María es la abuela de casi todas las familias argentinas que tienen en su ADN, sangre de inmigrantes. En particular, la María de El Alma de las flores, es de las españolas que huyeron de la Guerra Civil en su país y encontraron en el nuestro un lugar donde volver a empezar. Por eso, el nuevo personaje de Viviana Rivero resultará cercano, así como también el de Rafael, el nieto, un joven que intenta encontrar su camino en Madrid.
Con el sello de finalista del Premio Planeta, la nueva novela de la autora cordobesa habla sobre las raíces y cómo florecer en otras tierras. Viajando en el tiempo entre el presente y 1936, cruza los destinos de los protagonistas y las historias de cada uno se van influyendo. “Él en una crisis existencial grande, viaja a España a encontrarle sentido a su vida, recorriendo los lugares que su abuela de viejita había empezado a nombrar, como La Jamonera, conoce el amor y descubre lo que buscaba en su pasado, en la historia de María”, adelanta sobre el libro que presenta el 10 de diciembre en Córdoba.
El interés por la inmigración como tema se lo atribuye a su propio árbol genealógico, con genes italianos, españoles y checoslovacos. De los once títulos que publicó, tres son sobre el tema. “En la novela, Rafael se pregunta pero en realidad es una inquietud mía: ¿por qué vinieron los abuelos y ahora uno se quiere ir? ¿Será que uno lo trae en la sangre, el no poder estar tranquilo en un mismo lugar? ¿Si estamos hechos de la misma carne, será la memoria del cuerpo la que pide volver a los mismos sitios que ellos? No sé, no tengo la respuesta”; cuenta. Para eso escribe sus novelas.
Sin importar el contexto histórico en el que narre, sus protagonistas están en la búsqueda de sí mismos, así como ella se encontró en escribir. “Me siento una contadora de historias, más allá del forma, sí es un libro, una miniserie o el día de mañana el sistema son unos cables”.
¿Por qué hablar de las flores?
Vengo pensando que la naturaleza está comunicada con el mundo de los hombres más de lo que creemos. Miro una hormiga transportando una hoja y llego a la conclusión de que la motiva lo mismo que a mí a la mañana para levantarme y trabajar. Uno tiene algo dentro para todos los días salir a la vida, es algo innato en el ser humano o en una planta.
Lo de la Guerra Civil Española fue tan espantoso. Las luchas entre dos bandos, cuando la mitad del pueblo era de uno y la mitad de otro, se morían tus vecinos, tus familiares. Fue una guerra horrible y sangrienta.Y en el libro cuento que las plantas presentían lo que se venían porque dejaron de florecer. Por ejemplo, uno de los personajes, Encarnación, ama su jardín y no puede luchar contra los pulgones, las flores no nacen, con la guerra no hay colores en el patio; o luego de los bombardeos, María se da cuenta que todo es blanco y negro, es gris. Por eso se me ocurrió elegir una flor para cada capítulo, explicando por qué esa especie no estaba creciendo.
¿Vos te encargás de tu jardín?
Me gusta. También tener una huerta. En el capítulo “La flor del pimiento”, cuento que no hay flores, la única es la de una plantita de pimiento, y María prefiere disfrutar la flor a pesar del hambre que estaban pasando. Esto me surgió de ver mi propia planta de pimiento. Soy respetuosa de la naturaleza.
¿El amor es el vehículo para contar otros temas como el de la inmigración?
En general cuento vida, los temas que terminan influenciando la vida, como el amor de pareja, el amor a la tierra, a las vocaciones, a los hijos, aquello que te marca la vida. Escribo historias de vida, más de allá de la historia romántica, cuento cómo lo que pasa va marcando al personaje. Me han dicho que lo mío es un género nuevo, un romanticismo realista, una mirada de la vida en todos estos aspectos.
“Escribo historias de vida, más de allá de la historia romántica, cuento cómo lo que pasa va marcando al personaje”.
¿Siempre te gustó la historia?
Sí. Cuando estudiaba abogacía, las materias que más me gustaban eran historia, filosofía y sociología, las que menos prefieren los abogados. Hasta el día de hoy me gusta leer novelas históricas y mirar películas de época. Cuando viajo, me gustar ir a lugares antiguos, te hacen sentir cosas, me parecen mágicos. En el libro uno puede transportar a otro, llevarlo de la mano a esos lugares y a otros tiempos. La investigación siempre la hago yo y a veces, es tan interesante lo que estoy leyendo, que me olvido y sigo avanzando en la lectura aunque ya no me sirva para el libro.
Decís que el propio ser humano daña la tierra donde vive ¿tenés esperanza en la humanidad?
La tengo y mis libros son esperanzadores. Cuando me preguntan qué tiene de especial un bestseller, digo que no tengo nada de especial, al contrario es la mirada común sobre la vida. Por eso es que la gente se siente identificada. Mi mirada no solitaria, es común a otras personas. Y esa mirada es esperanzadora. El ser humano tiene que sufrir mucho para hacer el cambio profundo, los costos son altos. Son generaciones que se inmolan, para luego resurgir. Pero se pagan precio, entonces tratemos de que sean los menores posibles, hagamos los cambios antes del sufrimiento. En todos los aspectos, el exilio es un tema muy candente. Por ejemplo, Argentina está llena de venezolanos que están buscando un lugar mejor. Pero ¿por qué no tener todos lugares mejores? ¿Por qué no llegar a un acuerdo? Uno quiere arreglar el mundo y no se puede. Mi granito de arena son los libros, ojalá los lean quienes tiene el poder, que puedan sacar una ley para luchar por el género humano. El género humano, cuando daña a otro, se está dañando a sí mismo. Somos el mismo género. Es como ensuciar tu propia casa.
“En el libro uno puede transportar a otro, llevarlo de la mano a esos lugares y a otros tiempos”.
¿Por algún momento creíste que ibas a ganar el Premio Planeta?
Uno tiene ese sueño. Si no, no hubiera participado. Si bien sabía que casi nunca gana un latino, cuando me sonó el celular y el número era de España, casi me muero. Encima me llamó uno de los capos de la editorial de allá, que les había encantado la novela. Me dijo ‘es preciosa, estás en los diez finalistas y te queremos conocer’. ¡Fu muy emocionante!
¿Guardás los papelitos donde escribís los apuntes iniciales?
No, desaparecen. Hay momentos tranquilos, como un vuelo donde vas sola, más de siete horas de viaje, entonces me surgen cosas y quiero escribirlas ya, agarrando lo que tenga a mano, incluidas las bolsitas de cartón para vomitar. Cuando conté eso, se me enojaron las lectoras y me empezaron a regalar libretas, así que ahora tengo un montón por todos lados. En esos momentos de soledad aparecen esas ideas principales de los libros.
PARA AGENDAR
Presentación de El alma de las flores:
Martes 10 de diciembre, a las 19 horas, en Librería Quade, Paseo Rivera Indarte.