A los 85 años de edad murió este domingo 5 de mayo, el “Flaco” César Luis Menotti, el DT que le dio el primer título mundial a Argentina en 1978, en el torneo disputado en nuestro país, en una memorable final frente a Holanda (3 a 1) y que le devolvió el orgullo al fútbol argentino luego de una seguidilla de fracasos. También cosechó a nivel de selecciones el Mundial Juvenil de 1979 en Japón, con Diego Armando Maradona como estandarte. Menotti era director de Selecciones Nacionales en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
El exDT de la selección, nacido en Rosario el 22 de octubre de 1938, no pudo remontar una anemia severa que le demandó una larga internación de casi un mes y falleció en la ciudad de Buenos Aires.
Menotti recibió el homenaje del fútbol argentino en el entretiempo del partido final de la Copa de la Liga Profesional de Futbol, entre Estudiantes y Vélez, que luego quedaría en manos del equipo platense por penales. El reconocimiento se produjo en el Estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero. La noticia de su deceso fue comunicada por la AFA a través de sus redes sociales.
El “Flaco” dejó un gran legado, más allá de los enormes resultados que obtuvo como DT, en el fútbol nacional. Marcó a las sucesivas generaciones de entrenadores y representa un modo de ver este juego, que sin prescindir del resultado como objetivo, eleva a la forma de conseguirlo a un sitio de privilegio. En esa línea, entre otras definiciones, Menotti sostuvo durante toda su carrera que sus equipos practicaran un fútbol ofensivo; que fueran protagonistas; que “cuidaran” la posesión de la pelota, tanto para que el rival no la utilice como para generar oportunidades de gol (Dijo en una entrevista que “tener la pelota no es una estrategia, es una necesidad. Ahora, si tengo la pelota y corren dos o otros, damos 20 pases y se la devolvemos al arquero para que tire un pelotazo, la tenencia no sirve para nada”); que tuvieran “orden y aventura”, como definió alguna vez; y que desarrollen un juego vistoso.
También impuso, con su llegada a la Selección en 1974, la idea de que el equipo nacional era más importante que todos los equipos y que debía priorizarse por encima de ellos. Aquella decisión organizacional y conceptual marcaría la primera gran definición que llevaría a Argentina a conquistar tres títulos mundiales en los últimos 50 años y a que la escuadra nacional alcanzara una dimensión superlativa en el mundo del fútbol.
La Web TyC Sports recordó las referencias de Ángel Cappa, uno de los entrenadores “menottistas” de pura cepa, en el prólogo del libro Bilardo-Menotti: “Huracán fue un equipo que tuvo un presente cargado de historia y que por eso mismo fue y sigue siendo moderno. Consiguió que medio país lo siguiera con entusiasmo y compartiera con la hinchada ‘quemera’ la alegría del primer campeonato profesional. (…) Sus primeras declaraciones tras la consagración resultaron un claro mensaje: ‘Quiero este fútbol para mi país. Estamos capacitados para jugar de este modo que nos hace tan felices'”.
“El menottismo nació mucho antes que Menotti, pero tenía que aparecer un futbolista de su capacidad, inteligencia y sensibilidad para sentirnos orgullosos de ser como somos y de tener un estilo y una historia que nos enriquece y permite que 3 de los 5 jugadores considerados los mejores de la historia, sean argentinos: Di Stéfano, Maradona y Messi. Y algo más importante todavía: encontramos en el menottismo una fabulosa excusa para ser felices”, concluyó Cappa.
El “Flaco” jugaba de volante creativo e inició su trayectoria como jugador en 1960 en Rosario Central, club en el que estuvo cuatro temporadas. Luego, también jugaría en Racing, Boca, Juventus de Turín y en el San Pablo de Brasil.
Como DT comenzó su carrera en 1970 en Newell’s y en 1971 llegó a Huracán, donde tuvo su primer gran muestra de buen fútbol y alzó el título con el recordado Metropolitano de 1973. Al año siguiente, tras el Mundial de Alemania 1974, fue elegido como el sucesor de Vladislao Cap y arrancó un camino que tuvo como punto más alto el título en la Copa del Mundo de 1978 y el Mundial Juvenil de 1979.
También dirigió a Barcelona, Boca, Atlético de Madrid, River, Peñarol (Uruguay), Independiente, Sampdoria (México), Rosario Central, Puebla y Tecos (Ambos de México). A nivel de clubes, el Flaco dirigió en 577 partidos con 244 victorias, 151 empates, 182 derrotas, consiguió cuatro títulos, uno con el Globo y tres con los catalanes.
De todos los futbolistas que dirigió tenía tres debilidades, dice una nota de Daniel Lagares en Clarín: Diego Maradona, René Houseman y Pablito Aimar. Y un enorme cariño por otros, como el Kun Agüero y por Ángel Di María, aunque a él no lo trató.
La escuela de Menotti, que renegaba de la existencia de un “menottismo”, tuvo su “contracara” en Carlos Salvador Bilardo, impulsor de otra filosofía del juego, conocida como el “Bilardismo”, que hacia de la defensa, el pragmatismo y el resultadismo, una “Biblia”. Bilardo lograría la segunda estrella para el fútbol argentino en México 1986, de la mano de Maradona. Esa grieta futbolera irreconciliable, alimentaría los debates futboleros argentinos durante décadas y es una marca registrada de la riqueza del fútbol nacional.
Su impronta final fue haber sostenido a Lionel Scaloni a partir de 2019, luego del fracaso de la Selección en el Mundial de Rusia 2018. En ese entonces, lo de Scaloni no era más que un interinato de apuro de uno de los pocos que habían quedado en el cuerpo técnico tras la debacle de Jorge Sampaoli. “No podemos seguir poniendo el éxito deportivo por delante del trabajo. Me sumo a las selecciones para defender a los entrenadores. Quiero que presenten proyectos. Les daremos todas las posibilidades para que desarrollen su idea (…). Mi compromiso parte de la lealtad a una conducción y a un objetivo: recuperar la esencia y la genética del fútbol argentino”, había dicho al ser presentado como director de selecciones nacionales y para reafirmar la apuesta de Claudio “Chiqui” Tapia por el hombre nacido en Pujato, provincia de Santa Fe. No se equivocó de hombre ni de camino, Argentina recuperó su identidad y la potenció, iniciando un ciclo que lo coronaría como campeón de América, Intercontinental y del Mundo en Qatar 2022, la tercera estrella.
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