La muerte del ex-gobernador José Manuel De la Sota que proponía una unidad amplia y sin exclusiones del PJ, primero, y la decisión del gobernador Juan Schiaretti de construir una unidad recortada del peronismo, después, modificaron los escenarios de acción y desarrollo del kirchnerismo cordobés. A ello se le sumó el regreso de Eduardo Accastello, el peronista K con más potencia electoral, al espacio del PJ cordobés.
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Unidad Ciudadana, la herramienta electoral del kirchnerismo en todo el país, funciona aquí en línea con las decisiones nacionales de Cristina Fernández de Kirchner. Nada de lo que ocurra en Córdoba será disonante con la estrategia nacional.
Tanto la ex presidenta como De la Sota alimentaban la idea de una convergencia de todos los sectores del peronismo para 2019. En ese esquema podía producirse también un acuerdo electoral provincial, donde Unidad Ciudadana apoyara a la fórmula de Unión por Córdoba (UPC). Es decir, se trataba de una jugada con ramificaciones en todos los planos. El accidente automovilístico del ex gobernador terminó con ese camino.
Sin embargo esta idea no era la del gobernador Schiaretti. Su planteo era (y es) de absorción de los dirigentes peronistas que habían participado de la experiencia kirchnerista. El intendente de Villa María Martín Gill, la ex esposa de Accastello, Nora Bedano, o la Jauretche en su momento, pasaron directamente a las filas del PJ. Lo mismo sucedió ahora con Accastello, con la particularidad de que en esta etapa, el que decide traspasar la frontera debe sumarse sin demandas. Por eso, por ejemplo, aún no lo hizo Olga Riutort, que no es kirchnerista, pero reclama el apoyo de su partido para intentar el sueño de toda su vida de ir por la intendencia de Córdoba.
Para el jefe del peronismo local, el kirchnerismo debería ir por fuera del PJ para quedarse como la única opción posible (útil) de enfrentar a Mauricio Macri y evitar el fuego anti-K sobre su lista.
Muerto De la Sota, se acabó su estrategia. Ahora vale la de Schiaretti, que en poco días concretó la cumbre con el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, con el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y el titular del bloque Argentina Federal en el Senador, Miguel Ángel Pichetto. La unidad recortada del peronismo intenta disputarle un lugar en la segunda vuelta a CFK en 2019. Todos suponen que la ex presidenta será de la partida para enfrentar a Mauricio Macri, más con el escenario critico en curso. Massa es el hombre clave de ese armado.
Pero la jugada también va a dividir en todos los planos al PJ y su aparato sindical, limitando su capacidad de confrontar con el presidente. Además, obligará a la ex presidenta a empezar a jugar con otro nivel de exposición para no comenzar a perder socios políticos. En ese sentido, es una maniobra que adelanta 2019.
Se sabe que sin acuerdo nacional no habrá acuerdo provincial entre el kirchnerismo y el PJ cordobés, lo cual obligará al sector de CFK a actuar para no desaparecer del escenario local. A partir de ahora se verá el temple y decisión de sus principales referentes, entre otros, Martín Fresneda, Pablo Carro, Gabriela Estévez, Carmen Nebreda, o el sindicalista docente Juan Monserrat y de las fuerzas políticas que lo componen. Existe un espacio social favorable al desarrollo de un relato de cambio desde los sectores progresistas, nacionales y populares y de izquierda, pero requiere de actores adecuados. También hay lugar para las propuestas anti-política, desde la derecha, porque la falta de soluciones a los problemas básicos de la ciudadanía alimenta el descreimiento y, por lo tanto, a posiciones de este tipo.
Básicamente sucede esto porque el gobierno nacional es de derecha y el peronismo cordobés ha quedado abrazado a una posición neoliberal. El presidente se abroquela sobre su electorado base para soportar la crisis e intentar la reelección y Schiaretti se sostiene sobre un discurso que no cambia nada, sino que administra lo que está -aquí y en el país-. Es un escenario propicio para las sorpresas y apariciones estelares desde afuera del sistema y también para relatos como los señalados.
La dimensión de la crisis económica y su impacto sobre el sistema institucional y político serán determinantes para la suerte de las distintas opciones y planes, e incluso para que se alteren totalmente. Con la recesión abriendo sus fauces, el FMI imponiendo sus programas de ajuste y un gobierno que no logra alianzas que le den sustentabilidad, al futuro habrá que mirarlo día por día.
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