El contexto de la Pandemia suscita la reflexión y el debate en torno a la igualdad, a “el virus nos iguala”, este concepto controvertido, acuñado por innumerables políticos, pensadores y comunicadores en nuestro país, precisamente atravesado a lo largo y a lo ancho por enormes desigualdades.
Frente a este flagelo, Argentina resiste con un reciente modelo de gobierno, que asume el compromiso de palear las carencias básicas de la población, además de gestionar las políticas sanitarias, económicas y sociales necesarias para evitar que cunda el pánico y que se propogue el virus en la población.
La salud tópico primordial, foco de los cuestionamientos, los pases de factura vinculados a falta de inversión en infraestructura de las diferentes gestiones, nacionales, provinciales y municipales, la desconfianza histórica sobre quienes disponen de los fondos de la obra pública y sus contrataciones. El coronavirus como realidad emergente no sólo instaló el debate sobre los medios de subsistencia sino que también impulsó a la sociedad en su conjunto, a mirar con desconfianza al Estado y cuestionar sus decisiones.
Es inminente la necesidad de no perder de vista la educación, los mercados, las brechas tecnológicas, la comunidad, la familia, los vínculos, la vulnerabilidad social, como tópicos centrales para repensar una configuración integral, abriendo paso a la construcción de una sociedad solidaria, integrada y equitativa.
Estas medidas tratadas con honestidad y compromiso social deberían al finalizar este periodo histórico de emergencia mundial redireccionar las políticas públicas y las inversiones del Estado en las tareas del cuidado, para asegurar un futuro promisorio.
El virus en potencia, alcanza a cualquier ciudadano independientemente de su condición social, sin embargo, se agudizan las desigualdades cuando el afectado es una persona que no tiene acceso a la información a tiempo, a la salud, a los cuidados prioritarios en una situación de gravedad.
La realidad frente a la propagación y posibilidades de superación de la enfermedad, evidencia exponencialmente las problemáticas sociales, los conflictos que afectan a las personas y a sus familias.
El aislamiento social preventivo, puede tornarse una situación que entraña por otra parte, riesgos de abuso y violencia en el seno familiar, tal como lo demuestran los números crecientes de femicidios, además de la deficiente accesibilidad a los servicios esenciales por parte de las víctimas.
Es fundamental el ejercicio del diálogo permanente, de la responsabilidad, de las prácticas inclusivas y del compromiso social. Esto va a asegurar un avance colectivo, capitalizando los esfuerzos realizados y añadiendo al trabajo en proceso nuevos vectores de cambio que acompañen los procesos emergentes.
El progreso implica construir sobre lo construido y no desestimar lo existente para crear algo nuevo, generando un pacto social y económico con solvencia, basado en la solidaridad, igualdad y equidad.
Es primordial trabajar la atención primaria integral de las políticas del Estado orientadas a garantizar los derechos básicos de toda persona y/o familia. Pensando un nuevo escenario de políticas públicas, su horizonte debe ser la transformación de las relaciones sociales, porque, en este sentido la desigualdad mata.
* Natalia Refice es Licenciada en Trabajo Social (MP 2999), especializada en Administración Pública Provincial y Municipal. Maestrando en Gestión Política – ACEP (Asociación Civil Estudios Populares de Argentina).
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