Inesperado. Brutal. Incomprensible. Descontextualizado. Exasperante. Demoledor. Terrorífico. Así fue el llamado que el domingo 29 de julio a las 19,04 recibió en su teléfono celular Carlos Arnao Zúñiga, expolicía y también víctima de la última dictadura militar, durante la cual padeció secuestro, tortura y encierro.
Volvía junto a su mujer y un amigo de hacer compras en un centro comercial cuando sonó su teléfono celular. El mensaje sería escalofriante: “Idiota, hijo de puta. Boludo. Seguí buscando, pelotudo, la concha de tu madre. O no le creen a mi vieja”.
“Realmente no entendía nada. Empezaron a insultarme y a amenazarme, y me dijeron que me iban a matar a mí y a mi familia”, contó Carlos Arnao Zúñiga desde el comedor de su casa en Marqués Anexo, donde recibió a ENREDACCIÓN.
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“Yo ya he recibido otras veces amenazas, pero esta vez se pasaron de la raya. Por los insultos, y porque empezaron a mencionar a todos los integrantes de mi familia. A mi señora con su nombre y su apodo, a mis tres hijos y a mis siete nietos”, relató, conmovido por “el detalle absoluto con el que conocían todo mi entorno”.
“Yo ya he recibido otras veces amenazas, pero esta vez se pasaron de la raya. Por los insultos, y porque empezaron a mencionar a todos los integrantes de mi familia. A mi señora con su nombre y su apodo, a mis tres hijos y a mis siete nietos”, relató, conmovido por “el detalle absoluto con el que conocían todo mi entorno”.
El mensaje proviene de una voz joven, de un léxico algo limitado, con amplia cantidad de insultos y mucha violencia en sus expresiones. Por momentos el tono se vuelve confuso y hace pensar que la persona que profirió las amenazas se encontraba bajo efectos del alcohol o de alguna otra sustancia.
“Putazo de mierda. Me quieren hacer perder. ¿Querés que baje un jury para los jueces para que le bajen a los fiscales?”, dice en otro segmento de los audios que ya están a disposición de la Fiscalía III Turno 6º, a cargo del fiscal Iván Rodríguez.
Ese tramo, como varios otros, no se logra entender o contextualizar, o al menos Arnao Zúñiga no logra hacerlo hasta el momento, ni tampoco relacionarlo con algo en particular. “No tengo la menor idea de lo que habla”, contestó.
Pero las amenazas y los insultos siguen, al hablar del “putazo y pecho frío de Arnao”, avanzando luego hacia un pasaje aún más enigmático: “No quiero decir los nombres de los que están utilizando la tecnología microondas. Es más, yo desarmo un horno microondas, lo escondo en el techo y vas a ver como despierta mañana el gil hijo de puta”, profiere.
-¿Qué quiere decir con eso del microondas?
-¡Que nos quieren quemar!-, contestó el destinatario de las amenazas.
Pero el mensaje continúa: “No saben lo que es los crímenes de lesa humanidad. No saben una bosta. ¡Viva la democracia y viva toda esa mierda de pelotudez! ¡Otarios hijos de remil putas! ¡Son peores que los milicos, ratas hijos de puta! Están muertos. Tengo todos los datos acá”, vocifera.
Ese mismo tramo finaliza a los gritos: “¡Quiero nombre y apellido! ¡NOMBRES Y APELLIDOS!”. Tras hacer una pausa, continúa: “…de los hijos de puta que están haciéndome la tortura, la concha de su madre! ¡Me pueden escuchar, la puta que los remil parió!”
“No saben lo que es los crímenes de lesa humanidad. No saben una bosta. ¡Viva la democracia y viva toda esa mierda de pelotudez! ¡Otarios hijos de remil putas! ¡Son peores que los milicos, ratas hijos de puta! Están muertos. Tengo todos los datos acá”, vocifera desencajado.
EL LIBRO DE LA CUCA
En los otros audios, Arnao asegura que el encargado de la amenaza le advierte “que tiene una bolsa negra y un precinto”. “Me dice que está cavando mi fosa”, relató angustiado. “Es siempre la misma persona, a la voz no la reconozco y tampoco entiendo a qué viene todo esto”, le aseguró a este medio.
-¿En algún momento esa persona le exige algo?
-Pide nombres y apellidos.
-¿De quiénes?
-No dice… ¿La Cuca Antón tiene hijos?
-Creo que sí.
-En el primer mensaje dice algo de la madre. Ahí puede haber algo…
La referencia a Mirta La Cuca Antón no es caprichosa y podría ser una punta a investigar. Hoy se presenta en la sala Regino Maders “La Cuca”, la biografía de la primera y única mujer condenada a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad en nuestro país, escrita por Ana Mariani.
“La Cuca era una torturadora. Una asesina, una carnicera de la D2. Yo pasé por ella”, la define Arnao. “No sé si esto tendrá algo que ver con la presentación del libro”, señala, agregando que en otra parte de la amenaza, la persona que lo llama lo insulta por estar cobrando un subsidio del gobierno con plata de sus impuestos.
Se refiere a la pensión que el gobierno de Córdoba le extendió al grupo de expolicías que fueron secuestrados, torturados y encarcelados durante más de cuatro años por haberse negado a participar de las torturas. Arnao integraba junto a Luis Urquiza, Raúl Urzagasti (ya fallecido), Horacio Samamé y José Argüello, el grupo de uniformados que se habían propuesto cambiar la fuerza policial desde el interior de la misma. Sufrieron las peores consecuencias, y aparentemente aún al día de hoy las siguen padeciendo.
ATENTO Y VIGILANTE
En el caso de Arnao, según el mismo dice, permanece “atento y vigilante”, después de recibir las amenazas. Su denuncia por “amenazas calificadas por anonimato” ya fue presentada ante la Unidad Judicial 16 y girada a la fiscalía para que la investigue.
El número desde el cual provinieron las amenazas está perfectamente registrado, y seguramente será ésa la primera punta del ovillo del cual deberá tirar la Justicia.
No obstante, por gestión de este medio, la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia volvió a insertarlo en el plan de protección de testigos, y un vehículo oficial se encargará de trasladarlo hasta Tribunales II, donde hoy por la mañana se reunirá con la fiscal federal Graciela López de Filoñuk y con el juez federal Nº3 Miguel Hugo Vaca Narvaja.
Por el momento no le ha sido asignada custodia. Eso se suma al hecho que desde el último cambio de gobierno ya no se halla bajo el programa de protección de testigos. “Antes me llamaban todos los días desde Buenos Aires para verificar si estábamos bien. Desde que asumió Macri eso se cortó”, se resignó.
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