Córdoba no es cualquier lugar. Está claro en los gestos y las palabras. El primero, es que el candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández, se mostró junto a Sergio Massa, primer aspirante a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. El segundo, que el gobernador José Manuel De la Sota fue mencionado y reivindicado todo el tiempo, incluso con una de sus palabras originales: cordobesismo. Y el tercero, que el gobernador Juan Schiaretti es “el Gringo”.
Aquí y en las provincias del centro del país, Mauricio Macri hizo la diferencia que le permitió derrotar a Daniel Scioli en 2015. Sin embargo, en Córdoba, esa distancia fue mayor: por los cordobeses y porque fue el único distrito de esta región, donde Cristina Fernández de Kirchner no acordó con el peronismo provincial. Aparece obvio, que el esfuerzo de los Fernández pasa por reconstruir la relación rota.
El presidente lo sabe y por eso no abandona este territorio, que esta vez luce con el cartel de “en disputa”. La única encuesta difundida en Córdoba sobre la opinión electoral de los cordobeses le sigue dando la victoria a Macri, pero la distancia se ha recortado y hay un número importante de indecisos o votantes que dicen ahora que votarán en blanco. La campaña de unos y otros tiene estos destinatarios.
Sin embargo, Córdoba tiene otra particularidad: los votantes del presidente y el gobernador parecen ser los mismos. Por eso, la estrategia que sale del Instituto Patria, el albertismo y el massismo, es tratar de hablarle al elector peronista de Schiaretti. En esa línea se instala mostrar juntos a Alberto y Massa, recordar a De la Sota, mimar a “El Gringo”, y caminar la provincia con los intendentes del PJ. El esquema ideal que se plantea, es que elector que se gane, se le resta además a Juntos por el Cambio.
Y hay un componente adicional que señaló en su columna Norman Berra: que en el promedio de encuestas, Fernández-Fernández está muy cerca del piso de 45 por ciento para ganar en primera vuelta. En un escenario de esas características, el voto cordobés será muy importante.
Por eso, ayer, Fernández habló de volver, pero aprendiendo de los errores. Dijo que Cristina piensa como él, pero “lo importante es lo que piense yo”, precisó que el Frente de Todos es más que kirchnerismo y lo gráfico como una alianza del peronismo y los gobernadores, en la que también se encuentra el kirchnerismo.
Sergio Massa afirmó ayer que “tenemos que ponerle punto final al fracaso de Macri. Hay que abrir una etapa en la que el Estado tenga un papel de control en el desarrollo y en la vida de los argentinos”.
Agregó inmediatamente, en la conferencia de prensa, “mi admiración, respeto y cariño por José Manuel De la Sota. Sigo su pensamiento, imagino que Córdoba debe ser una provincia central en el desarrollo de Argentina”.
Inmediatamente, Fernández contó: “primero, recordar que con Sergio visitamos a José Manuel hace unos años. Después, que fui su asesor cuando fue diputado nacional, ha sido un amigo. Vaya mi respeto y cariño por siempre hacía él”.
La siguiente oración fue para Schiaretti: “Lo que haga el Gringo va a estar bien hecho. El electorado de Córdoba tiene su peculiaridad. El cree que esa prescindencia es lo adecuado”.
El acuerdo con el PJ de Córdoba es, en consecuencia, determinante. Este viernes, Alberto y Sergio seguirán mostrando un relato más acorde a lo que los oídos del electorado cordobés prefieren. La idea de que Córdoba es una provincia central para el desarrollo económico y la promesa de que no habrá más desencuentros. Para eso, el candidato presidencial expondrá antes los votantes de la provincia una doble garantía: la de los intendentes y la de Massa. Es a todo o nada. No hay margen de error. Que esto suceda, es además un indicador de que el control, tanto de la campaña como de la alianza, pasó de Cristina a Alberto. Esa es la matriz que habilitó la peronización de la campaña y el acuerdo con los gobernadores.