El voto de los riocuartenses es caprichoso a la luz de los resultados de las últimas tres citas electorales. No es novedad en términos de lo que sucede en el resto de la Provincia y el País, pero tiene su singularidad a partir de ser una elección importante, pero despegada de las nacionales y provinciales. Este domingo, en los comicios municipales de la ciudad de Río Cuarto, el ganador fue el peronista cordobesista Guillermo De Rivas, un hombre del intendente Juan Manuel Llamosas. En la primera y segunda vuelta de las presidenciales del año pasado, el vencedor resultó el actual presidente de derecha, Javier Milei. Mientras que, en la puja para gobernador, realizadas en mayo de 2023, el triunfador fue el actual senador Luis Juez (Frente Cívico, Juntos por el Cambio) que venció en esta ciudad al actual gobernador Martín Llaryora (PJ, Hacemos Unidos por Córdoba -HUxC-). Tres elecciones, tres ganadores diferentes.
Los datos tienen voz. De Rivas que fue funcionario del gabinete de Llamosas y antes de ir por la intendencia ocupó la Secretaría de Gobierno y Participación, logró la tercera victoria consecutiva del peronismo provincial en la Capital Alterna, donde viven alrededor de 200 mil cordobeses. Es la primera vez que ocurre desde 1983. De Rivas fue una elección de Llamosas que pidió licencia en la Legislatura para continuar como intendente y encabezar la campaña electoral. De Rivas arrancó desde atrás en la preferencia ciudadana, pero terminó fidelizando el voto del oficialismo y frente a la fragmentación opositora y la baja participación, le alcanzó para alzarse con el triunfo.
La decisión de Llamosas de no negociar una lista de unidad con la ex diputada nacional Adriana Nazario, también una referente del peronismo riocuartense, y jugarse el futuro político personal y del oficialismo en una especie de “interna abierta”, le permitió al intendente convertirse en el padre de la victoria y ubicarse sin demasiadas discusiones como líder del PJ de esta importante región de la Provincia. Río Cuarto es la cabecera de una zona con elevado desarrollo agroindustrial, agropecuario y de servicios, aunque su peso político en la Provincia no es equivalente a esa dimensión económica.
Hacemos Unidos por Córdoba, el nombre de la coalición que lidera el peronismo cordobesista, repitió en votos su elección de 2020, cuando fue reelecto Llamosas: 27425 votos en 2024 versus 26683 en 2020, una diferencia de apenas 742 sufragios. De Rivas venció en los tres circuitos de Río Cuarto a partir de la división opositora.
Sin embargo, en porcentaje, volvió a perder caudal electoral: Llamosas consiguió 41,02 contra 37,15 por ciento de su “delfín” De Rivas, una merma de 3,87 puntos porcentuales (pp.).
Ya había sucedido algo similar en 2023, donde el más afectado había sido el oficialismo, que consiguió 26.683 sufragios y cuatro años antes (2016) había obtenido 36.665. Perdió 9.982 sufragios, poco más de un cuarto de los votos de 2016, un 27,2% de la cosecha particular.
Pese a la holgada victoria de De Rivas, el oficialismo perdió en relación a 2016 un total de 9240 votos. Es decir, que dos factores han sido determinantes en la consolidación del peronismo cordobesista en el poder: la baja participación electoral y la fragmentación opositora, dos fenómenos emparentados con la apatía social frente al funcionamiento del sistema político y la crisis económica que ha congelado la mejor versión del país en una foto de 2011. En ese contexto, Llamosas llevó adelante una gestión que encarriló la situación financiera del municipio, los servicios que presta, e incrementó la inversión en obra pública. El resultado de ese trabajo se expresó en una buena imagen para su gestión, que encaminó la victoria de De Rivas.
Río Cuarto fue la segunda victoria local bajo la conducción de Llaryora (la otra fue Córdoba Capital), pero no ha sido su participación personal la desequilibrante, ya que HUxC no incrementó el apoyo ciudadano, por el contrario, continuó perdiendo volumen electoral (-3,87 pp.). El voto a De Rivas se enmarca en términos generales, en el reconocimiento a las gestiones local y provincial; al poder territorial del PJ en la ciudad; y a la referencia de sus principales figuras; pero ese “combo” no ha podido perforar los efectos de la doble crisis (de representación política y económica). En todo caso, la decisión de Llaryora de salir de los cruces de la primera fila con el presidente Milei, que marcaron los primeros meses de la relación entre ambos, y pasar a acompañar al gobierno nacional sin demasiadas estridencias, permitió eliminar turbulencias en un espacio socio-político con conexiones.
También, está claro que el hecho de retener el gobierno de esta ciudad oxigena su figura política y su estrategia de desarrollar “el partido cordobés”. Sin embargo, el comicio revela que la doble crisis está haciendo estragos en el sistema político y democrático, y un triunfo como este es apenas sobrevivir a la batalla.
LA OPOSICIÓN
La elección indica que la coalición de Juntos por el Cambio (JxC) es la más afectada. Dejó casi 5 mil votos en el camino respecto a 2020 y cayó 10,92 pp. en relación a la contienda de hace cuatro años. El radical Gonzalo Parodi, un dirigente referenciado en el sector de Emiliano Yacobitti y el intendente de Río Tercero, Marcos Ferrer, llevó adelante una campaña “local” para sacar de la cancha a Juez, pero a la luz del resultado pagó muy cara su estrategia. También es un golpe al diputado nacional, Rodrigo De Loredo, otro de los impulsores de este esquema. Las encuestas indicaban que, en todos los temas de gestión, Llamosas gozaba de buena salud. La única zona donde naufragaba era en la cuestión de seguridad, un tema general (provincial y nacional) y no particular. Sobre este punto, la administración peronista hizo un esfuerzo para escapar del tobogán en el que se encontraba y, evidentemente, pudo encontrar un piso desde el cual debatir con la sociedad.
También, la aparición de Nazario en el escenario, una candidata de peso e importante trayectoria política, generó un escenario de tercios en la previa de la elección. Esta cuestión debilitó a JxC como única opción opositora y le hizo pagar la “bronca” del electorado contra el sistema político. A la debacle de Parodi hay que sumarle el crecimiento del libertario Mario Lamberghini, que además ingresó al Concejo Deliberante, y lo perjudicó por “derecha”. Lamberghini pasó de 1,39% en 2020 a 6,82% en 2024. Sin embargo, el candidato libertario no pudo fidelizar el voto de Milei que, en la primera vuelta de octubre de 2023, consiguió 33,2% en la ciudad. Un segundo receptor de las voluntades del espacio clásico de centro-derecha fue el Pro, que presentó lista propia, y se alzó con el 1,58% de los sufragios.
A su vez, Parodi continuó en la pendiente del acuerdo UCR, PRO y Frente Cívico en la ciudad del Sur provincial, que ya había perdido 3 mil voluntades en 2020 respecto de 2016: 22.904 versus 25.861. Ahora, dejó en la banquina a 7933 sufragios respecto a 2016: 25.861 en 2016 contra 17928 en 2024.
Nazario quedó tercera y cosechó 21,18% de los votos. Su espacio fue el principal receptor de los votantes que buscan renovar el sistema político concurriendo a las urnas, dentro de ese mapa se apropió de los aportes de los sectores sociales progresistas como el de Riocuartenses por la Ciudad, que en 2020 había logrado un 4,66% de apoyo electoral. Sus 15 mil sufragios se compusieron de la gran mayoría de los 8597 nuevos electores que sufragaron en 2024 en relación a 2020; y de los que perdieron Pablo Carrizo, Riocuartenses por la Ciudad, y el Partido Respeto. No alteró el caudal del peronismo cordobesista, ni oradó a JxC. Su derrota frente al “Llamosismo” la deja sin demasiado “lugar” en el peronismo provincial y como una jugadora con menor volumen al que tenía cuando llegó a esta elección. No significa que no tenga futuro político, algo que dependerá de su voluntad, pero ya no tiene la imagen de un “tanque” que puede llevarse a todo el mundo por delante.
LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL
De los poco más de 138 mil riocuartenses habilitados para participar de esta elección municipal en Río Cuarto, participaron 77.295 (55,68%). Es decir, que un 44,32% de los que estaban en condiciones de votar no lo hicieron. Para tener una dimensión del contraste, en la primera vuelta de la elección presidencial concurrieron a las urnas poco más del 76% de los electores, una diferencia de 20 pp. entre las presidenciales y las municipales. Es obvio que ninguno de los candidatos pudo representar a ese sujeto socio-político que no tomó parte del comicio y se quedó en sus casas o se fue de vacaciones.
Respecto de 2020, cuando se votó en medio de la pandemia de Covid-19, se produjo una mejora de este indicador: 55,68% en 2024 versus 49,9% en 2020 (+5,78 pp.). Aún así quedó lejos de 2016, cuando el porcentaje de concurrencia fue de 63% y 2012, cuando llegó a 66%.
El fuerte ausentismo en ambos comicios parece explicarse en dos crisis distintas, que minaron el funcionamiento del sistema político. En 2020 fue el Covid-19 y en 2024, la crisis y el estancamiento económico. Ambas situaciones límite han degradado las expectativas sociales y puesto en cuestión las capacidades del sistema político y los partidos políticos clásicos para sacar adelante al país. En ese marco, todo cruje y corre riesgo de romperse.
MÁS INFORMACIÓN
VER Río Cuarto: El peronista Guillermo De Rivas fue electo intendente.
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