La unificación de la oferta electoral que implica el Frente de Todos (kirchnerismo + peronismo + massismo) se articuló eficazmente con la unificación de la demanda electoral. La fractura que afectó al espacio pan-peronista desde la elección de medio término del 2013 (con la fragmentación entre los trabajadores formales respecto a los informales y desocupados) se habría suturado al calor de la crisis y el malestar socioeconómico generados por la gestión Cambiemos, en especial desde 2018.
Así, los sectores de trabajadores formales medios, que en el ballotage de 2015 habían votado por el aspiracional y la promesa de “podemos vivir mejor” (entre otras) que Cambiemos hizo en aquella campaña, en esta habrían ejecutado un “voto castigo” contra el malestar socioeconómico generado por la gestión de Mauricio Macri y el incumplimiento de esa y de otras promesas (como la de eliminar Ganancias para los trabajadores, resolver la inflación, etc).
GRÁFICO 1.
GRÁFICO 2.
Uno de los clivajes de la PASO de agosto pasado sería el clasista o, en sentido más amplio, el socioeconómico, lo que algunos analistas han graficado cruzando el voto con indicadores de necesidades básicas insatisfechas (NBI; Ver Gráfico 2) y con el ingreso (Ver Gráfico 2), donde se advierte que en las zonas relativamente más castigadas se impuso el Frente de Todos y en las relativamente más favorecidas lo hizo Juntos por el Cambio.
Otro clivaje de la elección fue el etario, ya que los segmentos de electores relativamente más jóvenes eran los que pesaban más en el padrón, y el resultado del 11-A sugiere que se inclinaron mayoritariamente por la fuerza opositora, como ya indicaban los estudios preelectorales anteriores a las primarias.
GRÁFICO 3.
En este marco, casi todos los sondeos pos-PASO que venimos repasando (salvo el más reciente de Rouvier & Asociados) coinciden en marcar de cara a la elección general de octubre una ampliación de la diferencia a favor de la fórmula opositora.
Según la última encuesta publicada por Federico González & Asociados, la lista del Frente de Todos que componen Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner alcanza intención de voto del 55,1%, mientras que los candidatos de Juntos por el Cambio, Mauricio Macri y Miguel Pichetto, llegan al 32,5% (Ver Gráfico 1).
GRÁFICO 4.
La proyección es con indecisos y sobre votos positivos, e implica que la elección se resolvería sin necesidad de ballotage. En la intención de voto lineal, los Fernández alcanzan 51,2%, mientras que Macri-Pichetto retroceden al 30,2%. La asignación de indecisos hace avanzar al Frente de Todos al 53,6%, mientras que Juntos por el Cambio sigue por debajo del resultado obtenido en las PASO (31,6%). De hecho, aún excluyendo el voto en blanco, el oficialismo queda algo por debajo del caudal que alcanzó en las primarias: 32,5% vs 32,94%, si bien esa diferencia de 0,44 pp. es estadísticamente no significativa (Ver Gráfico 4).
GRÁFICO 5.
Por su parte, Lavagna-Urtubey retroceden al 6,1%, caudal que les basta para duplicar a la izquierda que encabeza Nicolás del Caño. Esos movimientos se dan dentro de un panorama donde la polarización trepa del 82,43% que vimos en las PASO (suma del caudal de las dos fuerzas más votadas, 49,49% de Frente de Todos y 32,94% de Juntos por el Cambio) a 87,6% (Ver Gráfico 5). Sin embargo, esa polarización más intensa se distribuye asimétricamente, pues mientras el Frente de Todos avanza, el oficialismo se muestra estancado; una perspectiva preocupante de cara a la elección general.
>> Norman Berra (@berranorman) es encargado de Proyectos de Consultora Delfos. Regularmente publica en su Blog Clima de Opinión y en el sitio de la Consultora Delfos.