En octubre de 2010 toda Córdoba estuvo pendiente del secuestro de dos amigas de 13 años. Fueron raptadas en barrio Argüello y pasaron casi un día en el baúl de un auto, hasta que sus familias pagaron un rescate de 10 mil pesos. “Perdón. No soy un delincuente, sólo tengo deudas”, dijo el hombre que las mantuvo cautivas, durante la negociación telefónica.
“Tienen que cuidar mejor a sus hijas”, remató. Un mes después, cayó preso. Era martillero público, tenía 34 años.
Mañana, siete años después del hecho, Diego Alejandro Rodríguez comenzará a ser juzgado en el Tribunal Oral Federa N°1 por los delitos de “secuestro extorsivo agravado” y “robo”. Hay 12 testigos convocados, por lo que se espera que en una semana las partes hagan sus alegatos para dar lugar a la sentencia, que podría ascender a 25 años por tratarse de menores de edad.
Carlos Gonella, fiscal natural del TOF2, estará a cargo de la acusación, reemplazando a Maximiliano Hairabedian. Esto es porque uno de los abogados que representa a Rodríguez es Carlos Hairabedian, padre del fiscal del TOF1.
Rodríguez pasó 9 meses en prisión y desde agosto de 2011 espera el juicio en su casa, aunque tuvo que pagar una caución de 100 mil pesos. Las pruebas en su contra son contundentes: fue detenido en barrio Villa Belgrano, en el Peugeot 206 celeste, que había sido usado para el secuestro; las víctimas lo reconocieron, pese a su cambio de aspecto (había bajado de peso y se había rapado); las pericias de voz realizadas en los celulares dieron compatibles con “la voz de la persona que hacía las conversaciones extorsivas”, al igual que los análisis genéticos hechos en un chicle encontrado en el baúl, con rastros genéticos de una de las víctimas.
“Cuando fue detenido un mes después, en el baúl de auto aún seguía el medio sánguche y la botella de gaseosa que las víctimas dijeron que habían dejado”, dijo a ENREDACCIÓN el fiscal que elevó la causa a juicio, Enrique Senestrari.
Cuando fue detenido un mes después, en el baúl de auto aún seguía el medio sánguche y la botella de gaseosa que las víctimas dijeron que habían dejado” (Enrique Senestrari, el fiscal que elevó la causa a juicio).
HACER DEDO
Según surge de la elevación a juicio, las dos chicas de 13 años hacían dedo en en la madrugada del sábado 23 de octubre, a poco de salir de una lotería de Recta Martinolli al 8300. Rodríguez pasó en su auto, las vio, dio la vuelta en “u” y se ofreció a llevarlas. Una subió en asiento del acompañante, la otra detrás. “Así las cosas Rodriguez las trasladó hasta la Avenida Cordillera, en inmediaciones de la estación de servicio YPF, oportunidad en la que el nombrado, en lugar de dejar descender a las menores que así lo pidieron, giró a la izquierda abruptamente y tomó por una calle que pasa por detrás del estadio Orfeo”, dice la causa.
El acusado no tardó en hacerles saber que estaban secuestradas. “Tengo un arma, si no hacen lo que les pido ya saben lo que pasa”, las amenazó, según la declaración de las víctimas. Después las hizo bajar, las ató de manos, las amordazó, y las metió en el baúl. Con el celular de una de ellas, hizo la primera llamada para pedir rescate, desde Icho Cruz, a las 5.50 de la madrugada.
Durante todo el día, Rodríguez habría hecho varias llamadas paseando a las chicas (siempre en el baúl) por San Antonio de Arredondo, Villa Carlos Paz, La Calera, Alta Gracia y Capital.
Durante todo el día, Rodríguez habría hecho varias llamadas paseando a las chicas (siempre en el baúl) por San Antonio de Arredondo, Villa Carlos Paz, La Calera, Alta Gracia y Capital. Por momentos las amenazaba con llevarlas hasta un departamento donde había “cinco hombres malos”. Cerca de la medianoche, el padre de una de las víctimas llevó un bolso blanco con el dinero, hasta Circunvalación y el cruce con el camino a Alta Gracia. Luego las chicas fueron liberadas.
Las víctimas relataron que el captor les dio sandwiches, gaseosas y las dejó hacer sus necesidades. Pero nunca estuvieron en casa alguna. Los restos de esa comida fueron hallados un mes después en el baúl.
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