Los tiempos que corren alertan sobre la necesidad de que los gobiernos puedan repensar la ingeniería del diseño de políticas públicas. Esto es, pensar y gestionar respuestas que no solo representen grandes retos comunicacionales, administrativos, técnicos y políticos sino también que puedan fomentar la participación ciudadana, un fuerte desarrollo de capacidades institucionales y el establecimiento de redes en los organismos políticos y la administración pública.
La descoordinación entre muchas políticas públicas, son el reflejo de la escaza comunicación entre los estados nacional, provincial y municipal. Es marcada la necesidad de planificación. Esta planificación que debe ser entendida como el planteamiento de objetivos, estrategias y/o prioridades que se desarrollen entre los diferentes niveles del Estado, bajo la lógica de una coordinación y articulación, alineada e integral.
Para asegurar las gestiones coordinadas como respuesta a la crisis generada por la pandemia resulta imprescindible que los gobiernos creen unidades de coordinación transversales, a los fines de establecer y monitorear metas y plazos, asignación de recursos y también sobre cómo organizar las comunicaciones sobre la crisis.
Asegurar la comunicación continua, coherente y completa con la ciudadanía, es comprender que la comunicación es clave, no sólo para que la población tenga confianza en los gobiernos, sino también para que trabajen de manera colectiva en el manejo de la crisis. Esto es particularmente importante sobre todo al ir cambiando de fases, de aislamiento, confinamiento y la eventual transición a la libre movilidad. Los gobiernos deben de ser fuentes fiables y constantes de información completa, inclusive sobre los riesgos.
Respondiendo al contexto actual, la centralidad debe estar en la articulación entre organismos del Estado, trabajando en asociación, con una mayor cooperación en proyectos conjuntos, con el propósito de conectar visiones y lograr eficiencia mediante el diálogo. Por ejemplo, en el proceso de “recuperación” de la post pandemia es imprescindible el trabajo conjunto de los gobiernos, sociedad civil y mercado, para la implementación de las políticas y planes pensados para reducir los plazos de la reconstrucción.
Las instituciones públicas deben promover el involucramiento de la ciudadanía en sus procesos de diagnóstico, planificación, implementación y/o evaluación de los instrumentos de gestión pública. Entendiendo que este involucramiento incorpora el saber y la experiencia de sus destinatarios. La idea central es hacer parte a la ciudadanía a los fines de que las políticas sean más eficaces, eficientes y sostenibles en el tiempo.
La planificación participativa contiene en ella la participación ciudadana como una forma de construcción colectiva, radica aquí la importancia de esta planificación en los procesos de fortalecimiento de diálogo y consenso.
El desafío es ampliar las esferas de la política pública, extendiendo así el concepto de ciudadanía, participación y política. Resulta primordial recuperar el sentido de lo público y poner en valor el “nos pertenece a todos”. Revertir la cultura de lo privado y personalista. En fin, recuperar la idea de que existe una relación directa entre el bienestar colectivo y el bienestar individual, contribuyendo así a una mayor equidad social.
* Natalia Refice es Licenciada en Trabajo Social (MP 2999), especializada en Administración Pública Provincial y Municipal. Maestrando en Gestión Política – ACEP (Asociación Civil Estudios Populares de Argentina).
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