Cuesta entender cómo la República Argentina ha llegado al lugar en el que hoy se encuentra hoy. Esto no implica, solamente, cuestionamientos que podamos hacerle al actual gobierno nacional. Es producto del fracaso de toda la clase política argentina en su conjunto (desde el retorno de la democracia hasta la actualidad).
En primer lugar, es el fracaso de quienes han gobernado los destinos de esta Nación (a través de sus medidas económicas y políticas), pero también gracias a una tibia oposición (y en algunos casos, claramente funcional al oficialismo en muchas cuestiones).
No se comprende entonces, cómo Argentina siendo históricamente considerada el granero del mundo, tiene a la mitad de su pueblo en situación de pobreza, a seis (6) de cada diez niños padeciendo hambre (hecho gravísimo), desocupación elevada, millones de personas subsistiendo de planes sociales (ayudas del Estado), casi la mitad del mercado laboral no registrado, avance constante de la precarización y la flexibilización laboral de hecho, salarios y jubilaciones ubicados por debajo de la indigencia, entre muchas otras cosas más.
Por otro lado, la economía nacional está prácticamente dolarizada en rubros como alimentos, medicamentos, combustibles, entre otros, mientras que los ingresos de la ciudadanía, es en pesos.
Disponemos de todo lo que se necesita para ser país del primer mundo. Recursos naturales y un gran territorio, para aspirar a alcanzar el pleno empleo registrado, con salarios dignos que le permitan a toda la familia volver a comer en su casa nuevamente (y no tener que asistir a comedores para tener cubierta al menos alguna de las comidas del día). Sólo falta implementar el proyecto para hacerlo real.
Lamentablemente, nuestra clase política gobernante está absolutamente alejada de la agenda, las problemáticas y necesidades de los argentinos.
Diera la sensación de que solo trabajan la agenda partidaria, pero no de la gente que los votó. No existe un modelo de país, no hay plan económico, y cada gobierno que pasa en el poder solo aplica parches durante cuatro (4) años. Así estamos.
Otro grave flagelo económico que hace engrosar día a día el número de pobres, es la inflación. En el mundo, la inmensa mayoría de los países tienen en un año, la inflación que Argentina en un solo mes. La juventud no puede, en muchos casos, proyectar su futuro aquí, buscando encontrarlo en otra Nación.
Otra grave problema que existe, es que la mayoría de la clase política está enquistada en los cargos (desde hace años), al no existir internas verdaderas en todos los partidos políticos, y terminan generalmente siendo elegidos a dedo para los diferentes cargos.
Para que existan resultados diferentes, quizás sea tiempo de avanzar en una profunda renovación dirigencial y generacional en todos los espacios políticos.
Millones de argentinos y argentinas no nos sentimos representados por quienes nos gobiernan desde el poder. En campaña, nos hacen promesas de que desde el poder darán soluciones a nuestras necesidades. Pero una vez que llegan, sólo nos dan la espalda. Irónicamente, el derecho a la movilidad social ascendente termina siendo aplicado a la mayoría de quienes están la política partidaria. Pero la ciudadanía, por el contrario, padece una movilidad social descendente desde hace décadas y continúa cayendo cada vez un poco más abajo.
No podemos darnos el lujo de seguir regalándole años de nuestras vidas, a una dirigencia política que no merece estar ocupando los cargos en los que están. Tenemos todo lo que se necesita para ser potencia mundial. Quizás haya llegado el momento de iniciar un gran proceso para democratización en los partidos políticos, para apostar a una nueva dirigencia que desde sus cargos, realmente representen los intereses del pueblo argentino.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado, delegado del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y coordinador de la Intersindical Argentina.
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