El conductor del auto en el que viajaba Blas Correas (17) cuando fue asesinado de un balazo policial al pasar por un puesto de control vehicular en la ciudad de Córdoba en agosto de 2020 aseguró este martes, al declarar en el juicio que se le sigue a 13 efectivos, que “los policías dejaron” que el adolescente “se muera”, ya que, “cuando todavía respiraba, nada hicieron por salvarle la vida”, al tiempo que recordó que su amigo lo “miraba” y le “pedía ayuda”.
“A Blas lo tenía en mis brazos. Me miraba y pedía ayuda. Nunca voy a olvidar esa mirada”, manifestó ante el jurado popular y el tribunal técnico de la Cámara 8va. del Crimen, Juan Cruz Camerano Echavarría, el joven que manejaba el Fiat Argo atacado por la policía y en el que lo acompañaban la víctima fatal y sus amigos Cristóbal Bocco Camerano, Camila Toci y Mateo Natali.
Según recordó, Camerano Echavarría, quien este martes cumplió 21 años, el episodio ocurrió cuando la noche del 5 de agosto de 2020 acordó con sus amigos reunirse para ir a un bar y mientras se trasladaban por cercanías de una rotonda del barrio de Las Flores, en la zona sur de la capital cordobesa, tuvieron un incidente de tránsito con dos personas que iban en una moto, quienes rompieron el espejo retrovisor del auto en el que se movilizaban.
El joven relató que, en ese momento, pensaron que esas personas iban a robarles, motivo por el cual escaparon rápidamente del lugar.
Sin embargo, cuando se trasladaban por la avenida Vélez Sarsfield y Romagosa, dijo, vieron dos móviles policiales con efectivos que les hicieron señas para que se detuvieran.
El joven recordó que, mientras reducía la velocidad, vio que un policía “toma el arma, la desenfunda y apunta contra el auto”.
“Me dio miedo y seguí de largo (…) Me asusté. Era la primera vez que veía un arma desenfundada”, recordó el joven, quien agregó que, instantes después, se dio cuenta de que le habían “acribillado el auto” y escuchó que Blas le dijo a Camila que le habían disparado y le pidió que le agarrara la mano.
En esas circunstancias, añadió el testigo, buscaron un centro de salud cercano y fueron al sanatorio Aconcagua. “A los gritos pedimos ayuda y nos dicen que no nos va a atender”, recordó.
Por tal motivo, agregó, decidieron seguir camino rumbo a un hospital, aunque en el trayecto fueron interceptados por la policía.
“A los policías les pido por mi amigo que se estaba muriendo, que lo había matado la policía”, continuó el testigo, quien aseguró que Blas “seguía vivo”.
“Lo escuchaba cómo luchaba por respirar, estaba agonizando, suplicábamos que alguien lo vea”, recordó Camerano Echavarría, tras lo cual aseguró, con congoja, que “nada hicieron por salvarle la vida. Los policías dejaron que Blas muera”, remarcó.
Tras ello, el joven contó que un importante número de efectivos comenzó a llegar a ese lugar y que los maltrataron, al igual que más tarde, en la oficina central de la fuerza, donde, dijo, ni siquiera los dejaron ir al baño.
Camerano Echavarría contó que, cerca de una hora después, supo que Blas había muerto: “Lloré sobre el pecho del chofer de la ambulancia. Habíamos pasado de estar riéndonos a estar en una oficina de homicidios y con un amigo muerto”, manifestó, quebrado.
Luego declaró Camila Toci, quien iba en el asiento delantero del acompañante al momento del hecho, quien dijo que una vez que pasaron el control policial sintió “como un bombardeo, como si fueran piedras”.
“En ese momento, Blas me mira a los ojos y con voz temblando me pide que lo lleve al hospital. Entonces me doy cuenta que no eran piedras, que eran disparos. Tenía un agujero en la espalda”, recordó.
Luego, repitió el mismo relato de su pareja Camerano Echavarría respecto al traslado al primer sanatorio donde se negaron a atenderlo y, luego, que fueron interceptados por los policías cuando se dirigían al hospital.
La joven explicó que los policías no les dejaron utilizar los teléfonos celulares para llamar a la familia y que uno de ellos le “pateó” los tobillos.
“No le tomaron el pulso, no lo atendieron, sólo se ocupaban de hacernos sentir culpable. Hasta el momento no sé por qué nos disparó la policía. No hicimos nada”, aseveró la joven, quien afirmó que media hora más tarde llegó la ambulancia y que le avisaron que “mi amigo de toda la vida estaba muerto”.
“Desde ese día mi vida cambió, me apoyé en amigos y la familia. Hasta ahora no pude seguir estudiando. Estoy con tratamiento psiquiátrico”, manifestó Toci, y agregó que lo que les tocó vivir “fue horrible, no se lo deseo a nadie y espero que su muerte sea para algo bueno, para que no vuelva a ocurrir”.
Antes de pasar a cuarto intermedio hasta este miércoles a las 9, para continuar con la recepción de testimonios, declaró Juan Segundo Blas Laciar (21), hermano de Blas, para exponer detalles de cómo la familia se enteró del hecho y el extenso periplo que tuvieron que recorrer para obtener información oficial sobre lo que le había pasado a su hermano Blas y concluirá con su exposición el miércoles.
El abogado Alejandro Pérez Moreno, querellante en representación de los padres de Blas, de Cruz Camerano y de Toci, destacó que los testimonios aportados por los amigos de Blas “son muy importantes” porque “son pruebas que claramente están diciendo que no hay excusas por lo que hicieron o dejaron de hacer las 13 personas imputadas”.
En ese sentido sostuvo que los acusados “no cumplieron con su función de servidor público” de llevar a Blas a un centro asistencial cuando respiraba con dificultad, sino que “lo dejaron morir y además pusieron en riesgo las vidas de los restantes cuatro ocupantes del auto” cuando dispararon los balazos, manifestó a Télam el letrado.
Por el homicidio se encuentran acusados el cabo 1° Lucas Damián Gómez (37) que, según la fiscalía, efectuó cuatro disparos con su arma reglamentaria contra el automóvil, entre ellos el que mató a Blas, y el cabo 1° Javier Catriel Alarcón (33), quien disparó en dos oportunidades.
Ambos llegaron al juicio como “coautores de homicidio calificado por haber sido cometido en abuso de su función y homicidio agravado por el empleo de armas de fuego, homicidio calificado por abuso de su función en grado de tentativa reiterado -cuatro hechos- y homicidio agravado por el empleo de armas de fuego en grado de tentativa reiterado -cuatro hechos”.
En tanto, los restantes acusados, todos policías, son Sergio Alejandro González, Wanda Micaela Esquivel, Yamila Florencia Martínez, Walter Eduardo Soria, Enzo Gustavo Quiroga, Jorge Ariel Galleguillo, Leonardo Alejandro Martínez, Rodrigo Emanuel Toloza, Ezequiel Agustín Vélez, Leandro Alexis Quevedo y Juan Antonio Gatica.
Los cargos que enfrentan son de ‘falso testimonio, encubrimiento por favorecimiento personal agravado por la calidad funcional y omisión de deberes de funcionario público’, ya que se les imputa, entre otras cosas, haber “plantado” un arma para simular un enfrentamiento con los chicos.
> Con información de TÉLAM.
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