Mucho se está escribiendo sobre la manera en que la Pandemia del Covid-19 cambiará al mundo. El filósofo Slavoj Zizek (1) se adelantó a todos y pronosticó el fin del capitalismo, mientras que otros pensadores, como el filósofo coreano Byung-Chul Han (2) predicen todo lo contrario, señalando incluso el triunfo de sociedades más controladas.
Pareciera que el virus tendría la fuerza suficiente para lograr que la humanidad una noche se acueste neoliberal para amanecer como “neocomunistas” o como “totalitarios” al día siguiente, todo sin siquiera cambiar las sabanas.
Sería un virus con una fuerza considerable para producir cambios, mucha más fuerza que las personas, colectivos e instituciones que integran la sociedad. Claramente debemos esforzarnos en no caer en simplificaciones o poner en la pandemia potestades que no tiene. El neoliberalismo como forma de organización económica es una construcción social, es obra de la humanidad en su conjunto, y serán los seres humanos quienes lo transformen.
Sostenía Emmanuel Wallerstein que el Capitalismo es ante todo una forma de relación social y David Harvey definió que: “El neoliberalismo es, ante todo, una teoría de prácticas político-económicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracterizado por los derechos de propiedad privada fuertes, mercados libres y libertad de comercio”.
En todo sistema económico o “relación social” se establecen prioridades y en el neoliberalismo pasan por subordinar todas las relaciones y problemáticas humanas a las necesidades del mercado. Con el tiempo el neoliberalismo, como forma radicalizada de relación social capitalista, ha mercantilizado casi todas las formas en que los seres humanos nos relacionamos entre nosotros y la manera en que nos relacionamos con nuestro entorno natural.
La supremacía de la economía sobre todas las otras áreas del desarrollo social y comunitario ha ido construyendo a través del tiempo un sedimentado “sentido común neoliberal”, o lo que Wendy Brown denomina la “razón neoliberal” (3).
En este sentido sostiene Chantal Mouffe (4) que “los dogmas neoliberales sobre los inviolables derechos de propiedad, las omnicomprensivas virtudes del mercado, y los peligros de interferir sobre su lógica, constituyen en nuestros días el sentido común imperante en las sociedades liberal-democráticas (…)”
El “sentido común neoliberal” logra que la sociedad articule discursos, respuestas y soluciones ante los problemas que reproducen una matriz mercantilista, es decir que esta “razón neoliberal” viene reconfigurando de manera constante, paulatina y progresiva los discursos, acciones e instituciones del cuerpo social. Como ejercicio de lo rápido de estos cambios se producen pensemos por ejemplo en que hace 40 años no existían en nuestro país los “shoppings” ni los “countries”, o que hechos eminentemente humanos como el nacimiento de una persona sean transformados en un evento comercial y consumista como son los “baby sohwers”.
Ahora bien, la Pandemia del Covid-19, con su carácter global viene a cuestionar y poner en crisis el “sentido común neoliberal”, y lo hace porque las decisiones que los estados deben tomar para paliar sus efectos deben establecer otras prioridades, y “subordinar” las pretensiones del mercado.
Esta vía de hecho nacida de la necesidad de preservarnos como especie cuestiona el “consenso hegemónico” que se construyó en torno a los dogmas neoliberales, estos se “politizan”, entran en un conflicto de intereses y definen nuevos-viejos campos políticos.
Esto no quiere decir que el neoliberalismo está en su fase final o ya sea parte del pasado, estamos muy lejos de eso, pero la pandemia ha abierto fisuras en el consenso neoliberal, que desde fines de los años 70 se fortificaba. Esas fisuras fortalecen los sentidos contra hegemónicos y permiten desarrollar la “guerra de posiciones” gramsciana con mejor perspectiva de éxito.
La respuesta a la pandemia ha obligado a los representantes políticos a tomar decisiones que han revitalizado conflictos que parecían resueltos o superados en el marco del sentido común neoliberal, entre los cuales debemos señalar, como un primer avance, los siguientes:
MERCADO VS MEDIO AMBIENTE: LA BATALLA NO ESTÁ PERDIDA.
El avance del movimiento y la conciencia ambientalista viene chocando de manera sistemática contra el modelo neoliberal. A los estados nacionales se les torna difícil que las actividades económicas se subordinen a la protección del medio ambiente, ya que los “beneficios” económicos tienen la última palabra en dichas decisiones. En temas ambientales, como en los económicos, rara vez los estados nacionales someten ante la soberanía popular la decisión de habilitar actividades contaminantes (5).
El desarrollo económico ha ido destruyendo la biodiversidad en nuestro planeta y no son pocos los científicos que atribuyen a las granjas industriales de producción de alimentos la proliferación de los virus pandémicos (6).
¿Cómo hace un estado nacional para prohibir o limitar el uso de agrotóxicos si necesita esas divisas para sostener el gasto público? ¿Cómo hace un estado para que las industrias inviertan en desarrollos no contaminantes?
Tal vez la pandemia pueda permitir un cambio de tendencia, para que no sea tan sencillo subordinar el medioambiente a las necesidades del mercado. La pandemia puede extender la conciencia medioambiental y fortalecer el movimiento social ambientalista; y permitir desbordar los límites de lo social y condicionar el discurso y el accionar político. Ya hay experiencias exitosas de esos desbordes: el plebiscito de Esquel, la lucha para impedir que se instale Monsanto en Córdoba, el juicio a las fumigaciones, la lucha de Famatina y de Jachal, y las últimas movilizaciones en Mendoza en defensa del agua dan testimonio de eso.
Desbordar lo social implica entre otras cosas conformar alternativas políticas y electorales competitivas para intervenir en todos los niveles de gobierno, y también recuperar la tradición democrática popular logrando que sea la soberanía popular y no los tecnócratas quienes decidan sobre los aspectos que comprometen el medio ambiente. Las fisuras en el consenso neoliberal abren posibilidades de subvertir las prioridades, atento a que, como bien dice Rita Segato “No tenemos la tierra, es Ella quien nos tiene”.
MERCADO VS ESTADOS NACIONALES. EL RESURGIMIENTO DEL ROL DE LOS ESTADOS NACIONALES
La dinámica neoliberal por la cual el mercado financiero y el comercio internacional conformaban y limitaban la acción de los estados nacionales parece que ha encontrado un límite. Para transitar la pandemia y sobre todo para salir de sus consecuencias los estados nacionales deberán endeudarse a nivel record, ya sea tomando empréstitos o apelando a la emisión de moneda sin respaldo. En este sentido se habla de un nuevo Plan Marshall en muchas latitudes.
Esta nueva realidad política permite a los estados nacionales recuperar autonomía al momento de tomar decisiones económicas respecto de lo dictado del FMI y el capital financiero internacional.
La necesidad de financiar el gasto público en este marco abre la posibilidad de establecer nuevos impuestos para gravar al sector financiero y a las personas más ricas. En las economías centrales este debate gana terreno, e incluso en las primarias de EE.UU. el candidato Bernie Sanders propuso establecer impuestos sobre el 1% más rico para solventar la salud y la educación públicas. (7)
Por otro lado, se está debatiendo, en algunos países centrales y en los países periféricos, con chances de ser implementado, la creación de un Ingreso Básico Universal que permitiría que no haya personas sin cubrir sus necesidades básicas.
La autonomía del capital financiero internacional abre la posibilidad de poner en discusión la distribución de la renta, la imposición de un sistema tributario progresivo, y un nuevo esquema institucional, en definitiva, el diseño de una economía que priorice el desarrollo interno a las necesidades del mercado internacional.
MERCADO INTERNACIONAL VS MERCADO INTERNO
Conjuntamente con el fortalecimiento de los estados nacionales surge la posibilidad de fomentar el mercado interno. El neoliberalismo instaló el concepto de que la única vía de desarrollo para los países es abrir sus fronteras y eliminar aranceles.
Cada barrera arancelaria es objeto de ataques sistemáticos por parte de los gurúes económicos, quienes son los intelectuales orgánicos del neoliberalismo, bajo el pretexto de la “distorsión de las variables económicas”. Sin embargo, al momento de calcular los costos del neoliberalismo, los gurúes se niegan a contabilizar el costo del impacto ambiental, a poner precio a la economía del cuidado, o el costo de los accidentes de trabajo que azotan al trabajo informal y formal, etc. Todos costos que deben asumir los estados nacionales, que son socios en las pérdidas pero que no son invitados a la mesa donde reparten los dividendos.
La fisura en el consenso neoliberal va a abrir la posibilidad de recuperación de los mercados internos en la medida en que podamos cambiar las prioridades económicas: un sistema económico conectado al mundo, al servicio de la especulación y de la acumulación; o un sistema integrado de manera inteligente a la economía mundo, al servicio de la dignidad de las personas y cuidando el medio ambiente. Invertir las prioridades también implica calcular bien todos los costos y repartir equitativamente los beneficios.
En términos concretos la pandemia ya está provocando una recesión mundial aguda, y a eso hay que agregarle que van a aumentar las barreras sanitarias y como consecuencia de ello va a disminuir considerablemente el comercio internacional. No hay que perder de vista que el libre flujo de personas y mercancías trae como efecto colateral el esparcimiento del virus.
Una de las consecuencias será que las grandes potencias intentarán colocar sus enormes stocks en todos los mercados posibles, poniendo en riesgo la industria de los países capitalistas periféricos y a las economías emergentes.
Estas contradicciones pueden abrir la posibilidad a los estados nacionales a construir su espacio de autonomía, para impulsar su mercado interno y abrir un proceso de sustitución de importaciones. Si esto se puede desarrollar impactará sobre el mundo del trabajo, posibilitando la expansión del trabajo formal, rompiendo así la inercia flexibilizadora de los últimos 30 años.
La libertad de mercado y la liberalización del comercio internacional como paradigmas económicos van a ser puestos en cuestionamiento ya que no pueden liberar las fuerzas productivas no brindar “prosperidad” a los países centrales ni periféricos del sistema mundo.
ESTADO NEOLIBERAL VS ESTADO SOCIAL
La crisis pandémica habilita a debatir todos los aspectos del orden neoliberal, o como dice Rita Segato “Que nadie venga a decirnos ahora que “no es posible ensayar otras formas de estar en sociedad” (8)…”.
Las fisuras del orden neoliberal van a aumentar las tensiones y contradicciones y van a abrir espacios para buscar nuevas alternativas y construir nuevas realidades, pero en ningún caso eso implica regresar a los esquemas conceptuales del siglo XX.
La lucha contra hegemónica, y lo que resulte de ella, será fruto de nuevas fuerzas colectivas, de nuevos saberes y de una nueva gramática política. Entre ellas la lucha feminista, los movimientos sociales y los colectivos ambientalistas tendrán un papel preponderante, para dar centralidad a la solidaridad, a la dignidad humana y al cuidado del medioambiente.
La disputa hegemónica tiene al estado y a la sociedad civil como campo de disputa, y es ahí donde se debe construir el sentido común del Estado social. Mucho se está elaborando y trabajando sobre como seria ese nuevo consenso. Desde los sectores de izquierda en EE.UU. y de Europa se impulsa un “Green New Deal” que toma mucha de las reivindicaciones contra hegemónicas y es un importante primer paso (9).
Hay que tener en cuenta que parte importante de la lucha va a ser construir una nueva institucionalidad estatal, ya que es en las instituciones donde se cristalizan las relaciones de fuerza entre los sectores en disputa.
Un estado social, debe “desmercantilizar” esferas del orden social, esto es quitar de las leyes del mercado áreas como la salud, la educación y la seguridad social.
Además, debe subordinar al capital a las necesidades del desarrollo social, y no al revés como hace el estado neoliberal. Para ello se debe reformar se debe terminar con la autonomía de los Bancos Centrales; y crear instrumentos para intervenir en el mercado de capitales.
Todo lo enumerado no es más que una brevísima síntesis de algunas cosas que habría que emprender para desmontar el sentido común neoliberal, pero ello no va a ser la resultante ni obra de la buena voluntad ni de la claridad de las ideas, solo será posible si la lucha política y social se desarrolla.
En este sentido es importante resaltar que lo que estamos atravesando es una “fisura” en el consenso neoliberal, que sigue siendo muy fuerte y robusto en nuestra sociedad, ya que es un sentido común sedimentado que puede resistir las presiones y los cuestionamientos.
Dicho consenso funciona como un “dique” o “represa” que evita que las demandas de los perjudicados por el modelo puedan desbordar dichos limites o romper sus paredes.
Lo que ha abierto la crisis pandémica es solo una fisura en dicho consenso, que no es poco, y eso significa que se van a movilizar poderosas fuerzas para sellar la fisura, y que también otras fuerzas intentaran que la fisura sea cada vez mayor y termine derribando toda la represa.
Esta pelea, que pone a la disputa política en el centro de nuestra realidad social, va a tensionar a un más el sistema democrático como ya se pudo observar los intentos autoritarios y represivos en los países del cono sur. Las clases dominantes intentaran que la política “se convierta una vez más en el asunto de elites cerradas, como ocurría en tiempos pre democráticos” (10).
Nuestra fuerza en cambio está en nuestra heterogeneidad, en lo que tan bien señala Chantal Mouffe: “unificar las demandas democráticas en una voluntad colectiva para construir un “nosotros”, un “pueblo” capaz de enfrentar a un adversario común” (11).
Por más que le pese a los seguidores de Fukuyama la historia no solo no tiene final, sino que se rescribe permanentemente, y el desenlace de esta crisis dependerá de cómo se construyan y articulen los bloques en pugna y de la destreza que desplieguen en la guerra de posiciones.
El movimiento feminista nos ha dado muchas lecciones de cómo pasar de una situación de defensiva (ni una menos) a una situación de ofensiva (se va a caer), y ojalá las nuevas generaciones puedan decir que el patriarcado y la hegemonía neoliberal cayeron y pudieron construir una mejor sociedad.
El expresidente Lula dijo el pasado primero de mayo que “el capitalismo está desnudo”, el modelo neoliberal nos deja un planeta desbastado y una sociedad individualista y desigual, la fisura en el consenso que la sostiene abre un nuevo tiempo para la lucha por una sociedad más igualitaria.
* Juan Pablo Ruiz es abogado y autor del libro “El salario no es ganancia”. @juanpabloruizl
Citas:
1: https://ctxt.es/es/20200302/Firmas/31443/Slavoj-Zizek-coronavirus-virus-sistema-Orban-comunismo-liberalismo.htm
2: https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html
3: El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo. Wendy Brown.
4: La paradoja democrática. Chantal Mouffe. Introducción.
5: El 23 de marzo de 2003 el pueblo de Esquel (Chubut) rechazo en un plebiscito la instalación de una mina de oro y plata.
6: https://interferencia.cl/articulos/la-responsabilidad-de-la-agroindustria-en-el-covid-19-y-otras-enfermedades-virales.
7: “Not me, US”. (no yo, nosotros) es el lema de la campaña presidencial de Bernie Sanders que entre otras cosas postula: “Me postulo para presidente para que, cuando estemos en la Casa Blanca, el movimiento que construyamos juntos pueda lograr justicia económica, racial, social y ambiental para todos”.
8: Coronavirus: Todos somos mortales. Del significante vacío a la naturaleza abierta de la historia. Rita Segato. http://lobosuelto.com/todos-somos-mortales-segato/
9: http://revistaanfibia.com/ensayo/green-new-deal/
10: Colin Crouch. La posdemocracia, Ed. Taurus, Madrid, 2004.
11: Chantal Mouffe. Por un populismo de izquierda. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires. 2018.
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