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[Historias de 64 casillas] Gambito de Dama, jaque al juego de “caballeros”

Beth Harmon (Anya Taylor Joy) en Gambito de Dama.

Gambito de Dama es la serie del momento en Netflix, porque no sólo atrae a quienes naturalmente estamos interesados en el ajedrez, sino también al público en general que se siente cautivado por la épica del relato.

Para beneplácito de los fans del juego ciencia, la serie recrea el verdadero ambiente de una competición, en el que los protagonistas mueven las piezas, aprietan el reloj y anotan las jugadas tal y como lo hacemos los ajedrecistas que vamos a jugar torneos (no puedo evitarlo, perdón por la obsesión). Y en esto mucho tuvo que ver el ex campeón mundial Garri Kasparov, quien colaboró en los aspectos técnicos y también con la propia investigación que realizó la protagonista Anya Taylor Joy, quien le da vida a la joven prodigio Beth Harmon.

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Tal vez estos son detalles que nos interesan sólo a quienes estamos sumergidos en este ámbito en el que se odian dos colores, como dice Borges, pero la trama es bien atrapante y logra instalar en el inconsciente colectivo un deja vu con la vida de Bobby Fischer.

Gambito de Dama es una ficción, basada en la novela de Walter Tevis, publicada en 1983, en la que queda claro que el autor se inspiró en la vida del genio estadounidense. Algo así como ¿qué hubiera pasado si Fischer hubiera sido mujer? La obra ofrece guiños por doquier: niño/a prodigio, infancia difícil, obsesión por el juego, ascenso meteórico, y pelea contra los rusos, justamente en la época más álgida de la Guerra Fría: 1950-60.

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Tevis, quien falleció al año siguiente de publicada su novela, da algunas pistas sobre esta cuestión. “El juego excelente de los maestros Robert Fischer, Boris Spassky y Anatoly Karpov ha sido una fuente de deleite para los jugadores como yo durante años. Dado que El Gambito de Dama es una obra de ficción, sin embargo, parece ser prudente omitirlos del elenco de los personajes, sólo para prevenir contradicciones con los registros”. Este mismo autor inspiró otras películas, entre ellas El color del dinero, interpretada por Tom Cruise y dirigida por Martin Scorsese.

Si a esta altura lector no vio la serie (siete capítulos, apenas) y tiene intenciones de verla, sepa que hay riesgo de spoiler. Aunque lo que voy a contar es un dato muy fino. En una escena, Beth está en clases y en lugar de atender a los profesores tiene puesta la mirada en un tablero de bolsillo. A Bobby Fischer sus maestras le prohibieron llevar el tablero al aula, pero sabían que era una batalla perdida porque no podían impedir que el pequeño reprodujera las partidas en su mente. Lo mismo que hace Beth proyectando las jugadas en el techo de su habitación.

Más allá de esa referencia, la serie pone en evidencia las grandes dificultades que tuvieron y tienen las mujeres para insertarse en un “juego de caballeros”. La protagonista enfrenta con todo su talento a una miríada de ajedrecistas varones y los va tumbando uno por uno hasta ponerse cara a cara con el campeón mundial, un ruso llamado Vasily Borgov.

Precisamente a este Borgov la KGB lo vigila de cerca ante los rumores de una fuga de la Unión Soviética. Otra referencia a lo sucedido con muchos maestros que lograron saltar el charco y emigrar de la URSS. El caso más resonante fue el de Víctor Korchnoi o el de Boris Gulko. Abro paréntesis. Un pequeño chascarrillo de aquella época: ¿qué es un terceto de cuerdas ruso? ¿un cuarteto de cuerdas ruso que volvió de occidente? Cierro paréntesis.

Sigamos. Gambito de Dama no apela a golpes bajos, pese a que hay suficiente material para el morbo: el suicidio de su madre en un accidente de tránsito del que Beth sale ilesa, la vida en un orfanato, o la relación con su madre adoptiva depresiva y alcohólica. Todo se hila de una manera tal que la tensión de la narración no agobia al espectador. En definitiva, como Bobby Fischer, lo único que quiere hacer Beth es jugar al ajedrez y el tablero de 64 casillas es su providencial escudo protector con el que enfrentará a la vida.

SEÑOR KASPAROV, SE EQUIVOCÓ DE BAÑO

La aparición de Beth Harmon en un mundo de hombres es un cisne negro, un evento inesperado con el que el autor pone en la mesa de debate un asunto complicado ¿por qué las mujeres juegan peor que los hombres?

La pregunta refleja una realidad. Hubo que esperar a que apareciera la húngara Judit Polgar para que una mujer ocupase el top ten del ranking mundial mixto. Fue número 8 entre 2004 y 2005. Actualmente, en el top 100 recién aparece una mujer en el puesto 88: la china Hou Yifan.

Lejos de estar zanjado el debate, los datos marcan que las mujeres tienen menos fuerza que los hombres en ajedrez. Hay factores cuantitativos: es muy desigual la cantidad de mujeres que juegan en relación a los hombres. Y factores que aporta la sociología: los años de postergación cultural y educativa de las mujeres y los estereotipos sociales que alejaron a este género del tablero.

El periodista Francisco Pascual del periódico El Mundo, de España, cita el estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de Barcelona (Gender, competition and performance: evidence from real tournaments, María Cubel, Peter Backus, Matej Guid, Santiago Sánchez-Pages y Enrique López Manas) en la que se analizaron las estadísticas en torneos online en los que los contrincantes no conocían el género de sus rivales. “Las mujeres jugaban peor cuando sabían que estaban jugando con un oponente masculino. Por contra, cuando, erróneamente, creían que estaban jugando contra otra mujer, las diferencias de género desaparecían. Cuando un o una ajedrecista compite con alguien de su mismo sexo y habilidad, su probabilidad de victoria es del 50%. Pero cuando un hombre y una mujer de la misma habilidad se enfrentan, la mujer sólo gana en un 46% de los casos”, dice el paper.

Una de las conclusiones de la investigación las da Cubel: “El peor comportamiento de las ajedrecistas entronca con la teoría del stereotype threat (la amenaza del estereotipo), que argumenta que, cuando un colectivo sufre un estereotipo negativo, la ansiedad experimentada al tratar de evitarlo o simplemente saber que existe reduce sus capacidades cognitivas y aumenta la probabilidad de confirmar este estereotipo”.

Judith Polgar y Garri Kasparov, cuando recibieron el premio “Leyendas del Ajedrez de Europa” en 2019.

Para ilustrar esta situación, hay una historia que cuenta nuestro amigo el periodista español Leontxo García en su libro Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas sobre una situación curiosa que debió pasar Judit Polgar en el 12° Torneo de Linares en 1994. Resulta que Judith acudió al baño de damas mientras su rival pensaba su próxima jugada cuando se encontró con el entonces campeón mundial Garri Kasparov lavándose las manos. “Ambos nos miramos, preguntándonos qué hacía el otro allí, aunque por razones diferentes. No me enfadé en lo absoluto, me pareció una anécdota muy divertida, y al mismo tiempo muy significativa, porque mi presencia en Linares por primera vez iba a cambiar algunas costumbres de los jugadores”, señaló la joven magiar.

Como Beth Harmon, Judith Polgar puso en jaque a un juego eminentemente de caballeros. Se abrió paso entre los hombres durante un buen tiempo y hasta llegó a batir a nueve campeones mundiales (entre ellos, Kasparov), una hazaña jamás conseguida por una mujer. Sin embargo, su fuerza comenzó a menguar con la llegada de su segundo hijo y si bien ya no figura en el top 100, nadie discute su excepcional talento y su estelar carrera.

HEROÍNAS EN TABLEROS TORCIDOS

En la primera mitad del siglo 20, apenas dos mujeres lograron asomar la cabeza en un mundo dominado por hombres. Vera Menchik (1906- 1944) y Sonia Graf (1908- 1965).

Sonia Graf y Vera Menchik, las pioneras.

Vera, jugadora británica de origen ruso, fue dominadora absoluta durante la década de 1930 hasta su muerte durante la Segunda Guerra Mundial a causa de una bomba V1 alemana.

Su mentor fue Geza Maroczy, un gran ajedrecista húngaro, que la forjó en un sólido juego posicional. Su gran rival fue Sonia Graf, aunque la venció cada vez que se enfrentaron por el campeonato mundial femenino, la última vez en Buenos Aires en 1939.

Su participación en competiciones masculinas le resultó muy difícil, aunque logró algunas victorias contra grandes maestros. Es famosa la historia del torneo celebrado en Karlsbad, en 1929, cuando algunos de los participantes se ofuscaron por la presencia de una mujer. Uno de ellos fue Albert Becker, quien maliciosamente creó el “Club Vera Menchik” para incluir a todos los hombres que perdieran con ella. Permítame lector que no disimule mi sonrisa para señalar que fue el energúmeno de Becker el primero en integrar el “club”, que logró captar a otros 40 socios, entre ellos, el ex campeón Max Euwe y Samuel Reshevsky.

El caso de Sonia Graf quizá sea el más inspirador en la lucha de las mujeres por la igualdad de género. Jugaba vestida de traje y corbata en señal de protesta. Esta alemana nacida en Munich fue discípula de otro gran maestro: Siegbert Tarrasch.

Cuando vino a Argentina en 1939 para jugar contra Vera Menchik por el campeonato mundial (que se desarrolló en paralelo al Torneo de las Naciones), su abierta oposición al régimen de Hitler le valió ser expulsada de la delegación alemana por lo que jugó bajo bandera “Libre”.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que se quedara a vivir algunos años en Argentina, donde no le costó aprender el idioma y convertirse en una “porteña” más. En este período escribió dos libros Así juega una mujer, que describe sus experiencias ajedrecísticas, y Yo Soy Susann, un relato crudo del abuso físico y psicológico que sufrió en su infancia. En nuestro país conoció a su marido, un marino mercante estadounidense con quien se casó y se fue a vivir al país del norte.

Alcoyana-Alcoyana: los maridos de Vera y Sonia se apellidaban Stevenson.

PIONERA DE KATWE

El suceso de Gambito de Dama tiene un antecedente, en relación a historias de ajedrez llevadas al cine o la televisión.

Se trata de La Reina de Katwe (2016), una película que cuenta vida de Phiona Mutesi, una joven nacida en 1996, en Katwe, el barrio empobrecido más grande de Kampala, la capital de Uganda. Phiona sufrió de muy pequeña la muerte de su padre. Con su madre y sus hermanos vivían muy precariamente y la educación no estaba dentro de las prioridades de la familia.

A los 10 años tuvo la fortuna de conocer a Robert Katende, un ingeniero y misionero que daba de comer a los niños de Katwe a cambio de aprender a jugar al ajedrez. Y al cabo de cuatro años, sin saber leer ni escribir, se convirtió en la primera mujer de Uganda en lograr el título de Candidata a Maestra Femenina de ajedrez por su actuación en las Olimpíadas de Ajedrez de 2010, en Khanty-Mansiysk, Rusia.

En 2013 se convirtió en la primera mujer en ganar el Campeonato Nacional Juvenil de Uganda, y un año después, en 2014, volvió a representar a su país en las olimpíadas celebradas en Noruega.

Si la historia de Phiona es inspiradora, la de Robert Katende es un ejemplo de resiliencia, generosidad y humildad. Los protagonistas de esta historia estuvieron en Córdoba en 2018, como actores principales de las Jornadas Internacionales de Ajedrez Social y Educativo que conjuntamente organizaron la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y la Federación de Ajedrez de la Provincia de Córdoba (FAPC).

Su participación no hubiera sido posible sin los buenos oficios de la chilena Beatriz Marinello, una destacadísima dirigente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), dedicada desde hace muchos años a la promoción del ajedrez social y educativo. Beatriz es maestra internacional y actualmente está radicada en New York.

AL CIERRE

En definitiva, Gambito de Dama es un tributo a la dura lucha de las mujeres por abrirse paso en un ámbito dominado por los hombres. Argentina, en general, y Córdoba, en particular, tienen muchas guerreras del tablero, entre ellas Claudia Amura, Carolina Luján, Edith Soppe (ya fallecida), Liliana Burijovich, Sandra Villegas y, más acá en el tiempo, Milagros Brizzi y Mariel Argento, por citar sólo unas pocas chicas que hacen que el ajedrez sea un lugar mejor.

* Juan Carlos Carranza es periodista especializado en ajedrez.

Juan Carlos Carranza con David MacEnulty, quien inspiró la película Los caballeros del sur del Bronx. Nueva York, 2018.

Bonus track: Otra de las películas dignas de ver, basada en una historia de ajedrez, lleva el título: Los Caballeros del sur del Bronx (2005), inspirada a la obra de David MacEnulty, un brillante educador a quien tuve la oportunidad de conocer y gestionar su venida a la ciudad de Córdoba (junto a Beatriz Marinello), para disertar en el Primer Congreso Internacional de Ajedrez Social y Educativo que organizaron la UNC y la FAPC en 2017. Narra la vida de unos jóvenes conflictivos de la Community Elementary School 70 del barrio neoyorkino del Bronx, quienes logran ganar el Campeonato Estatal de New York bajo la tutela de David. Para quienes estén interesados se puede ver en Youtube.

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