Culmina una nueva campaña electoral, una particular campaña electoral. La misma careció de disputas de ideas, de un acceso claro y masivo a las propuestas de cada candidato; incluso el desconocimiento sobre qué se vota y a quiénes es de un alto porcentaje de la sociedad. Sin hacer mención a números y porcentajes, se puede coincidir en que estamos frente a una más de las elecciones que parecen definir el futuro de Argentina.

Nuestro país en el artículo primero de la Constitución establece que “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal…” Es decir, la nación (todos los pobladores que conformamos el pueblo argentino) adoptamos una forma de gobierno representativa (elegimos a conciudadanos) para que nos represente (valga la redundancia) en la administración del Estado, en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, conformado por la federación de provincias y la capital federal, que en su conjunto constituyen el Estado Nacional.
La elección de diputados y senadores federales, es uno de los actos más trascendentales de la democracia representativa. En teoría cada ciudadano, dentro de la oferta de candidatos, analiza sus ideas, el espacio político al que representa y por el cual pretende representar a ciudadanos que se sienten identificados con aquellas, su trayectoria y sus propuestas para resolver los problemas de la sociedad.
Imaginemos que este funcionamiento se daba en una sociedad, donde los medios de comunicación eran contados con los dedos de una mano, donde los partidos políticos tampoco eran más de una decena y el funcionamiento del sistema implicaba la presencialidad en reuniones y asambleas, en las que los candidatos se comprometen personalmente con sus potenciales representados y sus propuestas para los periodos que duraban sus cargos (por lo general cuatro años para cargos ejecutivos y diputados, seis para senadores).
¿Pero qué ocurrió en los primeros veinticinco años del siglo XXI? En realidad pensar en una respuesta para el primer cuarto del siglo, implica recuperar las últimas dos décadas (al menos) del siglo XX. Podemos mencionar que la expansión del neoliberalismo (que en Argentina tiene un mojón fundacional en la última dictadura cívico-militar) que afianzó algunas ideas que sintetizamos a continuación: “Es necesario reformar y achicar el Estado, para expandir la economía y modernizar el País”. Por consecuencia, para algunos el Estado es malo y el mercado bueno y para otros es al revés. Lo cierto es que para que el capitalismo haya llegado a ser lo que es, se necesitó del Estado para dar los marcos legales y de protección institucional necesaria para que los capitalistas puedan proteger sus propiedades.
En este mismo periodo temporal, por la solidez estructural del Estado la innovación y desarrollo tecnológico lograron dar significativos saltos, transformando hábitos y procedimientos en todos los órdenes de la vida colectiva e individual.
En el presente de esta elección, las redes sociales ocupan gran parte de nuestras horas de vida y transforman nuestra subjetividad tanto psíquica como emocionalmente. Lejos quedaron los tiempos de racionalidad para el análisis político, hoy prima la emocionalidad para la toma de decisión y las fuentes informativas pasaron a ser de entretenimiento con algo de información.
La democracia implica la participación de las mayorías y la capacidad política para incluir a la mayor cantidad de sectores sociales. Se requiere estrategia, táctica y planificación. “La política” en tiempos de gobierno libertario por el contrario parece apelar a la expulsión y segregación de sectores para fortalecer su identidad cerrada, radicalizada en un discurso de adjetivación violenta e improvisación.
La diversidad de medios digitales, radios y televisión convertidos en empresas de comunicación que hacen difusión de ideas y ya no periodismo (entendiendo a éste como el oficio de investigación que busca mostrar la verdad oculta en los acontecimientos y figuras públicas) trabajan 24/7 en la producción de contenidos para una sociedad centrada en el espectáculo (y no en el conocimiento). De esta manera la elección puede convertirse en un casting para elegir a los personajes de un reality show, y garantizar que el espectáculo continúe.
Como consecuencia la democracia está manipulada y todos los ciudadanos también. El acto de influir en alguien de forma poco ética o injusta para conseguir un beneficio propio, utilizando técnicas como la persuasión, la sugestión o el engaño, es la manera como esa “teoría en la que se funda la Constitución” ha sido sustituida por la mercantilización, la pérdida de perspectivas colectivas y la invisibilización de los bienes comunes (como las consecuencias ambientales de la explotación de recursos naturales y el acceso a la información como condición imprescindible para poder participar de la vida pública y colectiva).
Es difícil depositar expectativas en que los resultados electorales sean positivos para modificar sustancialmente aspectos negativos de la realidad de los argentinos, cuando gran parte de los electores deben decidir sin acceder de manera clara a la información de las propuestas. Sin embargo, el pueblo siempre tiene sentido común, siempre logra hacerse escuchar.
El próximo domingo, puede comenzar un momento distinto en el país, nuestra casa. Ser conscientes de la importancia de elegir a quien nos represente en el Congreso, puede significar salir de la manipulación de las encuestas y sondeos de opinión, que nos hacen perder de vista nuestra elección convencida de candidatos y candidatas, para votar en contra de alguien y de esta manera distorsionar el espíritu representativo de la democracia.
Tener claridad sobre las razones del porqué de la elección, posibilita el debate e interacción con otras personas, recuperando el valor de “LA POLITICA”. Esa apasionante dedicación (casi perdida) de aportar parte del tiempo de la vida como ofrenda a los demás miembros de la sociedad, como una manera de dar sentido a los proyectos de las personas. El hacer para los demás, trascender y aportar, frente a la propuesta de vivir el presente y aprovechar lo que la vida (es decir el contexto) otorga.
El domingo, no se trata solo de ir votar, se trata de recuperar la conciencia del acto democrático, que implica volver a tomar decisiones el lunes, explicarlas y exigir que las leyes se cumplan, modificar lo que haya que modificar de manera activa, comprometida con lo común, con lo que es de todos.
La democracia es participar votando, exigiendo que el candidato cumpla su promesa y demandando la representación que se le dio en su elección.
Los futuros diputados, deben rendir cuentas y ser controlados por quienes los voten. Son servidores públicos y no actores de reality show.
Andá a votar. Argentina es nuestro país y debemos cuidarla entre todos. Elegí a quien te representa por sus ideas y propuestas… el lunes seguro deberemos seguir evitando la manipulación informativa y defendiendo la democracia.
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