Nadie puede negar que la jugada del oficialismo provincial, coronada a 24 horas del cierre de listas, es una demostración de “muñeca” y capacidad de acción política. Tanto por el desembarco de dirigentes que vienen desde el campamento del principal adversario electoral, como por la expectativa pública que ha conseguido.
En términos de realidad pura, la intendenta radical de Estación Juárez Celman, Myrian Prunotto, y el presidente del Pro, ex diputado nacional y ex intendente de Laboulaye, Javier Pretto, llegan casi desnudos al territorio peronista. Algo más provista de “tropa” la jefa comunal de la UCR, que conformó una agrupación denominada Radicales Auténticos. En la foto de este viernes 5 de mayo, ninguno de los dos puede mostrar influencia social o política relevante. Son dos dirigentes con importancia en sus respectivos partidos, pero ninguno de los dos es central.
Sin embargo, la apuesta del peronismo en este movimiento de ajedrez es instalar la idea de que quiere retener el gobierno provincial, después de 24 años, renovándose con una “gran coalición”. El concepto es que Hacemos Unidos por Córdoba resume e incluye a todos los sectores, tanto políticos como económicos y sociales. Con ese fin ubica en la fórmula a los dos referentes del espacio opositor. Se trata de una estrategia, que incluye el “acting” y la promesa de construcción a futuro.
Antes, las coaliciones representaban la existencia de representaciones previas. Se intentaba sumar a las fuerzas y dirigentes que eran parte de un espacio social construido precedentemente. Para poner un par de ejemplos conocidos, eso fue la Alianza (UCR y Frepaso) en 1999, con la fórmula Fernando De la Rúa- Chacho Álvarez; o incluso, Unión por Córdoba (UxC), a fines de 1998, la coalición surgida del acuerdo político entre José Manuel De la Sota y el ex presidente Carlos Menem que terminó con la llegada del liberal Germán Kammerath a la boleta peronista.
Ahora, el arribo de Prunotto para acompañar a Llaryora; y de Pretto para secundar a Daniel Passerini en la Capital, es la de dos dirigentes que buscan un mejor destino y, desde el peronismo, un complemento necesario para delinear la imagen a mostrar. Ambos llegan sin desarrollo territorial; ni representación previa construida. Se podría decir, por lo tanto, que lo que está ocurriendo es la aspiración de la representación, algo a desarrollar, una meta a alcanzar.
Llaryora, el intendente de Córdoba Capital y candidato a Gobernador, viene diciendo que “estamos impulsando una coalición de gobierno, que es diferente a una suma de partidos”. Prunotto y Pretto desembarcan con ese fin. Su integración a las fórmulas provincial y capitalina, perfila la oferta electoral.
Por cierto, también sacude a Juntos por el Cambio (JxC), la principal alianza opositora, que no preveía una jugada de semejante profundidad. Una cosa era el cambio de camiseta de Prunotto y otra que acompañe a Llaryora. Pero el cimbronazo no terminó allí: Pretto, que hasta firmó el acuerdo constitutivo de JxC y se sentaba en la misma mesa que todos los jefes de esa alianza, hizo las valijas y salió de Laboulaye con pasaje de ida. Era parte del Pro, un partido que una vez retirado Mauricio Macri del centro de la escena, el dirigente más cercano a Juan Schiaretti, aparecía como ordenado en Córdoba e incapaz de producir semejante sorpresa. Todos los ojos, entonces, estaban posados en la UCR y sus internas. La realidad fue otra y ahora, nadie en JxC está seguro de que todos los que están, están.
Como todo movimiento político, también tiene sus contras. El hecho de que lleguen livianos de acompañamiento les resta incidencia territorial con vistas a los comicios. Además, en el caso de Prunotto, la idea de amplitud política y de gestión no adquiere la misma dimensión en el plano geográfico, ya que ambos integrantes del binomio pertenecen al área metropolitana de la Capital. Más allá de que el PJ garantiza que dirigentes de buena parte del territorio cordobés estarán en sus listas, aquí se produce una desbalance que puede tener efectos discursivos y exponer un lado débil a JxC, sobre todo teniendo en cuenta que el candidato a vicegobernador de Luis Juez será del interior (Marcos Carasso de General Cabrera, del sur; o Soledad Carrizo del norte cordobés). Y quizá, el punto de mayor valor sea el interrogante que abre, en términos políticos, electorales, y de gestión, la constitución de un acuerdo electoral con dirigentes en solitario, sin la participación de la fuerza política de la que provienen.