(Por Pablo Tissera*) En las pascuas las y los cristianos celebran la resurrección, el paso de la muerte a la vida de Jesús, denominándolo hijo de Dios. Jesús, quien fuera un líder religioso, gran profeta que tenía su prédica en base a los valores de la verdad, el amor al prójimo, la justicia y la libertad. Si ustedes recuerdan, hasta el propio Fidel Castro lo catalogaba como el primer comunista sobre esta tierra, ejemplo de revolucionario y hacedor de un verdadero cambio de época.
Necesidad de un cambio de época
Estas pascuas nos invitan a reflexionar tanto a creyentes como no creyentes sobre la necesidad de un cambio de época, de un nuevo contrato social. Hoy vivimos tiempos hegemonizados por un capitalismo salvaje neoliberal principalmente en el mundo occidental, caracterizado por la supremacía del individualismo y el egoísmo por sobre cualquier sentido de lo colectivo y solidario. El combo del sálvese quien pueda y la especulación financiera sólo logra el bienestar de unos pocos y pocas. Vivimos en un sistema que naturaliza la concentración económica y la desigualdad social, muy lejos de la prevalencia de aquellos valores que predicaba Jesús para nuestra comunidad.
Al decir del Papa en su encíclica Fratelli Tutti, somos hermanos todos en la misma barca. En un mundo interconectado sólo podemos salvarnos juntos. La pandemia ha demostrado que nadie se salva sólo, ha llegado el momento que nos soñemos como una única humanidad.
Y si le sumamos a los dichos de Francisco algunos conceptos vertidos la semana pasada por nuestra Vicepresidenta en su discurso en la Asamblea de la EUROLAT, queda a la vista la necesidad de un nuevo contrato social.
Cristina Fernández de Kirchner decía allí que la presidencia como cabeza del Poder Ejecutivo no representa la totalidad del poder, y por tal motivo, resulta difícil, y más aún cuando no se hacen las cosas que hay que hacer, poder llevar adelante políticas transformadoras desde un Estado que debe actuar bajo el marco jurídico envestido por la Constitución Nacional como ley madre, contra un Mercado muy desregulado, que concentra grandes poderes fácticos que se han ido construyendo y concentrando a lo largo de nuestra historia.
Claramente, las corporaciones económicas, financieras y mediáticas accionan impactando negativamente en la comunidad, hasta logran influir directa o indirectamente en los poderes públicos Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Ya no estamos en los finales del Siglo XVIII ni en el Siglo XIX, los tiempos han cambiado, el avance de la tecnología y las nuevas fases del capitalismo han mantenido una importante eficiencia en la producción de bienes y servicios pero acompañado de una creciente desigualdad social producto de la acumulación en pocas manos y su distribución inequitativa.
Nuevo contrato social
Necesitamos construir un nuevo contrato social que nos permita erradicar cualquier tipo de discriminación estructural, actuar frente a las desigualdades fomentando y protegiendo los derechos económicos, sociales y culturales, impulsando la participación popular y la solidaridad desde las bases ciudadanas hasta llegar a las políticas implementadas desde el gobierno, promoviendo el desarrollo sostenible para las personas, nuestro país y el planeta.
En este nuevo contrato social, el sector de la economía social, solidaria, popular y pyme tienen mucho para aportar, experiencias para demostrar que otro mundo mejor es posible. Podemos soñarnos como una única humanidad, pensarnos con un nuevo contrato social donde el Estado recupere su rol garante de los derechos conquistados por la ciudadanía. Pero como dice el dirigente cooperativista Floreal Gorini que ya no está entre nosotros, otro mundo mejor es posible si la gente quisiera y lucha para conseguirlo.
* Pablo Tissera. Dirigente cooperativista y secretario General del Partido Solidario (Psol) Córdoba.
—