Una junta médica del Hospital de Clínicas de Córdoba comenzará a evaluar este miércoles a José Filiberto Olivieri, condenado a perpetua por delitos de Lesa Humanidad. La pericia será determinante para que el Tribunal Oral Federal N°2 defina si le revocan o no la prisión domiciliaria, beneficio al que accedió aduciendo problemas de salud y que violó en reiteradas oportunidades desde 2012.
En junio de este año, el ex agente del Comando Radioeléctrico de la Policía de Córdoba sentenciado por fusilar a tres jóvenes en octubre de 1976, fue filmado caminando por las calles céntricas de Oliva, su ciudad natal. Cruzaba muy campante unas de las esquinas más concurridas de la ciudad, a unas doce cuadras de su casa de barrio Sagrado Corazón.
Cuando el video se hizo público, el fiscal Carlos Gonella solicitó al TOF 2 que revoque el beneficio de la domiciliaria y envíe a la cárcel al ex policía. Junto con el video, la fiscalía presentó el testimonio de otros vecinos de Oliva que contaron que el hombre salía a pasear varias veces por semana, jugaba a las bochas, y hasta ocupaba con frecuencia una mesa en un bar céntrico. Las violaciones al régimen domiciliario eran, de acuerdo con los testimonios, una constante desde 2012.
El 7 de julio, el TOF admitió que “objetivamente” Olivieri había violado el régimen de prisión domiciliaria, pero resolvió mantener el beneficio hasta que una junta médica someta a pericias psiquiátricas y psicológicas a Olivieri, para determinar su grado de “deterioro neurológico” y si existió o no algún tipo de “trastorno cognitivo o enfermedad psíquica”.
La junta médica encargada de realizar esas pericias se reunirá formalmente el miércoles. Desde entonces, comenzarán a someter a entrevistas y análisis al condenado. La resolución podría estar lista unos 15 días después. Una médica de la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico del Ministerio Público Fiscal actuará como perito de parte. “Ella puede firmar en conformidad la resolución de la junta o elaborar otro informe diferente”, explicó a ENREDACCIÓN el fiscal Gonella. “La prisión domiciliaria tiene un fundamento humanitario, que es que la persona privada de su libertad no sufra un doble padecimiento si su enfermedad no puede ser atendida correctamente en el penal”, explicó Gonella.
Suponiendo que efectivamente su salud no le permite cumplir la condena en prisión, las alternativas que se abren son varias: “Si efectivamente este hombre se pierde y sale solo de la casa sin rumbo, como sostiene su defensor, el Estado no puede someter a su esposa y su familia a ser los garantes de que no se fugue. No pueden ser ellos sus guardiacárceles. Una alternativa, entonces, puede ser un hospital psiquiátrico”, agregó el fiscal.
El defensor de Olivieri, Gabriel Rasuk, dijo que su defendido salió “para ir a la clínica”. en el video se lo ve solo, caminando de manos en los bolsillos. También dijo que el ex policía comenzó a mostrar signos de “Alzheimer” y que su deterioro es evidente: pesa 53 kilos en una talla de casi un metro ochenta.
Según el certificado del Médico Forense de Tribunales Federales, Olivieri “presenta un cuadro médico severo de EPOC por tabaquismo y trastornos neuropsiquiátricos, alteraciones visuales severas, y una marcada pérdida de peso”. El forense, Eduardo Gasparini, agregó que “se encuentra totalmente desorientado: Desconoce dónde se encuentra, desconoce la fecha”, escribió el médico, aunque agregó que responde con coherencia a preguntas simples.
“USTED ES UN REPRESOR”
Las personas que declararon en su contra no lo describieron tan perdido. El video fue filmado por una vecina en la tarde del 10 de junio pasado y muestra al hombre de 73 años cruzando la avenida Alem, en la esquina de la calle Olmos, en pleno centro de la ciudad. Esa esquina queda a más de 12 cuadras de la casa en la que debe cumplir condena, en la calle Rioja 433 de barrio Sagrado Corazón. En diálogo con ENREDACCIÓN, la autora del video (se reserva su identidad) contó que no es la primera vez que lo ve caminar por la ciudad. “En febrero de este año lo crucé frente a la parroquia del pueblo. Cuando lo reconocí, un impulso me llevó a increparlo. Le dije que él era un genocida condenado, que si realmente estaba enfermo no podía salir de su casa”. Esa vez, la testigo también registró el encuentro. La reacción del condenado fue ignorarla: “Agachó la cabeza, se hizo el boludo y siguió. Ni las manos del bolsillo se sacó. A simple vista, si no lo conocés, es un viejito al que le das el asiento”, contó.
Según pudo saber ENREDACCIÓN en base a los testimonios de vecinos que recolectó otro de los testigos, el ex agente se evade de su casa desde hace años. Lo solían ver tomando algo con amigos en el bar La Cámara, en pleno centro, o salir a hacer compras y paseos hasta tres o cuatro veces por semana, relató el testigo.
El condenado tampoco se priva de jugar a las bochas. De acuerdo con los relatos, los amigos reacondicionaron un baldío contiguo a su casa, en la calle Rioja. En ese lugar, cada tanto, los compinches juegan a ese deporte y comen asados.
Olivieri fue condenado por el alevoso asesinato de los jóvenes Carlos Delfín Oliva, Ana María Villanueva y Jorge Díez, ocurrido el 2 de junio de 1976. Junto a Pedro Nolasco Bustos y Jorge Vicente Worona, integraba una de las patrullas del Comando Radioeléctrico, cuya función era el patrullaje y el control territorial, a diferencia del D2, encargado de hacer inteligencia.
El 26 de marzo de 2012 el tribunal dictó un fallo condenatorio por considerarlos “coautores por dominio funcional del hecho, penalmente responsables” de los delitos de “privación ilegítima de la libertad agravada” y “homicidio calificado por alevosía”, y les impuso la pena de “prisión perpetua e inhabilitación perpetua absoluta”. En cuanto a Nolasco Bustos y Worona, el tribunal dispuso el “inmediato alojamiento en una unidad carcelaria del Servicio Penitenciario de Córdoba”. Olivieri, que durante el juicio se mostraba achacado y decaído, regresó a su casa, puesto que gozaba de prisión domiciliaria desde antes del juicio por razones de salud. Ahí debía cumplir su condena.
El hecho por el cual fue condenado ocurrió en la mañana del 2 de junio de 1976. Ana María Villanueva se encontraba junto a su novio, Jorge Díez, Carlos Delfín Oliva y Héctor Hunziker en la esquina de Octavio Pinto y avenida Caraffa, en barrio Villa Cabrera de la ciudad de Córdoba. En un momento reconocieron un agente del D2 y decidieron alejarse del lugar. Hunziker se fue caminando, mientras que Villanueva, Oliva y Diez lo hicieron a bordo del Fiat 128 de este último. En cuanto arrancaron, el auto fue interceptado por dos móviles del Comando Radioeléctrico. Los jóvenes fueron detenidos por Bustos, Worona y Olivieri, quienes se encontraban junto a los también policías Andrés Rojo, Antonio Polakovich y Pedro Colazo. Tras recibir una brutal golpiza, Villanueva, Diez y Oliva fueron trasladados en uno de los móviles a un descampado ubicado en la zona del Chateau Carreras, donde fueron fusilados. Oficialmente, se informó de un “enfrentamiento”.
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