A Sergio Galleguillo le dicen “El Gallo”, pero no es como el ave que canta con la salida del sol. Para eso, en su granja, tiene un gallo al que sus hijas nombraron Sergio Antonio, como él. Cuenta que desde que empezó con la música, hace más de treinta años, se acostumbró a trasnochar y que entonces la madrugada lo encuentra en su estudio componiendo o cantando. Al momento de esta entrevista son las doce del mediodía y el “embajador de la chaya” acaba de despertar.
Antes de saludar a ENREDACCIÓN, del otro de lado la línea se filtra el canto de los pájaros. “Es increíble vivir en el campo, se siente el verde, la primavera. Es la vida que elegimos, lo mejor que nos puede acercar a la tierra, más yo, que soy folclorista”, revela sentando al aire libre en su casa en La Rioja.
Dice que disfruta de todas las actividades del campo, desde caminar entre los árboles, tener la huerta o cuidar los cabritos, gallinas, chanchos y burros. Andar a caballo es de sus preferidas y para eso tiene lo tiene a Gatica, que se llama así por el boxeador. Lo único que no puede hacer es matar alguno de los animales para asarlo a la parrilla. “Tienen nombre, no los podemos comer, porque mi compañera y una de mis hijas son vegetarianas. A mí me encanta el asado y a mi hija más chica también, aunque estoy camino a ser vegetariano te digo, antes si no tenía carne no era comida, ahora como una vez por semana”, se sincera.
En la granja también conviven con más de treinta perros, de raza y mestizos, varios de ellos rescatados que se van quedando en la casa de los Galleguillo, a donde para ellos hay respeto y cuidado. “Es un mundo animal tremendo”, se ríe.
¿Cómo llegaste a la música?
Mi papá no tocaba ni el timbre pero le gustaba escuchar el folclore, ponía su grabador con un casette de Chango Nieto, Los Chalchaleros… y mi vieja trabajaba en un circo. Por ahí viene la faceta artística, y por la música que hemos escuchado, es por lo que quisimos contar historias a través de la música. No soy un buen cantor, más bien soy un decidor de cosas, soy más de tener carisma y expresarme, ¡cantores hay mejores! Uno tiene ese arte que no se consigue en supermercados. Las cosas que fui mamando y luego mis estudios en el Polivalente de Arte, me terminaron de formar.
Sos un decidor de cosas, ¿cuáles son tus mensaje?
El mensaje que doy es el de la igualdad, del respeto, de seguir la huella de familia, contar la historia de tu barrio, de tu provincia, y llevarla por el país. Yo llevo la chaya que es la igualdad que busca la Argentina y el mundo, sin discriminar. Ese mensaje lo llevo siempre con alegría, porque hay que dar siempre alegría a pesar de las tristezas que a veces uno tiene en el corazón. Es mi responsabilidad, tomé como posta llevar la bandera de esta fiesta tan hermosa.
“El folclore es contar historias”.
¿Sos un cantor popular?
Más popular imposible. Lo soy por las cosas que me pasaron en la vida y que las puedo decir y ser coherente. Cuando hablo de un patio de tierra es porque lo vivo, del mate cocido, el algarrobo, a eso se lo lleva en el corazón, no se quita aunque estés tomando el mejor café en Francia. El folclore no es una moda, es una forma de vida. Muchos jóvenes se confunden con que un reality les dará una carrera, pero cuando se apaga la cámara se acaba la fama. El folclore es otra cosa, es contar historias.
La chaya es alegría e igualdad, ¿cómo es el chayero?
Hay dos cosas diferentes. Por un lado, el riojano que es una persona muy sufrida, muy de perfil bajo, espera febrero para matar las penas de todo el año en los carnavales. Con la quema del muñeco el ultimo día, ahí se queman todas las cosas malas y uno vuelve a nacer, el mensaje es muy bonito. Entonces el riojano ya no cumple años, cumple febreros. Por otro lado, está el chayero, que es quien esperaba el carnaval para cantar y decir a través de las coplas todo lo que se le antojaba. Si hay que decirle algo al gobierno o a quien fuere, se le canta una copla.
VOLVER A LA INFANCIA
En el 2019 Sergio Galleguillo lanzó Volver, sin imaginar que ese título se cargaría de nuevos sentidos tras la aparición de la pandemia. “Hice el disco pensando en volver a comenzar siempre, a creer en uno mismo, a crecer, volver a las raíces, a sentir los perfumes de la infancia, a tener ese corazón de recuerdo hacia la familia”, comenta a días del inicio de la gira nacional que tiene a Córdoba en agenda para el 7 de octubre.
Si regresa a su infancia, su recuerdo más fuerte son sus padres Aníbal y Mabel. Crecer en Campo Vespucio en la comunidad de ferroviarios le regaló el folclore y le mostró la violencia. “Estoy muy contento por todo lo que me pasó en la vida, soy muy agradecido”, resume.
En la década del ´80, “El Gallo” vivió en Córdoba y vendía con su papá choripanes en la puerta de los bailes de la Sociedad Belgrano. “Algún día vos vas a cantar acá y te va aplaudir mucha gente.” El sueño de él se cumplió, pero no me pudo ver, recuerda.
¿Cuál es el primer recuerdo que se te viene de tu infancia?
Mi madre planchándome el ponchito para empezar a cantar y mi padre enseñándome deportes, a él le gustaba boxear. Yo elegí jugar al paddle y al tenis, y había que ser los mejores porque si no el cinto del ferroviario en el lomo era normal. Entonces mi madre con todo su cariño me decía que me tenía que dedicar al arte, a la música, y a la vez, darle el gusto a papá de ser deportista: “Te va a hacer bien para el cuerpo y la música para el alma”.
¿Tu papa era violento?
Mi papá tuvo una crianza muy dura. Nunca lo juzgué. En este momento, por su comportamiento, estaría preso. Él se fue muy jovencito a trabajar en los ingenios y de chico practicaba el boxeo, luego empezó a trabajar de lo que sea para mantenernos, hasta que entró al ferrocarril. Las vías dividían al pueblo entre pudientes y cabecitas negras, nosotros vivíamos en las casillas del ferrocarril, una villa. Era una comunidad muy bonita y, al mismo tiempo, internamente pasaban cosas feas, mucha violencia, era tremendo. Y mi viejo no fue ajeno a eso, se tomaba unos buenos vinos, por celos o por frustraciones, se ponía violento con mi madre y nos teníamos que ir a dormir a la estación. A partir de ahí, comenzamos a cantar con mis hermanos y él empezó a cambiar, porque como que sentía orgullo por sus hijos. Ese fue mi mayor éxito, no es lo que tengo hoy en lo económico y en la carrera, mi éxito fue cambiar a mi papá con la música y luego tener al mejor del mundo. Pidió muchas veces perdón y después nos crio de una forma muy linda. Él estaba chocho, lloraba de felicidad, ese orgullo lo llevó a cambiar muchísimo. ¿Sabés lo que es tener el mejor papa del mundo y ser felices con mi vieja? fue maravilloso. Conocí a dos personas diferentes, uno muy malo y el otro el mejor. No le guardo rencor, el mejor tapó al peor. Falleció en Córdoba en los ferrocarriles Belgrano.
PARA AGENDAR
Jueves 7 de octubre, a las 20, en Plaza de la Música, Costanera esq. Mendoza.
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Rosita
11 enero, 2023 a 16:03
Muy lindo testimonio sobre sus padres. Viva la familia!!!
Mario Alberto Vissani
12 agosto, 2023 a 16:43
me gusta mucho galleguillo, pero no sabia mucho de su historia, gracias por la nota. ahora lo quiero mas…