El presidente Mauricio Macri, con la elección de Miguel Ángel Pichetto, como compañero de fórmula para los comicios en los que buscará la reelección, muestra antes que anda una desesperada búsqueda del centro político.
Ha sido más ortodoxo que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que no sólo buscó un peronista de centro como Alfredo Fernández, sino que se bajó al segundo lugar del binomio.
Los dos compartieron el uso del dedo para elegir el compañero de ruta. Es una época dónde la democracia se ejercita sólo votando, y nada participando.
¿Qué es el centro político? En algun tiempo, el centro, en las sociedades europeas, fueron los liberales, en contraposición a las izquierdas y las derechas neofascistas o conservadoras. Pero con el tiempo, el centro es una posición que varía según el sistema político, donde depende cuáles sean los extremos con capacidad de alcanzar el poder. En lo sustancial es neoliberal en economía, con un discurso respetuoso del sistema institucional (equilibrio de poderes). En general, el “centro” es politicamente correcto, un factor anterior a la actual etapa de “los fanatismos”.
¿Por qué el presidente y la ex presidenta buscan el centro? Porqué los dos escaparon hacia los extremos del sistema político argentino. Macri al neoliberalismo sin filtro, Cristina al populismo. Dentro de ese contexto, ninguno de los dos puede representar al centro.
Otro elemento relevante, es que las encuestas indican que alrededor de la mitad del electorado quiere una opción diferente a cualquier de los dos grandes bloques. Tanto Alberto Fernández como Pichetto poseen pinceladas que ayudan a darle forma a esa búsqueda. Se trata de poder dialogar con esos grupos sociales, más que los votos que cada uno de ellos tiene o puede acercar, intentan desarrollar un perfil que ayude a construir el discurso electoral de los dos jugadores principales de la disputa. Es decir, son complementos necesarios de la construcción del relato.
A diferencia de otras elecciones, aquí se busca a las mayorías que se rozan con ambos proyectos políticos, pero no terminan de verse comprendidas en ellos. Aquel que logre hacerlo mejor estará en mejores condiciones de vencer.
También expresa lo que Macri cree que va a suceder: la necesidad de alcanzar acuerdos políticos que le den sustentabilidad al ajuste y el modelo neoliberal. Pichetto ha demostrado ser un socio eficaz, para él, para los mercados y para la sociedad que lo ha visto en acción.
Implica también que el macrismo se extiende al peronismo, qué es más ancho que su versión original, la que triunfó en 2015, y eso, por más que el 90 por ciento del movimiento fundado por Juan Domingo Perón esté con los Fernández y no con Pichetto, Urtubey o Juan Schiaretti.
Desde otro punto de vista, la iniciativa del presidente demuestra que no quedan espacios para fuerzas que dispersen el voto en primera vuelta, ni siquiera para los que aparecían compitiendo con los Fernández, como es el caso de Alternativa Federal. Se aceleró la polarización social producto de la crisis económica y la ampliación de Cambiemos procura dar cuenta de esa realidad.
Intenta, además, configurar una gran fuerza de centro-derecha, como bloque simbólico, más que real en sentido clásico. Esto es, no se efectúa o concreta con partidos de ese signo, sino con una representación a partir de dirigentes.
Finalmente demuestra, en los hechos, que está a dispuesto a dialogar con otros actores políticos y sociales. La apertura de Cristina es hacía adentro del peronismo, la apertura de Macri es salir del espacio no peronista y abarcar al otro lado de la política argentina, al universo peronista. Conceptualmente, es una jugada audaz.