“No hay crímenes perfectos, sino investigaciones imperfectas”, piensa Mauro Szeta. Como periodista de policiales, conoce a fondo los detalles de los casos más resonantes de Argentina. Junto a su colega Paulo Kablan, se sube al escenario para contar las historias subterráneas de esos crímenes que conmovieron en los últimos años. ¿Hay un asesino en la sala? se presenta el próximo sábado 9 de noviembre en Ciudad de las Artes.
Szeta comenzó a hacer periodismo policial el mismo año en que Barreda mató a su esposa, sus dos hijas y su suegra. Ese año conoció la escena del crimen y asegura que es escalofriante. Actualmente, es parte del panel de Cortá por Lozano, es columnista en El noticiero de la gente y realiza para Telefe Noticias los informes especiales en las cárceles, entrevistas mano a mano con los presos.Todo, en el canal de las tres pelotas.
Tiene una extensa carrera en televisión y medios gráficos, pero esta es su primera experiencia teatral. En vez de pedirle algún consejo a su hermano Darío Sztajnszrajber, quien ha recorrido el país con su propuesta sobre filosofía en las tablas, se apoyó en su experiencia frente a la cámara.
“Todo el show está atravesado por el mensaje de generar una política de estado sobre la violencia de género y terminar con la pandemia de los femicidios.”
“Todo el show está atravesado por el mensaje de generar una política de estado sobre la violencia de género y terminar con la pandemia de los femicidios. De los grandes casos que tomamos, tres los son”. Sobre los cuatro que plantean en el espectáculo, los espectadores van respondiendo para detectar verdades absolutas instaladas. “Es impresionante cómo hay títulos que quedaron marcados y todo el mundo repite”. Además, el público tendrá que resolver un quinto caso y con la evidencia que ponen a disposición, deberá arriesgar de qué criminal están hablando. No en todas las salas lo logran. ¿Los cordobeses podrán descubrirlo?
¿Por qué hacer ¿Hay un asesino en la sala??
La idea surgió hace dos años, Daniel Dátola, el director, nos propuso hacer casos policiales. No somos actores, sino periodistas contando el detrás de escena de los casos más resonantes, esos datos que no se cuentan en los medios por el tiempo y la lógica de la noticia. La idea es contar lo que queda detrás de los titulares que se leen a diario o de las letras frías de un expediente, aquello que contamos fuera del aire o comiendo un asado. Siempre con respeto a las víctimas, pero al mismo tiempo, mostrando las incoherencias. La gente sonríe para no llorar. Compartimos información que hace ver lo mal que se investiga en Argentina, cómo se pierde evidencia, se confunden pruebas, se equivocan de testigos, datos que se han pasado por alto en los grandes casos, pero que explican el por qué no se resolvieron. Por ejemplo, en el caso María Marta García Belsunce, se instaló que la habían pegado con “la gotita” para tapar los impactos de las balas. Nunca se aclaró que lo que se encontró es cianoacrilato, un producto encontrable en la tintura de cabello. Así como esta, aparecen muchas cuestiones insólitas. Por eso, insistimos, no hay crímenes perfectos, sino investigaciones imperfectas.
¿Cuál es el rol del periodista durante estas investigaciones?
Marcar desde la contradicción y el contraste con el expediente. Tenemos la tendencia a repetir como loros los que nos revelan nuestras fuentes de información. En los noticieros hago el ejercicio: cuando traigo algún dato al noticiero, mis compañeros me lo ponen en duda, demostrando alguna falta de lógica. La función es no ser meros repetidores, sí contar que la causa la maneja un fiscal que cree determinada cosa, un defensor y un tribunal que también, pero además, escuchando a las víctimas y familiares que cuestionan cómo se investigó, escuchando a los imputados. Tenemos que ser más reflexivos que nunca, porque a veces somos un vehículo para instalar verdades que no son tales.
¿Por qué a la gente le atraen los casos policiales?
No lo tengo muy en claro. Hay como una fascinación, un atractivo de espiar en el mal, en la oscuridad, que hace que no sólo interese el periodismo policial, sino que exploten las series del género. Muchos policiales de impacto, lamentablemente en Argentina, se viven como telenovela, el público se sienta a mirar todos los días el capítulo cuando se trata de hechos reales, incluso debaten en la mesa si le creen al testigo o quién es el asesino.
“Tenemos que ser más reflexivos que nunca, porque a veces somos un vehículo para instalar verdades que no son tales.”
¿A vos qué te atrae?
Me lo recomendó un colega acreditado en la Jefatura de Policía, porque de todas las secciones, es la crónica más completa. Y la verdad que tenía razón, me enganché en ese concepto y desde ahí no paré, me gustó. Todos los años trato de volver a enamorarme de la profesión, porque uno se va cansado y es desgastante, no dejás de consumir las historias oscuras de los demás. El cuerpo te pasa factura, ya llegará el momento de ver si esto es para siempre.
¿Por qué los delincuentes a los que entrevistás se abren con vos?
Porque los escuchan, básicamente. La demanda carcelaria es que nadie los escucha. Yo sé lo que pienso de cada criminal, no los defiendo, los repudio, creo que deben ser juzgados, condenados y pagar por lo que hicieron, no tengo dudas. Sé que el sistema como está creado, los mete adentro de las cárceles y, a veces, ni siquiera sus abogados defensores van a escucharlos. El sistema debiera permitir un intento de resocialización, está muy lejos de tal ideal como está planteado. Esperamos que de a poco exista un proyecto para que no sea un lugar de castigo permanente, porque el día que salen, salen peor. Se necesita gente que los escuche, no que los excomulgue, todo lo contrario, explicarles que lo que hicieron está mal, que es un delito, que tienen que pagar por ello.
¿Por qué poner estos testimonios en primera persona?
Lo que nos pasó con la sección es que terminó siendo un servicio preventivo. Al saber cómo piensa un criminal, que te cuenta de qué manera afana, cómo te marcan, cómo entran a tu casa, por qué se sacan o por qué disparan. De algún modo, al que no es delincuente le estamos mostrando cómo piensan, para prevenir. Escucharlos te genera como una autodefensa, sirvió para protegernos.
La policía la bautizó La Bonita. Empezó a drogarse y a robar a los 14 años. Formó su propia banda en el barrio Las Antenas. Dice que no se arrepiente. Acá se confiesa. https://t.co/RPjN5WA82D
— Mauro Szeta (@mauroszeta) November 7, 2019
¿Se necesita sangre fría?
Más que sangre fría, concentrarse, escuchar, no destemplarse, respirar y no enojarse.
PARA AGENDAR
Sábado 9 de noviembre, a las 22 horas, en Ciudad de las Artes, Av. Pablo Ricchieri 1955.