Hay una palabra incómoda, dolorosa y difícil de pronunciar para quienes llevan adelante la lucha contra el Covid-19 en Córdoba: la palabra muerte. Y no es para menos. Las cifras de víctimas de algunos países y las imágenes de cadáveres abandonados en calles de ciudades latinoamericanas son angustiantes. El virus no sólo alteró nuestras vidas cotidianas, también nuestras maneras de “vivir la muerte”, de hacer el duelo para asimilar la pérdida.
Hasta el momento, Argentina registra 47 muertes, dos de las cuales ocurrieron en hospitales del interior de la provincia de Córdoba. Ignacio Miguens, de 66 años, un ingeniero agrónomo de la localidad de Huinca Renancó, murió ayer en el hospital de Río Cuarto, sin posibilidad de despedirse de su familia, entre ellos, su mujer, quien había viajado a México, contrajo el virus y permanece aislada, sin síntomas.
Ante la posibilidad de que el contagio no acabe cuando el paciente muere, los Estados han tomado precauciones. Para que la situación no se desborde cuando llegue el pico de la curva, calculado para mayo, el Gobierno de Córdoba elaboró un detallado protocolo que indica cómo proceder en la manipulación, traslado y destino final de los cuerpos de casos probables o confirmados de Covid-19.
El documento fue diseñado por la comisión de “Óbito” del Centro de Operaciones Estratégicas (COE) que funciona en Complejo Pablo Pizzurno. Las autoridades guardan absoluta reserva sobre sus detalles y nadie puede hablar del protocolo, según dicen, por orden directa de Marcos Bovo, secretario de Comunicaciones de la Provincia. “Por ahora, preferimos hablar de la vida, no de la muerte”, dijo el médico Juan Ledesma, coordinador del COE y director del Hospital de Niños.
Pese al hermetismo, Enredacción pudo saber que el gobierno provincial quedó “muy conforme” con el protocolo. “Estamos muy holgados para hacerle frente a la situación”, fue la expresión que usó una fuente que participó de la comisión de Óbito, dirigida por Antonio Caravello, subdirector hospitalario de la Municipalidad de Córdoba. “Participan muchos sectores del gobierno y logramos llegar a acuerdos con el sector privado (empresas de traslados, crematorios, cementerios) y con la Comipaz (Comité Interreligioso por la Paz)”, aseguró. La base logística para coordinar el tratamiento de cadáveres funcionará en el Polo de la Mujer y estará a cargo de un coronel del Ejército. En ese lugar se instalarán “depósitos transitorios” (contenedores refrigerantes que generan temperaturas de hasta -25 grados) en caso de que sea necesario.
El desarrollo del protocolo provincial fue tomado como ejemplo por el Gobierno Nacional, que el viernes hizo circular dos guías con recomendaciones basadas en las experiencias de Córdoba y Mendoza, para los cuerpos médicos forenses, que deberán intervenir sólo en casos de muertes sospechosas de criminalidad o violentas.
DESTINO FINAL
El protocolo establece las formas y recaudos que deberán tomarse en cuenta en hospitales, cocherías, cementerios y crematorios en casos de coronavirus. Las medidas también alcanzan a las pertenencias de los fallecidos y los rituales mortuorios, que se reducen al mínimo. Los responsos, velorios, el saludo de la familia y el acompañamiento de allegados en caso de cremaciones o entierros están suspendidos.
En caso de que una persona muera en un hospital, de inmediato, en la misma habitación de aislamiento, debe ser ungido con una solución de hipoclorito y embolsado en una bolsa sanitaria estanca biodegradable. Los ataúdes para su traslado también deben reunir cualidades técnicas sanitarias. Y todas las personas que participan del aislamiento o el traslado deben contar con el Equipo de Protección Individual (EPI).
Otra de las recomendaciones es no realizar autopsias para casos probables o probados de Covid-19. Si se trata de muertes violentas o sospechosas de criminalidad, el Instituto de Medicina Forense de la Policía Judicial se abocará al “examen externo y confección del certificado”. Sólo si es necesario, la autopsia será “limitada”.
Sobre el destino final, las indicaciones internacionales sugieren, como primera opción, cremar los cadáveres o inhumarlos en tierra, no en nichos. “De no contar con bolsa estanca, deberá ser incinerado, de no ser posible, deberá ser inhumado solo en tierra”, aclara la guía.
Tomando como base la tasa de mortalidad de otros países, que varían entre 1,5% y 9,5%, el COE hizo estimaciones para Córdoba. La hipótesis sobre la que se trabaja es que en un periodo de tres meses el virus podría causar 400 muertes en la provincia. Las fuentes especificaron que hay ocho crematorios en todo el territorio provincial (cinco de los cuales están en la capital y alrededores) con capacidad para realizar “3 a 4 cremaciones diarias”. Si la cantidad de muertes supera la capacidad de contención, se utilizarán containeres refrigerantes.
Una de las guías distribuidas por el Gobierno Nacional que toma como referencia información de Córdoba, sostiene: “Puede permitirse el acceso de los familiares y amigos a la habitación antes de proceder al traslado del cadáver. Estos no deberán establecer contacto físico con el cadáver ni con las superficies u otros enseres de su entorno o cualquier otro material que pudiera estar contaminado. Deberán observar las precauciones de transmisión por contacto y gotas, siendo suficiente una bata desechable, unos guantes y una mascarilla quirúrgica”.
Sin embargo, el único funcionario cordobés que hizo mención al protocolo, el ministro de Salud Diego Cardozo, dijo a FM Inédita de Cosquín que “no habrá momento para despedirse”. Sostuvo que, si el contagio de coronavirus está confirmado “no puede tener contacto absolutamente nadie, más que el personal provisto del equipamiento biosanitario para garantizar que no haya contagio”, expresó.
LOS RITUALES DE LA MUERTE
La antropóloga María Cátedra, autora del libro La muerte y otros mundos, docente de la carrera de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid, dijo al diario El País de España que, con el coronavirus, se produjo “un cortocircuito en los ritos de paso que nos ayudan a asimilar la muerte”. La profesora explica que la ritualidad de la muerte se compone de tres pasos definidos como separación, margen e incorporación, los que se han quebrado durante esta crisis. En la mayoría de los casos, se mantiene la separación –cuando el enfermo es hospitalizado– pero se elimina el margen intermedio de acompañamiento hasta que pierde la vida y, por último, debido a la cancelación de los velatorios y a la reducción de la presencia humana en entierros y cremaciones a un mínimo aséptico, queda en una nebulosa la incorporación del difunto a la categoría de muerto. “Es un corte radical en nuestros procesos culturales de asunción de la muerte, que no por ser ritos y pertenecer a la dimensión de la costumbre dejan de ser fundamentales”, sostiene.
El apoyo y la contención espiritual ha sido un tema de debate dentro de la Comipaz. Desde que se decretó la cuarentena, sin posibilidades de realizar velorios, los líderes espirituales acompañan a las familias hasta el cementerio. Siempre en grupos reducidos. “Estamos trabajando con la escucha y la oración conjunta. Algunos sacerdotes se están manejando por medios electrónicos, redes sociales, o en el caso de los pueblos, con las radios locales, por ejemplo”, explicó el obispo Pedro Torres, representante por la iglesia católica. “Elaborar un duelo lleva tiempo. Esta es una situación atípica donde ese proceso se ve impedido”, dijo a este medio el obispo. El rabino Marcelo Polakoff explicó que la shivá judía, que dura una semana, y es el proceso de acompañamiento a la familia, se está realizando por videoconferencia.
Por ahora, el COE plantea diversos escenarios y para cada uno de ellos hay situaciones diferentes. El caso de las cremaciones es delicado. Desde 1984 la Iglesia Católica la acepta. Pero para las religiones judeo cristianas e islámicas, la cremación es un tema sensible por razones históricas y de creencias. Aunque los referentes de las religiones aún no tuvieron acceso al protocolo, se fueron de las reuniones con la promesa de que “mientras la situación no se desborde”, las tradiciones serán respetadas. “Lógicamente que cuando sea obligatoria, por razones sanitarias, la vamos aceptar. Preferimos cuidar a los vivos”, dijo Polakoff.
Desde que comenzó esto, el virus generó dos operaciones igualmente dolorosas con la muerte: por un lado, la aumentó a niveles altísimos en muchos lugares del mundo. Por otro, la suprimió. Está pero no está. Como un velorio colectivo sin cuerpo presente.
—
>> Si estás de acuerdo con el periodismo crítico y comprometido, te invitamos a asociarte a ENREDACCIÓN, el sitio de noticias con información de Córdoba: INGRESÁ AQUÍ. Con tu membresía, podrás participar de beneficios exclusivos para SOCIOS. Juntos podemos hacer más y mejor periodismo.