Abuelas de Plaza de Mayo anunció este viernes 27 de diciembre la recuperación del nieto 138. Se trata del hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, nacido en diciembre de 1976. El juez Federal, Daniel Rafecas, informó al nieto 138 los resultados de los distintos estudios que corroboraron su identidad. La restitución de este hombre de 47 años se produce en un contexto donde el gobierno nacional sostiene el negacionismo del Terrorismo de Estado e implementa una política de desmantelamiento de distintos organismos estatales que han sostenido la investigación de los crímenes de Lesa Humanidad de la Dictadura cívico-militar de 1976.
Estela de Carlotto encabezó la conferencia de prensa en la Casa por la Identidad del Espacio Memoria y Derechos Humanos, ex ESMA, donde además reclamó que se sostenga el funcionamiento del área de DDHH, en peligro por el inminente despido de 600 trabajadores.
“Cerramos el año con la felicidad de un nuevo encuentro: bienvenido nieto 138”, leyó Estela de Carlotto, presidenta de la organización. “Encontramos al hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, nacido en diciembre de 1976. Son así 138 los casos resueltos en estos 47 años de búsqueda inclaudicable de verdad e identidad”.
Según la información brindada por Abuelas, Marta Pourtalé nació el 5 de mayo de 1946 en Azul, provincia de Buenos Aires, y Juan Carlos Villamayor nació el 28 de abril de 1955 y era oriundo de Buenos Aires.
Marta era mayor que Juan Carlos y cuando se conocieron ya tenía un hijo, Diego Antonio, con una pareja anterior. Cuando Juan Carlos cumplió los 21 años, le dio a Diego su apellido. La pareja militaba en Montoneros.
El 10 de diciembre de 1976, fueron secuestrados en su domicilio de la Ciudad de Buenos Aires, en un operativo realizado por un grupo de tareas. Según se informó, ella estaba embarazada de ocho meses y medio. “La pareja fue vista en el centro clandestino de detención ESMA, donde posiblemente se haya producido el nacimiento del nieto 138. Hasta el momento se tienen contabilizados más de 30 nacimientos en este Centro Clandestino. Sus padres pensaban llamar Soledad o Manuel al bebé que esperaban”, relató De Carlotto.
Al enterarse del secuestro, María del Carmen Villamayor, hermana de Juan Carlos, y su madre, Carmen Antonia Morinigo, emprendieron el recorrido que también debieron atravesar cientos de familiares: presentaron hábeas corpus, visitaron tribunales y cárceles, sin éxito.
En septiembre de 1979, Carmen Morinigo logró presentar la denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de visita en el país para recoger información sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura.
Por la rama materna, el tío Pedro Pourtalé fue quien recibió un llamado de la Comisaría de Villa Ballester para buscar a un menor de cuatro años. Diego, su sobrino, había sido dejado allí, pero le negaron información sobre el paradero de su hermana y su cuñado. Pedro, junto a su mamá, crió al niño y, tiempo más tarde, denunció el caso de Marta y Juan Carlos ante la CONADEP.
Diego supo que esperaba un hermanito desde los primeros días, aseguró Carlotto. Cuando su mamá y Juan Carlos le contaron, hizo un dibujo de la familia incluyendo al bebé. Diego continuó esta búsqueda desde el grupo de familiares que participa activamente de Abuelas.
“Esta restitución es, una vez más, la muestra de las consecuencias del terrorismo de Estado en el presente y, también, de la necesidad de dar centralidad a las políticas de derechos humanos para que los delitos de lesa humanidad cesen”, continuó De Carlotto.
Y añadió: “La CoNaDI (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad) y BNDG (Banco Nacional de Datos Genéticos) fueron instrumentos indispensables para la resolución del caso. En la consolidación de nuestra democracia, la Secretaría de Derechos Humanos ha acompañado nuestra lucha en busca de las respuestas que los perpetradores nunca nos han querido dar. Este organismo del Estado se encuentra atravesando uno de los ajustes más brutales con la reducción de su personal a partir de un plan de desmantelamiento”.
“El delito más aberrante de la dictadura se hace evidente en cada restitución: mantener viva a una mujer embarazada, someterla a las peores vejaciones hasta dar a luz a su bebé en condiciones inhumanas, para luego robarle a su hijo y sustituir su identidad. Aunque tarde, con este encuentro, este crimen cesa”, sostuvo. “Hoy celebramos la restitución del nieto 138 y desde Abuelas pedimos que se sostenga el trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, una herramienta imprescindible para la defensa de estos derechos fundamentales”.
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