signada por una huella traumática en su infancia? ¿Qué le pasa cuando se encuentra en la madurez con quien le produjo esa herida? A partir de preguntármelo a mí, lo mejor que podía hacer era utilizar las herramientas que tengo y construir una ficción, hablar de esto a través de un cuento, de una película. Si bien hay una motivación privada, es ficcional, no es una autobiografía. Si es personal la inquietud de abordar el tema porque sí he atravesado una situación de abuso en la niñez.

¿La película no fue tu reparación?

Por suerte, lo he procesado de otra manera, he encontrado felizmente otra sanación. En su momento pude contar con otras herramientas, tal vez el arte tenga mucho que ver con ese proceso. En cambio Pablo, el personaje de La chancha, no las tuvo y encripto ese acontecimiento, no pudo hablarlo y le explota en su adultez. Para mí la película constituye un acto de revisión y de cierre, ponerle fin a un episodio de mi vida. Poder observarlo y también agradecerlo, porque a partir de aquello que viví, hoy puedo llegar a otras personas con un mensaje y una temática que no se aborda en el cine. Esta cuestión personal, me puso en un lugar de privilegio y responsabilidad para llegar a otros. En muchas sociedades hay cosas que están naturalizadas, entonces sigue sucediendo que se vulneran las infancias de muchas maneras. ¿Qué esta pasando con esos niños? ¿Quién los está cuidando?

“La película se logra filmar cuando algo dentro mío ganó la solidez para hablar de ello de una manera madura, sutil y sin golpes bajos”.

¿Cuáles fue el principal desafío de poner un tema complejo en pantalla?

El principal desafío fue personal. Sentir que estaba disponible en ese sentido, porque iba exponer una parte delicada de mi vida. La película se logra filmar cuando algo dentro mío, ganó la solidez para hablar de ello de una manera madura, sutil y sin golpes bajos.

¿Qué parte del rodaje es la que más te interesa?

Soy una persona muy inquieta por todas las áreas. El cine me produce un goce muy profundo que tiene que ver con la posibilidad de sobrevolar en cada una, pudiendo elegir un tono de cortina, un pantalón para el personaje, que va a pasar con los actores y la luz que acompaña la escena. Hacer un abordaje integral del trabajo me genera mucho placer. Disfruto mucho de hablar con el director de fotografía, con la directora de arte. Lo que no disfruto es la espera. Los tiempos desde que escribís la idea hasta que llegan los recursos es demasiado, se me hace muy difícil. Entonces entró en crisis con facilidad, se me dificulta regular la ansiedad, me peleo con los productores. No puedo creer que pasen más de dos años y tenga que seguir esperando para poder filmar, me genera mucho conflicto y desgaste.

Gabriel Goity y Esteban Meloni, los protagonistas. Parte del equipo fue cordobés.

¿Qué te gusta del teatro y la fotografía?

El teatro es mi cuna, mi primera formación y el primer romance con el arte. El ritual del teatro me provoca un enorme placer: Tener todo preparado para empezar la función, ver cómo la gente se acomoda en la platea, ver cómo se baja la luz. También me gusta el riesgo que tiene, que parece que todo está a punto de colapsar. Esa adrenalina de lo vital, el hecho vivo del aquí y ahora, me provoca una satisfacción hermosa. Además a diferencia del cine, tiene un periodo de ensayo. El proceso de gestación con los actores es más de laboratorio, de exploración. Es hermoso el amasado de la cuestión artesanal de lo teatral.

En la fotografía hay algo de la soledad, de estar solo observando un mundo en particular y de la inmediatez, porque no dependés de nadie. Por ejemplo, en mi trabajo Cuñadas, donde retrato a mi abuela y mis tías, mientras tomábamos mate les sacaba fotos, éramos ellas y yo, no necesitaba nada más. Ese encuentro íntimo entre la cámara y el personaje o situación que observo, es muy lindo. Por supuesto que no puedo hacer todo a la vez. Soy un artista al que le gustan tantas disciplinas que tengo periodos en que me voy dedicando a cada cosa. Tal vez mientras espero los recursos para alguna peli me pongo con algo de fotografía. Voy oscilando entre los medios de expresión, soy un gran curioso, no podría elegir uno, siento que lo que tengo para decir, a veces se manifiesta en una foto, otras en un escenario.

Una de las fotografías de la serie “Cuñadas”. Foto: www.francoverdoia.com

¿Post coronavirus, cómo ves la salida del cine?

El cine no va a morir nunca mientras vivamos. Algo de su magia y de su función en el mundo que nos es vital. Vamos a salir de una manera paulatina, como todos los rubros, gestionando un protocolo específico para la actividad y que nos ayuden a relacionarnos responsablemente.

¿Qué cambios en Las Varillas es el que más te impacta?

Lo que añoro de Las Varillas es esta idea romántica –muy Manuel Puig- de pueblo del interior, de calles de tierra, casas bajas, el cielo abierto, muy a la par del monte. Una cuestión que tiene que ver mi infancia y con la fisonomía del lugar que crecí. Hay algo de esa arquitectura y geografía que mutó. Tengo mis reparos con la idea del progreso, siento que es una topadora que avanza derrumbando todo para edificar algo nuevo. Algo de mi discurso tiene que ver con cómo la modernidad va explayándose sin reparos, sin cuidados. El poeta Santiago Venturini dice “donde había un monte ahora hay un living”, yo digo “donde había un living, ahora hay un edificio”. Es el concepto de ciudad que va germinando en estas localidades pequeñas. Al mismo tiempo celebro que haya progreso, es parte de estar conectado con el mundo globalizado, pero te mentiría si te digo que no añoro la vida de pueblo.

¿Te imaginas viviendo nuevamente en un pueblo?

Hace doce años que estamos casados con Sergio. Imaginamos nuestra vejez en Mar del Plata, de donde es él. Hay una zona, Los acantilados, frente al mar, alejado de la urbe. El futuro lo veo ahí en una pequeña casita, con la familia, la salamandra y el mar.

¡Mirá el trailer!

PARA AGENDAR

Estreno: 28 de mayo, a las 20 horas, por CINE.AR TV.

Sábado 30 de mayo, a las 20 horas, en CINE.AR TV.

Desde el viernes 29 de mayo hasta el viernes 5 de junio disponible en CINE.AR PLAY.

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