Meditar para Erika Halvorsen, lejos está de la posición de Buda. Sentarse en su escritorio, abrir un archivo de Word, respirar profundo y dejar que las palabras fluyan una tras otra, es su ritual de liberación.
Contar historias siempre fue lo suyo. Egresó como directora de teatro, pero en el oficio se fue consolidando como dramaturga, guionista y escritora. Tiene más doce obras escritas, entre ellas Hija de Dios protagonizada por Dalma Maradona.
Editó tres novelas, dos ya adaptadas al cine y la restante en el camino de la producción. De El hilo rojo vendió los derechos y no tuvo nada que ver con el film protagonizado por Benjamín Vicuña y Eugenia “China” Suárez. En cambio, con Desearás le dio a Diego Kaplan la posibilidad de crear una nueva obra a partir de su libro y se conmovió con el resultado. La versión cinematográfica llevó el título Desearás al hombre de tu hermana. “Cuando se convierte en película, soy una espectadora virgen. Es muy mágico el proceso de ver como algo que se me ocurrió sola frente a mi PC, ahora está ahí en la pantalla. Es como que se te cumpla un sueño. Es muy movilizante, hasta me da risa nerviosa pensarlo”.
En el marco de la Feria del Libro, este miércoles estará en Córdoba presentado su última novela What’s Up mamis, concebida originalmente para la pantalla grande. Se trata de una “road novel” donde la empatía, el deseo y el placer son los protagonistas junto a cuatro mujeres que, con poco en común entre sí, se convierten en aliadas indispensables para sobrevivir. “Cuando una rescata a la otra, se está rescatando a sí misma. Hay un anhelo de libertad, de despertar lo que está dormido”, cuenta.
Indagar en las concepciones establecidas en torno a la maternidad es uno de los tantos temas del universo femenino que la movilizan. También es la autora de Pequeña Victoria, la ficción que estrenó este lunes en Telefe, con la subrogación de vientres y la plurimaternidad como tópicos principales. Este proyecto fue una gestación de nueve meses escribiendo más de quince horas por días.
Mientras, se encuentra trabajando en la adaptación a serie de El fin del amor de Tamara Tenenbaum.
¿Por qué mujeres protagonistas?
Soy mi primera espectadora. Cuando escribo, primero la historia se cuenta a través mío. Me interpela lo femenino, me parece un universo con muchas capas. Me interesan más los personajes femenino con todas sus contradicciones. Sobre todo en estos tiempos, me gusta contar mujeres libres. Estamos en el auge de las distopías y yo prefiero plasmar utopías, que como decía Eduardo Galeano, sirven para caminar.
¿Escribís literatura como guionista?
Soy guionista. Por eso aparecen primero las herramientas del guión para poder narrar, necesito los límites de esa estructura para jugar. La versión más pura mía es la del libro.
“Me interesan más los personajes femenino con todas sus contradicciones”.
¿Encontrás libertad en la literatura?
Escribir es mi lugar de mayor libertad. Lo que escribo va directo al espectador/lector. En el cine o teatro hay una cadena de personas que le va poniendo su cuota, en la obra final intervinieron un montón de miradas. El libro me permite encontrar mi propia voz.
¿Estás atenta a la agenda pública para escribir?
Estoy atenta a lo que pasa. Sobre todo porque las mujeres nos estamos preguntando cosas, estamos viviendo un proceso de deconstrucción, hasta los hombres. Las personas que escribimos tenemos como una especie de antenas para impregnarnos de lo que está pasando. Incluso, a veces, los guionistas nos adelantamos. Por ejemplo, empecé a escribir Pequeña Victoria hace dos años y cuando se la propuse a Daniel Burman, ni me imaginaba que saldría en la televisión argentina, la estaba pensando para afuera. En ese caso, se nota cómo se se van corriendo límites y ganando espacios de libertad para proponer algunos temas que están en agenda y que generan debate. Una ficción no intenta dar respuestas, sino poner los temas en la mesa y generar preguntas. Por ejemplo, Pequeña Victoria habla de qué es maternar, sobre los vínculos y romper con la institución familiar.
“La imaginación y el cuerpo son los primeros territorios donde tenemos que ser libres”
¿El deseo es el tópico de nuestra época?
El deseo nos atraviesa históricamente a las mujeres. Sentirnos sujetos deseantes y no solo objetos de deseo, necesita de un recordatorio constante. Cómo se puede resolver y dar luz sobre eso. Hay algo del cuerpo de la mujer como territorio político, de conquista, incluso éramos botín de guerra. Por eso, es importante apropiarse de nuestro cuerpo y nuestro deseo. Por ejemplo, de adolescentes no contamos acerca de nuestra autoexploración sexual, en cambio los varones lo tienen muy habilitado, incluso hasta como rituales colectivos. Nosotras, hasta en la intimidad, la vivimos con pudor. Primero debemos conquistar nuestra autonomía, ahí entra el propio placer. El lugar para ganar libertad es el propio cuerpo. La imaginación y el cuerpo son los primeros territorios donde tenemos que ser libres.
¿Se desconoce o se niega el universo femenino?
Hay mucha ignorancia de muchos hombres respecto de las mujeres. Varios me han dicho “escribís como varón”, porque uso palabras de la sexualidad, pero hay cuatro o cinco, tampoco es que sobran metáforas. Hay una creencia que hablar de sexo o el apetito sexual está asociado a lo masculino.
¿No le temés a la página en blanco?
Nunca sentí que escriba yo. Dejo que fluya y confío, no me impongo ideas. Es como un fluir del inconsciente. La tarea concreta de escribir una palabra al lado de la otra, me va llevando y me genera mucho placer. Obvio que cuando me leo no me gusta, si fuera yo sola no me hubiera publicado nunca. Por suerte, siempre escribo para entregar, entonces hay alguien que te da una devolución y todo va traccionando para adelante. Termino de escribir y digo “¿qué hice?”. Pero la historia se escribe a pesar de una.
PARA AGENDAR
Miércoles 18 de septiembre, a las 19 horas, en Salón Rojo del Cabildo de la Ciudad.