La construcción de relatos forma parte esencial de cualquier movimiento social, político o de gestión de gobierno. Pretender que no exista uno es negar la manera en que se construye la historia y se testimonia un momento particular de la vida de un país.

Ahora bien, también es cierto que hay relatos que, por más bellos o épicos que parezcan, si se alejan demasiado de la realidad concreta, están condenados a estrellarse tarde o temprano con los hechos. Y eso es, precisamente, lo que ocurrió con los resultados electorales en la provincia de Buenos Aires: un golpe de realidad para el gobierno nacional, una suerte de plebiscito donde la verdadera situación económica y social se expresó con contundencia en las urnas.
Sin embargo, como Consejo Directivo estamos convencidos de que la crisis económica y la ausencia de un proyecto de país productivo no fueron los únicos factores que influyeron en la decisión del pueblo bonaerense este último domingo.
Hay acciones que no son gratuitas. Hay un punto en el que la impunidad se termina. Decir o hacer determinadas cosas tiene consecuencias, y la paciencia social tiene un límite. El maltrato a los jubilados, con ajustes y violencia física cada miércoles; la discriminación hacia personas con discapacidad; los actos de corrupción que comienzan a salir a la luz; el ataque a la libertad de expresión; el ajuste brutal a universidades y al sistema de salud pública; la embestida contra las obras sociales sindicales en beneficio de un sistema privado para pocos; el destrato a los gobernadores y el desprecio por uno de los poderes fundamentales del Estado, como lo es el Congreso Nacional, no pasan desapercibidos. Todo tiene un costo político.
Lo que se presentó como la “nueva política”, una supuesta renovación frente a un sistema contaminado, terminó siendo una síntesis de sus peores prácticas: una versión degradada desde el punto de vista ético, moral y democrático. Frente a eso, el pueblo habló.
Y aunque dudamos que este gobierno —que insiste en funcionar como una autocracia— esté dispuesto a revisar su rumbo, sobre todo si se tiene en cuenta lo expresado en su discurso tras reconocer la derrota, donde ratificó justamente el rumbo económico, no perdemos las esperanzas de que tome nota y se rectifiquen decisiones. Porque más allá de un resultado electoral, hay miles de hombres, mujeres y niños/as que no están felices con el presente, y mucho menos con el porvenir que se vislumbra.
Si profundizamos la mirada, esto va mucho más allá de los votos y las elecciones. Esto se trata de democracia, de igualdad, de justicia social. Se trata de construir un país que nos incluya a todos y todas, y que nos permita vivir con dignidad.
Consejo Directivo Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).
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