(Por Alejandro Tejero Vacas) La combinación de la suba de tasas de interés en los Estados Unidos y el colapso de Terra, una de las diez criptomonedas de mayor capitalización, desencadenó la tormenta perfecta para el mercado.
Las cripto atravesaron su peor semana en 12 meses, con un derrumbe en la cotización de Bitcoin y demás criptoactivos que llevó a que se perdieran más de US$ 500.000 mil millones en el mercado y a tocar precios mínimos desde 2020.
Ninguna escapó a la dinámica del resto de activos de renta variable, como las acciones de empresas, que sufren desde hace meses -y esta última semana en particular- el cambio de política monetaria de la Reserva Federal (FED), que abandonó las tasas de interés del 0% y anunció una suba de hasta el 1%, con vistas a incrementarlas en los próximos meses para frenar los niveles de inflación, los más altos en 40 años.
En ese sentido, los principales índices de empresas como el S&P 500, el Nasdaq y el Dow Jones retrocedieron entre un 12 y 30% en lo que va del año, ante la salida de capitales en búsqueda de activos menos riesgosos.
Es una respuesta al fin de “dinero barato” en el mundo y a una subida fenomenal que habían tenido las acciones de las principales empresas del mundo -de más del 100% entre 2020 y 2021-, impulsadas por la emisión récord de dinero por la pandemia y que derivó en una creciente inflación.
Sin embargo, al viento de frente que traía el mercado financiero se agregó el pánico por la virtual desintegración de Terra, uno de los ecosistemas más importantes del mercado cripto, que incluía un token nativo (Luna) y una moneda estable o stablecoin (UST) que, juntas, tenían un valor de US$ 50.000 millones hace apenas diete días.
Hoy el valor de ambas es apenas superior a los US$ 4.000 millones, según datos de Coinmarketcap.
“Lo que vimos esta semana fue una tormenta perfecta. Veníamos de dos años de crisis global por el Covid, con alta emisión monetaria y baja de tasas que confluyó en el mercado cripto y que, en mi opinión, tocó fondo esta semana”, afirmó a Télam Manuel Beaudroit, CEO de Belo, una de los exchanges argentinos de mayor adopción entre los usuarios de cripto en el país.
La caída de Terra obedece, fundamentalmente, a una corrida masiva de dinero alojado en UST, cuya paridad con el dólar estaba respaldada en el valor de Luna y un mecanismo de arbitraje algorítmico entre una y otra.
El mecanismo permitía que, ante una venta de UST, se vendieran Luna en el mercado para pagar ese “dólar” con nuevas Lunas, y al revés en caso contrario.
Sin embargo, la pérdida de paridad con el dólar durante algunas horas el pasado fin de semana puso en alerta a sus tenedores, que tenían cerca del 80% de los UST existentes depositados en Anchor Protocol, una especie de banco que ofrecía un retorno anual de 19,6% a cambio de estos depósitos.
Así fue como empezó la llamada “espiral de la muerte”: una venta masiva de UST compensada con emisión de Lunas no absorbidas por el mercado, que derrumbaba su cotización y forzaban a una emisión aún mayor para mantener la paridad con el dólar.
En consecuencia, Luna pasó de valer 64 dólares por unidad el domingo pasado a menos de 1 centavo y UST a menos de 20 centavos este domingo.
“Lo que sucedió con Terra impacta sobre el resto del ecosistema porque se aprovecha para generar miedo e incertidumbre. Se habla de esquemas Ponzi cuando lo importante distinguir entre aplicaciones y proyectos que puedan ir surgiendo”, sostuvo Beaudroit.
Y agregó: “No está bien asegurar rendimiento o generar situaciones que, de alguna manera, incitan a la gente a pensar que puede tener un alto rendimiento con una seguridad que no es tal. Por eso lo importante es el cuidado del consumidor y la mejor forma de hacerlo es con educación. Hacerle entender que las decisiones que tomen tienen un impacto y hay que hacerse responsable”.
El interrogante sobre si un fenómeno como el que sucedió con UST podía ocurrir con el resto de stablecoins -USDT, USDC o DAI son los más conocidos, cuya capitalización es de más de US$ 132.000 millones- fue lo que sacudió por completo el esquema.
Si bien tienen mecanismos de respaldo distintos -algunas con depósitos bancarios auditados que, supuestamente, aseguran cada unidad en circulación con un dólar fiduciario, y otras con una canasta de criptomonedas que supera ampliamente su valor en circulación- el temor a que colapsaran también llenó de pánico al mercado.
Bitcoin, Ether, Cardano, XRP, Polkadot, Avalanche y otras criptos cayeron entre 25 y 50% en los últimos diez días, y llegaron a tocar sus precios más bajos desde finales de 2020 el miércoles por las mañana, en el momento más álgido de la crisis cripto.
“El mercado ya ha sufrido estas volatilidades. La gran diferencia es que, en América Latina, más de la mitad de quienes tienen cripto por primera vez la compraron después de la pandemia y nunca vivieron un escenario así”, aseguró a Télam, Ignacio Carballo, docente, investigador y consultor de “crypto y finanzas alternativas” de American Market Intelligence (AMI) en Estados Unidos.
“Muchos lo hicieron para comprar monedas, supuestamente, estables y cuyo caso de uso no era la descentralización e ir en contra del sistema, sino tener una moneda que lo resguardara de la inflación del dólar. Hoy eso está en jaque y hay que ver si esas personas que se animaron a comprar activos como UST, con los que perdieron mucho dinero se animarán a hacerlo de nuevo en el futuro”, razonó Carballo.
El escenario que se despliega ahora es el que muchos habían señalado hace meses: el fin del mercado alcista iniciado a mediados de 2020 y el ingreso a una temporada de cotizaciones más bajas, que dejará espacio a la superviviencia de los proyectos que realmente aporten valor y usabilidad.
“Lo interesante es ver como se va a recuperar todo esto. Nos queda seguir trabajando en producto y en cómo hacer para generar mayor liquidez, mercado, infraestructura y aplicaciones para la vida cotidiana”, concluyó Beaudroit.
> Alejandro Tejero Vacas / TÉLAM.
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