Su papá Camilo le había dibujado las teclas de un piano en un papel para que Víctor pudiera practicar. Entonces, el día que le trajo una guitarra envuelta en papel madera le dijo a su hijo: “Fíjate, el piano no puedo, pero esto sí suena”.
En esa época Víctor Heredia tenía 8 años, faltaba un poco más de un década para convertirse en la revelación del Festival de Cosquín y así, este 2017 celebrar sus 50 años con la música. “Distintas aristas hubo ese día. Un poco de causalidad y otro de casualidad. Casualidad de que estaba el presidente del Festival Reynaldo Wisner y me invitó a participar del escenario. Y lo causal, es que me gustaba mucho la música, a mis amigos les gustaba como yo cantaba, y que ellos me tenían fe”, le confía a ENREDACCIÓN. A su familia le aviso por un telegrama, tenía 19 años y estaba en la localidad cordobesa de vacaciones.
Aquella noche de 1967 el joven Víctor desafío la cábala de los artistas sobre la mufa del color amarillo y debajo del poncho que le prestó uno de Los Chalchaleros, llevaba un sweater de ese color. “Yo no tenía pensado cantar, entonces cuando uno de ellos me vio, me dijo: “¿Usted va entrar así?”. Era un pibe, yo no los conocía por sus nombres, así que nunca pude definir quién fue, pero todos me confirman que fue Ernesto Cabeza”, explica el músico. En esa dichosa luna coscoína también se cruzó con Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune y Mercedes Sosa, quien luego se convertiría en su madrina artística. “Cuando me escuchó cantar Cafrune, me miró y me dijo: “Mire mocito que va a tener que aguantar con el cuerpo lo que dice con la boca. Y tenía razón el viejo”, recuerda con una sonrisa.
En Córdoba festejó el aniversario en sábado 13, en Studio Theater, en una noche de recuerdos y emociones.
¿Qué se mantiene intacto de aquel pibe?
La pasión por la música, la pasión por la verdad y por ser lo más auténtico posible. Vivo asombrándome de todo. ¡Vale la pena la vida!
¿Qué te gusta de tu momento ahora?
El afecto y la admiración. El reconocimiento de la gente. Durante la carrera uno tiene sus problemas, a mí me tocó sufrir el exilio, la censura, y sin embargo no abandoné la mirada sobre lo que nos pasa. Opino desde adentro, sin partidismo, y eso se lo reconoce.
¿Qué quiebres observaste en estos 50 años en la música argentina?
En general, la gente que escucha música o sigue artistas se queja de la falta de contenidos en las canciones. Se le exige a las nuevas generaciones algo que tuvo por obligación mi generación. Estoy pensando en canciones como Canción para un niño en la calle. Eso se fue extendiendo en el tiempo en cantores como yo que vivimos la dictadura militar, donde señalaba mi desacuerdo, como en Informe de la situación; Sobrevendiendo; o Coraje. La gente espera siempre que los cantores tengamos esa mirada, las nuevas generaciones nacieron en democracia y en pleno uso de esos derechos. Entonces está bien que puedan escribir sobre lo que les parece. Si alguno se destaca desde lo artístico y lo estético, no sólo desde la mirada política, está bien.
Decís que Mercedes Sosa fue como tu madrina, ¿En qué se manifestaba su generosidad?
Cuando me escuchó Mercedes, le dijo a su marido, que era el empresario, que me tenían que llevar a Córdoba, donde se presentaban. Él le decía que no lo tenían previsto, pero ella insistió: “Nosotros lo llevamos y le vamos a dar unos pesos”. Y me presentaba en la mitad del concierto. ‘Quiero que escuchen a este chico’… y se lo tenían que bancar, me tenían que escuchar sí o sí –se ríe-. La negra fue un ejemplo maravilloso de humildad y generosidad.
¿Algún adelanto del disco festejo?
Estoy terminándolo. Es un disco de duetos con mis canciones más exitosas. Entre los invitados están Silvio Rodríguez, Ricardo Mollo, Abel Pintos, Rally Barrionuevo, León Gieco, Liliana Herrero y Pedro Aznar.
¿Qué te regalarías para los 50?
50 más.
Hay varios músicos celebrando sus 50 por estos días ¿Qué momento está viviendo la música popular argentina?
Un buen momento. La música refleja la cultura de su alrededor, es el reflejo exacto. Mirás y hay bandas que están haciendo cosas hermosas, propuestas de chicos que empiezan desde el folclore y que son originalísimos. ¡Está muy bien!
SIN FECHA DE CADUCIDAD
Heredia asegura que hasta que no lo echen no se piensa bajar de los escenarios y asegura que le queda nafta para rato: “Me encanta viajar. Tengo esta vocación que une las dos cosas que me gustan: La expectativa de conocer lugares y relacionarme con la gente, y la de cantar, decir y subirme al escenario”.
Cuando no está de gira aprovecha para mimarse otro poco el alma y los domingos los dedica a la familia. Uno de los planes asegurados es la cancha, para ver a sus hijos jugar al fútbol, uno de ellos de manera profesional, pero no puede revelar el club, porque el joven quiere conservar su intimidad. “Es complicado ser hijo de… Lo hablamos con la Sole (Pastorutti), es un conflicto con los chicos, es una mochilita que llevan. Hay que convivir con eso. Mi técnica es tratar de pasar lo más desapercibido posible y les muestro sus capacidades individuales, las que los han llevado al lugar en que están y los van a mantener. Les insisto que no tiene nada que ver con que sean hijos míos para ser reconocidos, pero no es fácil”, confiesa.
El cantante tiene 5 hijos: Daniela, Laura, Lautaro, Camilo y Tahiel, cuenta que todos son músicos. Incluso, Daniela y Lautaro cantaron con él en la última edición del Festival de Cosquín este verano.
¿Qué cosas no te quitan la alegría?
El asombro de estar vivo, de disfrutar de los amigos, los afectos, los hijos, de la compañera. Es realmente extraordinario, no me lo voy a perder. Me dieron entrada gratis a la vida y la quiero usar hasta el final.
DEL CANCIONERO
Muchas de sus canciones son parte del acervo popular del folclore argentino. Entre ellas, éxitos como Ojos de cielo, El viejo Matías, Para cobrar altura y Sobreviviendo.
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