En momentos de máximo aturdimiento de quienes deberían organizar el plan de acción alternativo al lado gobierno, la oposición, y de aceleración en la escalada para saquear al pueblo – de recursos y voluntad para luchar -, los libertarios, casi sin darnos cuenta estamos haciendo nuestro el temario que impone a diario la usina de pensamiento detrás del presidente argentino. Parece que nos separara un siglo del protagonismo de un intelectual sólido y afanosamente atacado por el progresismo, Jaime Durán Barba… no podíamos imaginar que hasta el discurso y la puesta en escena se degradarían tanto como en este presente demencial. Ahí está el asesor Santiago Caputo, el escriba del parte de guerra cultural que interpreta con máximo celo Javier Milei. Barba, un hombre de estudio, contracción a la tarea de pensar; pensar en políticas a contrapelo de las demandas populares, de acuerdo; pero si tuviéramos que caracterizar nuestras luchas por la estatura de los adversarios, parece claro que haber perdido a manos del ecuatoriano no es lo mismo que caer por obra del joven emprendedor con despacho y sin cargo.
Un jefe de estado de un estado pulverizado como el argentino no debería perder tiempo en reyertas de baja estofa con nadie. Menos, claro está, con otro jefe de gobierno, cuyo país tiene un asiento en el FMI. Menos con un país que nos compra más de lo que nos vende. La balanza comercial es favorable a Argentina en más de 100 millones de dólares en el período enero – marzo 2024, de acuerdo al ministerio de Economía libertario. Los negocios hispanos escalan a la segunda posición en suelo patrio al considerar inversiones, con 117 multinacionales operando libremente. Menos oportuna es la conducta del presidente cuando se considera que difícilmente se invierta en Argentina cuando hay una capacidad instalada a la que le sobran máquinas. Nadie compra. Producir ¿para quién?…
Aunque sabemos, los negocios no reconocen patria y seguir ganando dinero es más elocuente que cualquier otra razón, los españoles de traje, corbata y maletín se pusieron de lado de su mandatario. Al fin y al cabo, es un país prometedor, aún inmerso en dificultades de orden fiscal. Nosotros, un barrilete enloquecido, sin cola y pesado como la desdicha.
La práctica oficial de encender faros cada cierto tiempo parece redituable. Antes fue una cantante, uno o dos periodistas, no importa quién ni de qué se trate la distracción, lo que importa es que las portadas de los medios y su desarrollo lo hacen suyo desentendiéndose de lo verdaderamente decisivo: la devastación social que opera la administración nacida el 10 de diciembre del año pasado.
“Muchos industriales textiles Pyme ya se reconvirtieron en importadores o están planeando hacerlo. Otros, como los dueños de Taverniti, la mayor fábrica de denim del país, tienen a la mitad del personal suspendido. Y aguas arriba también empieza a haber despidos, como los 50 de esta semana en la hilandera TN Platex, de la familia Karagozian, que desde enero ya echó a 250”, detalla con precisión el economista y comunicador Alejandro Bercovich.
La Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) no ofrece mejores auspicios… informa que 100 mil puestos de trabajo se destruyeron en los primeros tres meses del año. El miedo al desempleo le está ganando la pulseada a la inflación en la percepción social. Razones sobran.
Me cuentan de una película donde Lindon B Johnson, vice presidente que toma el lugar del asesinado Kennedy, interrumpe una rueda de cuestionamientos ciudadanos donde una mujer afroamericana lo tenía contra las cuerdas, ordenando una conferencia de prensa; ¿para qué?, le pregunta su asesor principal… ¡Qué mierda importa! Estalla el nuevo jefe de la Casa Blanca, ¡Sáquenme del fuego!
Los faros, las luces rojas, no son nuevos. Novedosa tal vez sea su vigencia, su inalterable efectividad. Para acreditarlo ahí están las groserías de un sujeto que gobierna como si el país fuera su rehén.
—
SUSCRIBITE A DOSSIER360.
SUSCRIBITE A ENREDACCIÓN.
RECIBÍ EL NEWSLETTER DE NOTICIAS DE ENREDACCIÓN EN TU E-MAIL.
CONTACTO CON LA REDACCIÓN DE ENREDACCIÓN.