A finales de los 90 la democratización de internet permitió el acceso a un sinfín de información a miles de personas en todo el mundo. Solo era preciso contar con una computadora y una conexión a la red para sumergirse en todo un océano de datos a tan solo un clic de distancia. Esto trajo consigo una auténtica revolución en el modo en el que nos relacionamos, ya no solo con el medio que nos rodea sino también con las personas. Haría falta poco tiempo para que la burbuja de internet estallara trayendo consigo nuevas oportunidades de mercado, y al comercio online pronto se le unieron aplicaciones que con el paso de los años han demostrado ser una fuente estable de ingresos para nada desdeñables. Una de las opciones más cotizadas en este sentido es YouTube, una plataforma que vio la luz en 2005 y cuyo rápido éxito provocó que tan solo un año después fuese comprada por Google por un total de 1.650 millones de dólares. La posibilidad de alojar videos de forma gratuita ha hecho de YouTube el lugar idóneo para todos aquellos que quieren mostrar su creatividad en diversos ámbitos o simplemente para los que desean compartir sus propias experiencias. Y con la plataforma nació también un nuevo agente social: los Youtubers.
Lo de ser Youtuber no es nada nuevo. Todos hemos visto en algún momento de nuestra vida un video de alguna personalidad famosa de internet. Los hay sobre moda, maquillaje, repostería o videojuegos. YouTube es el templo de sabiduría visual que le faltaba a Wikipedia. A esta comunidad debemos sumarle los streamers de otras plataformas como Twitch. Seguir en vivo la retransmisión de un evento de eSports o simplemente ver cómo se defienden otros usuarios frente a los mandos es un negocio que mueve a millones de personas en todo el mundo. Además, en Twitch también existe una gran variedad de posibilidades, contando incluso con la presencia de grandes estrellas en sus disciplinas, como es el caso del jugador profesional de póker Jason Somerville, que no duda en compartir sus conocimientos sobre este deporte metal con todos sus seguidores.
Sin embargo, YouTube no deja de crecer en cuanto a temática y desde hace un tiempo a esta parte una nueva clase de canales ha comenzado a proliferar en la plataforma. Se trata de aquellos dedicados en exclusiva a ofrecer información literaria: reseñas, críticas, recomendaciones, etc. Sus artífices cuentan hasta con una denominación propia: Booktubers. Como tal, esta figura de internet surgió hace 5 años cobrando especial importancia en Europa. El perfil de los Booktubers suele ser el de jóvenes de entre 20 y 30 años enamorados de los libros que comparten sus experiencias literarias. Al principio esta actividad no iba más allá del mero comentario; es decir, los Booktubers se valían de la plataforma para contactar con personas con sus mismas inquietudes creando así una amplia comunidad, pero con el tiempo se han convertido en auténticos referentes literarios para una legión de fans. ¿Qué significa esto? Pues que sus recomendaciones no son baladís, sino que los libros de los que hablan en sus canales pueden convertirse al día siguiente en un éxito de ventas. Una oportunidad que las editoriales no han dejado escapar, sobre todo teniendo en cuenta que según los datos manejados por Amazon una reseña positiva de un Booktuber puede llegar a incrementar en un 20% las ventas.
En la Argentina las editoriales no han tardado en ver una oportunidad de mercado en este nuevo paradigma y las colaboraciones con los Booktubers son constantes; de hecho hasta han participado en varias ediciones de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. El gran filón de estos jóvenes es que hablan de tú a tú con sus seguidores, los cuales los ven como un reflejo de ellos mismos. Es decir, no consideran que las recomendaciones que les están haciendo formen parte de una campaña de publicidad sino que simplemente lo entienden como un intercambio de ideas entre amigos. Esto se debe principalmente a la sinceridad de los Booktubers, quienes no dudan en decir abiertamente que un libro (aunque les haya llegado como obsequio por parte de una editorial) no les gusta.
Muchos de estos Booktubers han dado el salto a la escritura, ya sea de la mano de alguna editorial o a través de la autoedición. En España, por ejemplo, destaca Andrea Izquierdo (Andrea Rowling en YouTube) que cuenta ya con tres novelas en el mercado, mientras que en México Claudia Ramírez Lomelí (Clau Reads Books en la plataforma) recién viene de publicar el pasado año 2018 su obra El Príncipe del Sol con la editorial Planeta. Ambas cuentan con un nutrido grupo de fans en las redes sociales. Acá los Booktubers presentan unas cifras menores en cuanto a seguidores pero su influencia es cada vez mayor. Macarena Yannelli cuenta con 23.000 suscriptores en su canal, Carla Dente con cerca de 22.000, Matías Gómez, con 20.000, Evelyn Torres con una cifra similar y Federico Valotta con casi 2.000. Todos ellos han colaborado con editoriales, algunos incluso trabajan en sellos editoriales, y han publicado de manera conjunta la obra Érase una vez… una antología de versiones de historias y mitos clásicos de la mano de Planeta.
A pesar de su éxito en redes, la mayoría de los Booktubers reconoce que los ingresos que les reportan sus visualizaciones en YouTube no les da para vivir. Sin embargo, son conscientes de que su labor va más allá de lo monetario y es que han conseguido que los jóvenes lean más que nunca. Cuando el eBook fue anunciado, todos en el sector editorial temblaron: el libro en papel tenía los días contados, la tecnología acabaría con él. Con el paso de los años se ha comprobado que esa tecnología a la que tanto se temió no fue más que un apoyo que ha conseguido que la lectura siga al alza. Los Booktubers son buena prueba de ello.
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