Vivimos momentos de incertidumbre, propia de un pueblo que siente que el Presidente Mauricio Macri está perdido, miente y con hipocresía, realiza razonamientos inaceptables, sin autocrítica. Ha dicho que “Veníamos bien, pero pasaron cosas”, pero que no hay que preocuparse porque “Tenemos el mejor equipo de los últimos 50 años”, pero los resultados de ninguna manera dan esperanza. Más ha sostenido que en el viaje emprendido se había puesto “metas demasiado optimistas”. Así, prometió, que en el camino iba eliminar la pobreza o sea “pobreza cero”, pero los pobres se han duplicado. A su vez, manifiesta que, “su administración comenzó a abordar cuestiones estructurales de la pobreza”. Y agregó, “me angustia que los chicos no tengan para comer” pero, “Igualmente, ese chico, por suerte en algunos casos con 5 mil cuadras construidas, puede salir al colegio porque ahora tiene pavimento. Antes había calles de barro y no podía salir cuando llovía lo que evita que los niños aunque tengan hambre no se les ensucie la zapatillas con barro”. O sea, según el presidente, el niño se puede morir de hambre, pero con las zapatillas limpias. Una hipocresía cruel.
Eso sí, el presidente afirmó, “somos ricos en información y millonarios en expectativas”, cuando existe un corralito en la información, a través de los medios de comunicación hegemónicos; hay cierre de medios de difusión; despidos de periodistas; distribución de la publicidad oficial, privilegiando los medios amigos y diversos condicionamientos para el trabajo periodístico, como los bajos sueldos en Radio Nacional, los despidos de Telam, etc.
Macri también ha afirmado que, en su gobierno, “ningún pariente o amigo va a tener ventaja”, aunque la realidad demuestra los grandes beneficios otorgados a parientes y amigos, como el caso del blanqueo de capitales, que por decreto ilegalmente, avanzó sobre lo que autorizaba la ley y amplió los beneficios a familiares y allegados.
Luego confesó, que “mi única autocrítica es que soy muy optimista”, eso sí, si me contradicen y no hacen lo que yo quiero, “me vuelvo loco y les puedo hacer mucho daño”. Manifestaciones estas propias de actitudes sicopáticas.
En ese contexto de contradicciones e hipocresía enfermiza, el Presidente ha propuesto que los Partidos políticos, las iglesias y los gremios suscriban un decálogo de objetivos para superar la gran crisis producida.
Sin pretender agotar todos los perfiles de la propuesta, hay que resaltar en el contexto antes señalado, algunos puntos.
El acuerdo propuesto pide “promover una integración inteligente con el mundo”, pero no queda claro a qué mundo se refiere integrarnos de manera inteligente, porque el gobierno, a todos los instrumentos básicos de la integración latinoamericana construidos en los últimos años, los ha destruido o se busca destruirlos, como el Mercosur, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), el Parlamento Latinoamericano y otros.
Propone “respeto a la ley, los contratos y los derechos adquiridos”, mientras el gobierno no solo no ha respetado los derechos adquiridos, por ejemplo, de los jubilados, sino que busca garantizar a quienes han tomado privilegios inaceptables en la administración Macri, asegurarles que no se van a revisar y eliminar dichos privilegios, tales los casos de los blanqueos de capital, los contratos mineros y sus grandes beneficios impositivos, etc.
También se dice que se auspicia la “creación de empleo formal a través de una legislación laboral moderna”, pero no aclara nada, como lo hace en el punto anterior, de respetar los derechos adquiridos de los trabajadores. La precarización laboral, con rebaja de salarios, de ninguna manera puede implicar una modernización. Tampoco se debe consentir la búsqueda de un gremialismo debilitado, sin fuerza para defender los derechos de los trabajadores.
También se dice que se auspicia la “creación de empleo formal a través de una legislación laboral moderna”, pero no aclara nada, como lo hace en el punto anterior, de respetar los derechos adquiridos de los trabajadores.
Auspicia “reducir la carga impositiva nacional, provincial y municipal”, resulta paradójica la propuesta de un gobierno que no respeta, entre otros aspectos impositivos, lo que ha resuelto la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el reciente fallo en el caso “García”, en el que dispuso el Tribunal que resulta necesario, con urgencia, el dictado de una ley que quitara el impuesto a las ganancias a las jubilaciones. Más, en abril de esta año, se logró el quórum para tratar lo sugerido por la Corte en la Cámara de Diputados de la Nación y el bloque de Cambiemos entró al recinto pero sus diputados se quedaron parados al lado de sus bancas para que la oposición no tenga el número necesario para votar la propuesta a favor de los jubilados.
Se dice que se busca la “consolidación del sistema previsional sostenible”, pero la palabra sostenible, está entre los pedidos del Fondo Monetario Internacional (FMI) que implica bajar las jubilaciones y aumentar la edad jubilatoria, entre otros aspectos gravosos para las jubiladas y los jubilados.
Asimismo, vergonzosamente, el decálogo propone acordar, el “Cumplimiento de las obligaciones con nuestros acreedores”. De ninguna manera se puede condicionar el futuro de la economía del país, sin revisar los contratos suscriptos con acreedores externos.
Asimismo, vergonzosamente, el decálogo propone acordar, el “Cumplimiento de las obligaciones con nuestros acreedores”. De ninguna manera se puede condicionar el futuro de la economía del país, sin revisar los contratos suscriptos con acreedores externos. En especial, como ha sucedido, el FMI autorizó el uso indebido de dineros que se prestó a la Argentina, sin respetar el Estatuto del Fondo y la legalidad debida en ello. Está prohibido usar el dinero del Fondo para mantener la tasa de cambio, como ha hecho el gobierno y menos autorizarlo para asegurarle resultados electorales.
El verdadero decálogo a suscribir es otro y debe ser a favor del país todo y no para privilegio de unos pocos.
* Miguel Julio Rodríguez Villafañe es abogado Constitucionalista y periodista columnista de opinión.