Desde que el coronavirus se transformó en pandemia quedó claro que la economía en general y las empresas en particular se verían muy afectadas. Basta con algunas cifras ilustrativas a nivel global para ilustrar el fenómeno:
-La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que el Covid-19 provocó una caída del 14% de las horas de trabajo en el mundo y el equivalente a 400 millones de empleos;
-El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) publicó que el desempleo en ese país llegó a 12,9% en el segundo trimestre móvil del año (que va de marzo a mayo) frente al 11,6% del período anterior, una variación que supone un incremento de 368.000 desocupados de un trimestre a otro, mientras que la ocupación cayó un 8,3%, con un total de 7.800.000 personas menos trabajando.
GRÁFICO 1.
GRÁFICO 2.
En Chile, donde el sistema de salud ya colapsó por el coronavirus, la economía cayó 15,3% en mayo, en medio de idas y vueltas que incluyen el cambio del ministro de Salud y vaivenes que oscilan entre esquemas flexibles y vuelta a cuarentena estricta por rebrotes en su capital, Santiago (Ver Gráfico 2).
GRÁFICO 3.
En Argentina, la actividad cayó en abril (mes de cuarentena plena) 26,4% según el Estimador Mensual de Actividad (EMAE), es decir, más que en marzo de 2002 (-16,7%; Ver Gráfico 3).
En el mismo mes, Perú cayó 40,5%, Francia 29%, Reino Unido 24,5%, Colombia 20,1% México 19,7%, Brasil 15,1% y Chile 14,1%, lo cual confirma que se trató de un mes con caídas generalizadas. Por otro lado, mientras muchos países venían creciendo antes de la llegada de la pandemia, Argentina venía de dos años seguidos de caída del PBI al cierre de la presidencia de Mauricio Macri. Recientemente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó sus estimaciones para varios países: en casi todos los casos (salvo China, entre las excepciones) los pronósticos son de caídas en torno al -8% y al -13%, si bien nuestro país cuenta con la ventaja relativa de una cuarentena más exitosa en términos sanitarios cuando se la compara con otros (Ver Gráfico 1). Dado que la caída del PBI es inevitable y generalizada, los datos y las estimaciones refutan el dilema entre economía y salud, lo cual queda puesto en evidencia en aquellos países que, pese a no aplicar cuarentena o hacerlo de manera no estricta, ven caer sus economías de todos modos, con un costo sanitario mayor en vidas y contagios. Eso es muy visible en EE.UU., donde muchos estados norteamericanos que no tienen cuarentena están sufriendo el crecimiento del desempleo a niveles de recesión: no es la cuarentena, es el Covid-19.
GRÁFICO 4.
De todos modos, eso no implica subestimar el costo económico de la pandemia ni las percepciones de los actores empresarios al respecto. Muy tempranamente (apenas empezada la cuarentena) comenzaron a verse registros de pesimismo: el Índice de Confianza Empresaria Vistage realizado entre el 27 de marzo y el 6 de abril entre 170 CEOs (directores ejecutivos), gerentes y dueños de empresas mostró una caída a 37 puntos, poco más de la mitad de los niveles más bajos de los últimos cuatro años (61 puntos a mediados de 2018 y 64 a fines de 2019, los dos últimos de la gestión Macri; Ver Gráfico 4).
En la encuesta cerrada el 6 de abril, 60% de los empresarios y ejecutivos consultados dijeron que la situación económica actual era peor que hace un año y un abrumador 89% dijo que creía que dentro de un año la situación sería aún peor (Ver Gráfico 5).
GRÁFICO 5.
Respecto a los problemas más importantes que enfrentaban, 52% respondió que lo que más les preocupaba era la “incertidumbre económica”, un 20% mencionó los “temas financieros” y sólo 13% señaló preocupación específica por la pandemia de coronavirus (Ver Gráfico 6). Cabe destacar que estas percepciones fueron relevadas en el momento de cuarentena plena más estricta en todo el país, con lo cual son datos “blandos” que ya pueden ser comparados con el dato “duro” oficial de caída de la actividad: 26,4%. Las preguntas que surgen son si eso marcará el piso de caída y si se corresponderá o no con las percepciones (que pueden mejorar de manera acompasada con la actividad real, pero también de manera más rápida o más lenta).
GRÁFICO 6.
Dando por descontada la caída de la actividad, que es un fenómeno global, cobran interés las estimaciones o proyecciones de cuándo y cómo se dará la recuperación. Como puede apreciarse en el gráfico inferior (Gráfico 7), las proyecciones de Bloomberg Economics fueron cambiando con el tiempo. Antes de que hubiera cuarentenas globales (línea naranja) se veía estabilidad; con las cuarentenas en fase temprana, se insinuó una caída leve (línea violeta); en marzo, la caída ya era más acusada (línea amarilla), mientras que el pronóstico más actualizado de abril ya mostraba una caída pronunciada y estimaciones de recuperación en forma de “V” (línea azul).
GRÁFICO 7.
A fines de abril, un estudio entre los principales directores ejecutivos (CEOs) del mundo nucleados en la mayor red de líderes empresarios globales, denominada YPO (integrada por más de 29 mil CEOs en 130 países cuyas empresas generan U$S 9 billones de ingresos anuales) arrojó percepciones divididas: para el 61%, la curva sería en “U”, es decir, una caída pronunciada pero no vertical y una recuperación similar aunque algo más lenta; el 22% esperaba una curva en forma de murciélago invertido (curiosa analogía con el probable origen del Covid), con dos momentos de caída y de recuperación (lo que podría darse si se consolida una segunda ola fuerte de la pandemia). Por otro lado, un 12% pensaba en una curva en forma de “V” similar a la que vimos arriba en los pronósticos de Bloomberg, es decir, caída fuerte y recuperación al mismo ritmo; 5% pensaban en otros escenarios (Ver Gráfico 8). Esto, que aplica a la economía global, también es pertinente para pensar en cómo puede darse el proceso en nuestro país.
GRÁFICO 8.
Finalmente, cabe destacar que se trata de un aprendizaje sobre la marcha y en tiempo real, con lo cual es esperable que las estimaciones sigan ajustándose, pese a que, en sentido estricto, el coronavirus no es un imprevisto en el sentido cabal del término. Según el creador del concepto de “cisne negro” (2007), Nassim Taleb, es un error considerar al coronavirus como tal: el analista global destacó que las pandemias han estado ocurriendo durante miles de años, que ha habido otras casi pandemias desde el brote de SARS en 2003 y que el riesgo para la sociedad contemporánea estaba bien documentado por los científicos y que era predecible (él, Bill Gates y Laurie Garrett, entre otros, lo habían predicho): “Emitimos nuestra advertencia de que, efectivamente, deberían matar al virus en el huevo. Los gobiernos no querían gastar centavos en enero, ahora van a gastar billones”, declaró. Por lo tanto, él considera que la pandemia del Covid-19 es simplemente un “cisne blanco”, lo que significa una crisis normal, mientras que el “cisne negro” es algo extremadamente complejo (como la crisis financiera 2008) que pocos o casi nadie vieron venir, con pocos precedentes, y no “un cliché para cualquier cosa mala que nos sorprenda”.
Norman Berra (@berranorman) es encargado de Proyectos de Consultora Delfos. Regularmente publica en su Blog Clima de Opinión y en el sitio de la Consultora Delfos.
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