Nano Stern es de los artistas que explicita de qué lado está. Lo hace en una entrevista, como la que realizó con ENREDACCIÓN, y también con sus canciones. Sin embargo, no se atribuye el adjetivo “popular” a su oficio de cantor. “Sería un poco arrogante considerarme uno. Me remito a las palabras de Víctor Jara, quien decía ‘soy un trabajador de la cultura, el pueblo es el que dirá si soy un artista’. Más que ponerme títulos, me concentro en hacer mi trabajo y ponerlo al servicio de muchas causas colectivas, porque no entiendo la vida como algo individual. Sobre todo la música, que es una herramienta de comunión y generación de comunidad tan importante, además de contención emocional y espiritual. Hoy por hoy, más que nunca”, dice antes de su concierto en Córdoba.
Al cantautor y multintrumentista chileno, lo que pasa en su país no le es indiferente. Tanto lo moviliza que, cuando Gustavo Gatica perdió la visión en una manifestación tras ser reprimido por los carabineros, compuso un tema para homenajearlo y al mismo tiempo, dejar un manifiesto sobre el momento. “Regalé mis ojos” y otras canciones serán las que compartirá el próximo viernes 29 en el Centro Cultural Graciela Carena.
¿Qué opinas de lo que está pasando en tu país?
Chile estaba viviendo en un letargo impuesto, era víctima de un sistema injusto, de un neoliberalismo extremo, exacerbado e instalado por la fuerza, que estaba durmiente en una pseudodemocracia, engañosa. Y que después de treinta años de manifestación pacífica la cosa ya no daba para más, era hora de que el pueblo se levantara y se manifestara. La rabia y la violencia son parte de este tipo de procesos, porque no hay otra manera de que los poderes de facto hagan caso a las demandas de la gente, y la historia así lo demuestra. Me enorgullece que el pueblo chileno esté despertando. Será un camino largo, difícil, pero son dolores de crecimiento, que ojalá resulten en un país más justo, en una democracia más real y en un sistema menos abusivo.
En tu álbum Santiago hablás de la ciudad gris, ¿se veía venir?
También en Lucero, en ambos hay una crisis muy aguda. Era difícil prever lo que está pasando, nadie lo veía con este nivel de violencia y efervescencia, pero sí, por supuesto, ya había una sensación de hartazgo muy fuete. ¿Cómo puede ser que sigamos viviendo así, que ese sea el acuerdo con el cual decidimos vivir en sociedad? Esos discos son manifiestos de eso. Será muy interesante, más adelante, escucharlos y entender cómo el arte está en sincronía total con lo que están viviendo los pueblos, las ciudades y las naciones. Hay un aprendizaje pendiente, para el cual el tiempo nos dará la distancia suficiente para apreciarlos.
¿Cómo ves a Argentina?
Veo con esperanza este nuevo ciclo en que el país ha manifestado que no quiere recetas que hacen caso omiso al sufrimiento de la gente, que pretenden operar con una mecánica mercantilista y desde una visión de comunidad que prescinde de la dignidad de los pueblos y la felicidad de las personas. En cierto sentido, lo que ha pasado aquí en Chile es un ejemplo para todo Latinoamérica, somos conscientes que se nos veía como referencia a seguir por las derechas de la región, pero era una fachada, una cáscara muy frágil que se desmoronó.
¿Te sentís un referente?
Es incómodo de decir si uno se siente referente, hago lo mío, estoy ahí. Sí soy consciente, de que he tenido mucha suerte de relacionarme directamente con referentes de generaciones anteriores, como Inti Illimani y Congreso, las grandes bandas de la música popular chilena que todavía viven y que he podido tocar con ellos, con algunos componer o ir de gira. Lo maravilloso de compartir la intimidad de nuestro oficio y la amistad. Siento que tengo mucho que aportarle a mi generación y a los más jóvenes sobre todo, porque de aquí a un tiempo más, estos grandes sabios no van a estar y así como ellos nos cuentan ‘Estuve con Víctor Jara’, ‘canté con Violeta Parra’, estoy teniendo la oportunidad. Entonces, en 20 años más, podré decir ‘fui de gira con’. Por otro lado, está la creación propia del día a día, yo sigo dándole de canción en canción, concierto a concierto. Intentar verse con más grandilocuencia es un muy flaco favor a uno mismo.
¿Por qué elegís la canción?
Hago la música que hago, mucha distinta. Soy inquieto, me gusta explorar y aprender cosas diferentes. La guitarra y la canción es mi lugar natural, donde me siento más en casa, más hábil para decir lo que siento y poder trasmitirlo. La canción nunca será anacrónica, aunque la música pop suene tan igual y pasada por el mismo filtro del mercado. He elegido, muy conscientemente, mantenerme al margen de eso, porque no me mueve, no me hace vibrar, no me convence, no me emociona. Prefiero estar al margen de la gran industria porque es un lugar de mucha corrupción y mucha suciedad espiritual, porque la música tiene otros códigos. Elijo marginarme de ese “mainstream” tan ensuciado y alejado del poder que tiene la música. Es difícil tranzar en ese sentido, es lo uno o lo otro.
“Elijo marginarme del mainstream tan ensuciado y alejado del poder que tiene la música. Es difícil tranzar en ese sentido, es lo uno o lo otro”.
¿Cómo es tu proceso de composición?
Cada uno es muy diferente, soy poco metódico porque la canción no responde a fórmulas. Para Violeta Parra ‘la canción es un pájaro sin plan de vuelo que ama los remolinos y odia las líneas rectas’. Ahí lo dice todo, no hay un mapa anterior que se pueda trazar, hay que dejar que vuelen libres. La palabra y la música son lenguajes paralelos que se funden en ciertos puntos, se incluyen una a la otra, hay gestos verbales en la música y gestos musicales en la palabra. Eso hace que la canción sea un vehículo tan poderoso y un puente natural. Aunque vivamos en la época de la hiperespecialización, melodía y poesía son inseparables.
“La palabra y la música son lenguajes paralelos. Eso hace que la canción sea un vehículo tan poderoso y un puente natural”.
¿Estás trabajando en un material nuevo?
Lo que ha pasado nos ha sacudido a todos, nos ha hecho cambiar de planes y replantearnos cosas. Pero sí, hay un cuerpo de canciones para ver luz, que seguramente el año que viene van a estar publicadas. Lo que estoy trabajando en el disco se asienta en la palabra, en la música y en la simplicidad, tanto en lo armónico como en la forma musical. He estado en proyectos paralelos que me permitieron saciar mi sed de complejidad musical en otras áreas, y me ha surgido la necesidad de hacer canciones sencillas. Sin necesidad de refugiarse en barroquismos musicales ni líricos, sino en intentar depurar e ir a la esencia de lo que se quiere y como se quiere decir.
¿Qué expectativas del recital en Córdoba?
Estoy muy ansioso, me encanta la gente de Córdoba, su energía. Tengo ganas de estar en Argentina, reencontrarme con ustedes. Por otro lado, compartir lo que estamos viviendo aquí en Chile, un momento único en la historia, muy fuerte. Está bueno tender puentes y vínculos entre los países, porque así se crea la Patria Grande que tanta falta nos hace.
PARA AGENDAR
Viernes 29 de noviembre, a las 21:30 horas, en el Centro Cultural Graciela Carena, General Alvear 157.