“Mi prioridad siempre es humanizar a la estrella, y eso no siempre es fácil cuando se trata de un icono global, un mito. El mayor reto era llevar a la persona que es vista como un dios a un tamaño humano”, explicó Jason Hehir en una nota con El País de España. El director de The Last Dance logró el cometido, y el documental rompió récords, llegando a 23,8 millones de hogares fuera de Estados Unidos.
Aunque el éxito fue rotundo, esta semana comenzaron a salir a la luz voces disidentes con la serie documental. Ex jugadores, compañeros y periodistas apuntaron a la omnipresencia de Michael Jordan, y cómo este influyó a la hora de narrar los hechos que ocurren en The Last Dance. Nada fuera de lo común, cuando Jordan entra en escena, deja lugar para aduladores y críticos.
Hace unos días, Scottie Pippen dejó saber que quedó decepcionado por cómo fue su papel en los siguientes ocho capítulos tras su perfil en uno de los primeros episodios. Lo mismo ocurre con varios de sus ex compañeros que salen en el documental. Inclusive Horace Grant, ex compañero, exclamó que “el 90% de lo que dice la serie es basura”.
“Podríamos haber añadido varias cosas a muchos de los episodios, teníamos que clavar 55 minutos para cada uno. En los cuatro primeros, en los que recuperamos la historia de Michael, Scottie (Pippen), Dennis (Rodman) y Phil (Jackson), podríamos haber dedicado media hora a cada uno de ellos. Son personajes muy interesantes y diferentes. Toni Kukoc se merecía un capítulo entero después de todo lo que vivió durante su infancia en medio de la guerra de los Balcanes. Había muchísimas cosas, pero estoy satisfecho con el producto final”, aclaró Hehir.
Otro tema de debate, fue que muchos consideraron que la serie trató al Gerente General de los Bulls en esa época, Jerry Krause, como un villano. “Mucha gente le ha otorgado ese papel de villano, pero no era mi idea ni mi intención. Muchas personas contribuyeron al final de esta dinastía, y decir que Krause era un villano… en cierto sentido fue un héroe”, explica el director.
Y agrega, “consiguió a Pippen, traspasó a Oakley por Cartwright, drafteó a BJ Armstrong, fichó a John Paxson, Steve Kerr, Rodman, Kukoc. Él vio algo que nadie más vio en Phil Jackson. No le considero el villano”.
Por otro lado, también dejó en claro que Jordan no tuvo influencia a la hora de armar el enfoque del documental. “Yo parafraseé una conversación entre nosotros, pero él nunca dijo que tuviera miedo de aparecer como una persona horrible. Los medios atribuyeron esa cita de manera errónea. La gente piensa que esto es una maniobra de márketing, pero no es así. Nunca me dijo que no pudiera preguntarle ciertas cosas, ni pidió que quitáramos nada de la cinta”.
La diversidad de testimonios se evidencian con los más de 100 entrevistados que realizó Jason Hehir y su equipo. De todas maneras, una vez finalizada la serie, muchos comenzaron a preguntar por qué no tenían lugar ninguna de las dos esposas de Michael Jordan en la historia, ya que ni Juanita Vanoy, ni Yvette Prieto aparecen.
“Si hubiéramos hablado con las familias de los jugadores hubiéramos quitado el foco a la dinastía de los Bulls. Este es un documental sobre esa dinastía a través de un enfoque centrado en la temporada 97-98. Sus vidas personales no eran lo importante”, afirmó.
“Cuando discutimos con Michael de asuntos personales era porque tenían un efecto en la pista. Después de ir a Atlantic City (a apostar al casino), los Bulls ganan cuatro partidos seguidos a los Knicks, por eso hablamos de ese tema. Cuando hablamos del juego y las apuestas de Michael, hablamos de la presión y el escrutinio bajo el que jugaba. Todo está tratado bajo el prisma del baloncesto”, cerró Hehir.
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