Con el DNU firmado por el presidente Alberto Fernández suspendiendo las clases presenciales en la región del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) la alianza peronista en el gobierno ubicó al Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta (HRL), como la figura antagonista del bloque de centro-derecha. Lo hizo en detrimento de otros dirigentes con menor influencia social y electoral como Mauricio Macri o Patricia Bullrich. En principio, aparece como un error de estrategia política.
La disputa por la presencialidad de las clases tiene en todo el país, según una encuesta a 2500 personas, con dispositivos móviles, de Giaccobe y Asociados, realizada entre el 15 y 16 de abril, un 62,4% de apoyo. Mientras que la restricción escolar suma un 33%.
Al ex presidente Macri, según un trabajo de Ricardo Rouvier realizado en marzo, 7 de cada 10 argentinos no lo votarían nuevamente.
En cambio, HRL es percibido en todo el país con imagen positiva superior a negativa según el informe mensual que efectúa CB Consultores. Es el tercero entre todos los gobernadores argentinos. En los 24 distritos, el dirigente de JxC tiene diferenciales positivos (diferencia entre imagen positiva y negativa). Por ejemplo, en la provincia que peor le va, San Luis, posee un 44,7% de imagen positiva y un 29,2% de imagen negativa. En la CABA, su distrito suma un 67,3% de imagen positiva frente a un 31,3% de negativa. El trabajo de CB no disecciona provincia de Buenos Aires entre GBA e interior y establece una imagen positiva general de 60,7 versus 34,6% de negativa.
Con ese contexto, el conflicto porteño por las clases presenciales, sin tomar en cuenta el capítulo sanitario, nacionaliza la figura de Rodríguez Larreta.
De todos los dirigentes de Juntos por el Cambio es el menos vulnerable frente al discurso oficialista y el mejor posicionado como referente opositor con capacidad de incidir sobre el centro político.
Anoche, a las 21:00, en el Prime Time de la TV, con la amplificación de las redes sociales, el Jefe de Gobierno porteño se mostró como un contrincante que defiende la educación como alternativa para superar la pobreza y la grieta y que gobierna con “datos” y diálogo, a la par que defiende sus posiciones y “convicciones” sin peleas dramáticas. Es decir, confrontó a los ejes temáticos y el estilo de discurso del oficialismo nacional y también a los de su propio bloque político, expresados, sobre todo, por Macri y Bullrich.
Habrá que observar ahora si esta nueva situación afecta a la alianza gobernante y, también, como actúa esta acción hacia el interior del bloque opositor, que hasta el momento ha buscado radicalizar las diferencias con el oficialismo.
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